Día... ¿Día? No sé qué día es, llevo en este lugar tanto tiempo que la naturaleza ya es parte de mí, la siento, la respiro, la... huelo. En todo este lapso logré acostumbrarme a este nuevo mundo, y a sus criaturas salvajes, las he domado a todas y todas me obedecen, soy el amo de este lugar.
Logré encontrar varias palmeras con cocos el primer día, la sed me mataba y bebí de todos ellos hasta saciarme, menos... menos de uno, mi fiel compañero, el único amigo que me mantiene cuerdo en este sitio, lo llevo conmigo a todas partes.
Este lugar tiene sus secretos y si logras conocerlos sobrevivirás, hay tribus en algunas regiones, logré ganarme su confianza y ahora soy admirado por todos ellos.
He aprendido mucho de las especies que hay aquí, logré llegar a las plantas más altas como los monos, y he comido de los frutos más jugosos de las copas de los arboles más altos; he probado el sabor de los peces de los ríos más profundos; y cociné la carne de los animales más salvajes.
Sí, creo que así se oye bien... Hasta podría escribir una historia con estas líneas. Ahhh, pero tengo hambre y sed... ¿Cómo le hacen en las películas para sobrevivir en un sitio tan hostil? No tengo nada para comer, ni para beber, sólo, mi coco, mi querido coco, tan jugoso, y... delicioso, seguramente me saciaría si lo cómo.
¿Qué? ¡No! Nunca te comería amigo, primero moriría de inanición a traicionarte... ¿Qué? ¿Qué dices amigo? ¿Qué no te importa sacrificarte por mí? ¡Vaya! Eres un gran coco, te llevaré en mi corazón por siempre...
¡No! ¡No lo haré! Digo, si te llevaré en mi corazón, pero no te comeré, hemos pasado tanto juntos; la vez que caíste a pocos metros de mí, o cuando te recogí, o cuando pensé en comerte, y... bien, eso es todo, pero igual, sé que tenemos mucho por vivir amigo.
Sé que encontraré algo que me sirva en este lugar, lo peor es que no me cruzo con ningún río, y este calor me está deshidratando; ¿Qué puedo comer en este lugar? Tal vez alguna planta, me pregunto si podré armarme una ensalada con estas de aquí... pero según sé algunas pueden ser venenosas, ¿Qué más puedo comer? No hay nada en este lugar, bueno... si hay mucho, pero necesito algo para comer, y que tal... ¿Hormigas? A los chimpancés parece gustarles, aunque en la televisión todo se ve más bonito; me preguntó que sabor tienen las hormigas, bien, hora de descubrirlo, buscaré un palito que me ayude a sacarlas, jajaja sabía que esos documentales servirían de algo.
Bien, todo preparado, mi extractor de hormigas 2000 con resina de corteza joven de un árbol, espero que les guste a las hormigas; mi querido coco y, creo que ahí veo un hormiguero.
Pero que cabezonas que son, siento que estoy en un concurso de comer cosas vivas, sólo que aquí no me dan ningún premio, más vale que tengan un buen sabor. Bien, meteré el palito al hormiguero y esperaré a que las hormigas queden pegadas, y luego me hago un bufet, jajaja el plan perfecto...
—¿Miguel?
—¿Eh? ¿Alejandra? ¡Alejandra! —no puede ser, qué hace ella acá, ¿También buscará hormigas? Momento, qué estoy diciendo, no puede ser que me vea en estas circunstancias—. Hola... —bien, bien, que suene natural, no estoy haciendo nada malo, sólo hurgo en un hormiguero con un palito y tengo un coco en la cabeza, la naturaleza puede ser confusa.
—¿Qué estás haciendo? —me pregunta colocando sus manos en la cintura y con una expresión de reproche.
—Yo... sólo exploro el habitad natural de estas hermosas criaturas —¡Oh! Si hasta parezco el narrador de un documental, bien, que continúe la función—. Y admiro la diversidad de su increíble entorno.
—¿Te querías comer a las hormigas?
Adiós función.
—¿No...? —creo que estoy llorando internamente— ¿Tú que haces aquí? ¿Y los demás?
—¡Ay! Cierto, Nicolás —se pone a buscar algo por los alrededores—. Se quedó atorado en un árbol y ahora debo buscar algo para bajarlo.
¡Ay Nicolás!
—¿Dónde está?
—Está cerca de esos árboles del fondo.
—¿Y el resto?
—No sé, también nos perdimos —levanta una rama un poco gruesa—. Creo que esto servirá, ayúdame a cargar eso.
—Ok... No se cómo pretendes bajarlo con esto, pero será divertido verlo.
—Este...
—¿Qué ocurre?
—¿Por qué traes un coco en la cabeza?
—¿Cuál coco? ¡Ah! Este coco. No sé, lo encontré por ahí.
—¡Genial! Luego podemos comerlo.
—¡No! Digo... no creo que sea saludable, ya sabes, puede estar vencido.
—¿Vencido? Los cocos no caducan —me dice frunciendo el ceño.
—Me refiero a que podría estar en mal estado, y podríamos enfermarnos.
—Nos comeremos ese coco y verás que no va a pasar nada.
—Ok, ok —lo siento amigo...—. ¿Y dónde lo dejaste?
—¡Qué raro! Estaba en este árbol.
—¡Hey! ¡Aquí estoy! —dice Nicolás moviendo los brazos desde las ramas del árbol de al lado.
—¿Cómo llegaste hasta ahí? —pregunta Alejandra mientras colocamos en el suelo la rama que acabamos de traer.
—Logré zafarme, y luego intenté bajar por este árbol, pero ahora no sé cómo bajar de este otro, jajaja —Si alguien, algún día, hace un documental sobre nosotros, diré que no lo conocía—. ¡Hey! Miguel, ¿Cómo llegaste hasta aquí?
—Sólo seguí el norte.
—Lo encontré asaltando la casa de unas pobres hormiguitas —gracias Alejandra, un secreto menos que llevarme a la tumba.
—Jajaja, ¿En serio? ¿Por qué?
—Ya no importa, mejor te bajaremos de ahí —dejo a mi querido amigo el coco, al que probablemente no vuelva a ver en los próximos minutos, y levanto la rama que trajimos, mientras Alejandra me da indicaciones.
—Sube, sube —dice moviendo las palmas como si fuéramos a despegar un avión—. Ahora derecha, derecha —esta cosa está muy resbalosa—, izquierda, un poco a la izquierda —siento que estoy jugando a la piñata.
—¡Wowowow! ¡Espera! —dice Nicolás sacudiendo los brazos desde arriba—. ¿Cómo se supone que pretendes bajarme? ¿De un golpe?
—¿Tienes otra idea? —dice Alejandra cruzando los brazos, recién acabo de darme cuenta de lo que estaba pasando, creo que estoy muy abstraído en mi coco, lo veo, solo y triste, creo que sospecha lo que le va a pasar y...
—¡Miguel! Despierta —siento los dedos de Alejandra chasqueando frente a mis ojos.
—Sí, sí, sólo me distraje.
—Deja de ver a ese coco con tanta hambre, en un momento lo comeremos.
¡Lo siento amigo! ¡Creo que adelanté tu agonía...!
—¡Dejen de platicar y bájenme de aquí!
—¿Por qué no abrazas el tronco del árbol e intentas bajar de a poco? —le digo dejando la rama nuevamente en el suelo.
—No puedo, es muy ancho.
—Bueno entonces sólo déjate caer, no está muy alto —le digo calculando la altura, y sí, creo que está un poco alto.
—Es broma ¿Verdad?
—¿Y si usas una liana? —sugiere Alejandra—. En las películas funciona.
—¡Aquí no hay lianas!
—Creo que podría funcionar —les digo—. Tal vez si buscamos algo como una liana podríamos usarlo como una cuerda.
—Creo que no tenemos más opciones —dice Alejandra empezando a buscar nuevamente.
Bien, parece que la vida de mi querido amigo y compañero, el coco, está a salvo por un rato más, sólo por un rato más...
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Perdidos en la Amazonía #EscribeloYa #EdicionAventura
AventuraLo que creímos que sería otro viaje más entre amigos para alejarnos de la ciudad y sentir la naturaleza, terminó convirtiéndose en nuestra más grande aventura en un hábitat diferente al que crecimos, la basta jungla y los inmensos ríos de la Amazoní...