—¿Por qué nadie trajo un mapa? —dijo Jorge quien iba adelante del grupo.
—Con GPS en nuestros celulares, ¿Quién necesita un mapa? —respondió Sebastián mientras se espantaba los mosquitos.
—¿Nosotros...?
—De cualquier forma, no nos llegaría la señal —dijo Alejandra.
—Dejen de ser pesimistas, yo aún conservo mi celular, si llegamos a un lugar con algo de señal llamaré a los demás para que nos rescaten —dijo Sebastián levantando su celular para captar señal.
—¿Te queda batería? —preguntó Verónica.
—Un poco.
—Mejor lo guardas para cuando realmente nos haga falta —dijo Alejandra.
—¡Esperen! —dijo Nicolás deteniendo al grupo— ¿Alguien escuchó eso?
—Perdón... creo que fue mi estómago, tengo mucha hambre —dijo Sebastián llevándose las manos al estómago.
—No, es... —todos tratan de escuchar y entonces escuchan el extraño sonido al que se refería Nicolás—. Parece una rana.
—Yo digo que es un gato —dice Sebastián.
—Un gato no suena así —responde Verónica.
—Si vieras los ruidos raros que hace mi gato...
—Shhh creo que está cerca —Nicolás se acerca con cuidado a unas plantas.
—¡Espera! —Jorge detiene a Nicolás—, Creo que ya sé que es.
—¿En serio?
—Aléjense un poco, creo que es una serpiente.
—¡¿Serpiente?! —grita Alejandra.
—Tranquila, debe estar más adentro, entre las plantas, será mejor no molestarla.
—¿Y tú como sabes? —pregunta Nicolás.
—Mi padre fue guardabosques por varios años y aprendí algunas cosas de él.
—¡Genial! Al menos ya tenemos a un nativo entre nosotros —Jorge fulmina a Nicolás—. Jajaja sólo bromeaba.
—Y si nos movemos, ¡YA! No quiero saber nada de serpientes en este momento —dijo Alejandra un poco nerviosa.
—Tiene razón chicos, mejor sigamos avanzando, no vaya a salir la serpiente —dijo Verónica.
—Está bien, de todas formas, creo que lo mejor será buscar algo de comida —dijo Jorge emprendiendo el viaje nuevamente a la orilla del río.
—Tal vez podamos usar esas trampas para conejo que hay en las caricaturas —dijo Sebastián.
—¿Puedes tomarte la vida en serio por un momento Sebastián? —dijo Verónica con poco humor, ya que Sebastián era más de hacer bromas aún en los peores momentos.
—Lo digo en serio —dijo Sebastián—, en la tele funcionaba bien, lo único que necesitamos es una caja, un palito y una carnada, ah, y el hilo para tirar del palito.
—Podría funcionar —dijo Nicolás con un poco de sarcasmo—, tal vez hasta capturamos una serpiente y podríamos cocinarla y hacer brochetas para el camino.
—¡Qué asco! —dijo Verónica.
—A mí me gustaba el plan —dijo Sebastián.
—¿No hay peces por este río? —preguntó Alejandra.
—Los mejores lugares para pescar están en los ríos más alejados —dijo Jorge— aunque aquí también podríamos conseguir algunos, pero el problema es que no tenemos como hacerlo.
—Yo podría atrapar uno con las manos —dijo Sebastián—, bueno... podría intentarlo, ¿Qué tan difícil puede ser?
—¿Por qué no te llevó el río a ti? —dijo Verónica.
—Qué mala, ya verás, atraparé uno muy grande y tendrás que ser amable conmigo para que te invite.
—Hay más probabilidades de que encontremos un restaurant en medio de este sitio a que tu atrapes un pez con las manos.
—Ya no peleen —dijo Alejandra—, de cualquier forma, nadie va a buscar peces en este momento.
—Será mejor entrar a la jungla a buscar frutos —dijo Jorge buscando una entrada entre toda la densa vegetación del lugar.
—Espero que podamos volver a salir —dijo Nicolás.
—Tiene razón —dijo Alejandra—, ya nos desviamos mucho al tomar el camino de otro río para rodear la cascada, si entramos a buscar frutos nos alejaremos más.
—Sólo será un momento —dijo Jorge—, igual usaremos el sol para saber por dónde volver, y el río está al este, sólo debemos seguir esta ruta.
—¿Y qué pasa si aparece Miguel por esta orilla y no lo vemos? —preguntó Verónica.
—Tienes razón, ¿Qué tal si hacemos dos grupos? Uno para recolectar alimentos y otro que vigile esta zona.
—Me parece bien —dijo Alejandra—. Ustedes tres vayan a buscar comida y nosotras esperamos aquí.
—No me parece muy democrático —dijo Nicolás.
—Es la jungla, aquí no hay democracia.
—Mejor echémoslo a la suerte.
—¿Cómo?
—¿Qué tal con una competencia para ver quien atrapa el pez más grande? —sugirió Sebastián—. Los que consigan los peces más pequeños entrarán a la jungla a buscar comida...
—Entonces un piedra, papel y tijeras —dijo Verónica interrumpiendo a Sebastián.
Piedra, Papel, Tijeras...
—¡Ja! Esto si es democracia —dijo Sebastián—, ¿Quién me acompaña?
—¡Qué horror! Hubiera preferido entrar a la jungla y que me coma el tigre —dijo Verónica al ver que su compañero era Sebastián—. Por lo menos Jorge también nos acompañará.
—Bien, Ale y Nico, tendrán que ir por comida —dijo Jorge aconsejándolos—, no hace falta que traigan muchas cosas, si en una hora no vuelven haremos una fogata y sólo deberán seguir el humo para guiarse hasta aquí.
—Eso no me anima mucho —dijo Nicolás.
—¿Puedo pedir una segunda ronda de piedra, papel y tijeras? —preguntó Alejandra.
—NO —dijo Sebastián.
—Será mejor darnos prisa Alejandra —dijo Nicolás entrando a la espesa vegetación de la jungla.
—Sólo pido no encontrar otra serpiente —dijo Alejandra siguiendo a Nicolás.
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Perdidos en la Amazonía #EscribeloYa #EdicionAventura
AventureLo que creímos que sería otro viaje más entre amigos para alejarnos de la ciudad y sentir la naturaleza, terminó convirtiéndose en nuestra más grande aventura en un hábitat diferente al que crecimos, la basta jungla y los inmensos ríos de la Amazoní...