Perdida.

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No sé que me dolía más; si el golpe en mi costilla o haber visto lo que le hicieron, definitivamente lo que vi, el sufrimiento y dolor de él es lo más triste, no podía pensar en otra cosa sino en eso. Al tratar de pararme con dolor, agarrando mi costilla y quejándome sentí un pequeño bajón de sangre en mi zona vaginal solo pensé dos cosas o fue el golpe o me había bajado la regla. Por ende trate de ir al baño horrendo de la habitación pero al dar unos dos o tres pasos sentí una punzada muy fuerte en mi vientre haciendo que pusiera mi mano en el y diera un pequeño grito, al bajar la mirada vi sangre correr por mis piernas llegue hasta la puerta como pude empecé a golpearla y gritar como loca.

- Ayuda, alguien venga por favor... Grité desesperada. El dolor y sangrado se intensificaba con los minutos transcurridos y mientras más fuerza hacia estaba totalmente asustada, lloraba al hecho de no saber que me pasaba.

-Por favor me duele mucho ayudenme!!! Trataba de llamar la atención pero nada nadie venía. Me recosté de espaldas en la pared y fui cayendo lentamente no aguantaba más; en ese momento desee morirme de una vez estaba cansada de todo, el dolor, angustia, golpes, él hambre, la sed, el encierro, maltrato, absolutamente todo. Mi cuerpo se desvanecía poco a poco perdía la consciencia, cuando aparecieron los guachimanes inmediatamente me cargaron y me llevaron a la sala me colocaron en una camilla. El lugar se volvió una entrada y salida de personas con guantes, trajes y mascarillas, a pesar de estar débil podía ver y escuchar lo que hacían y decían.

-Coloquen suero que está débil ha perdido mucha sangre. Ordenó uno de los tantos hombres que se encontraban en el lugar. Y así fue empezaron a colocarme solución intravenosa. Mientras el otro revisaba mi vagina, me preguntaba por qué me hacían tanto eso, cuál era el interés en mis partes. Me dolió cuando metió su mano dentro, di un pequeño quejido a tal hecho.

-Llamen a Pierce es lo que imaginé perdió el feto. Dijo el hombre la poca consciencia que me quedaba reaccionó al escuchar eso.

-¿Feto? ¿Qué? Dije con voz débil y cortante de lo seca que estaba mi garganta moviendo la cabeza de un lado a otro lentamente desconcertada.

-Sédenla no puede enterarse de nada. Ordenó seguido procedieron a seguir las órdenes. Colocaron una inyección en mi brazo, de nuevo mis ojos se cerraban solos y perdía la visión.

-Bucky... Ese fue mi último suspiro parpadeando una y otra vez tratando de luchar contra la anestesia pero me gano la batalla. Mi mente se transformó en un mar de recuerdos que iban y venían pasaban como fotos de un álbum viejo, donde se encontraban mi familia, amigos, mi primer novio, mi primer beso, el día de la graduación de secundaria; muchos momentos importantes en mi vida, por último y no menos importante mi bebé mi Bucky... El es la razón por la que estoy aquí al principio no fue lo mejor de la historia pero poco a poco me fui enamorando de esa mirada triste, esos recuerdos era como si lo estuviera viviendo de nuevo: sus golpes, su rudeza que después se convirtieron en las caricias más dulces que me han dado, sus besos, estar en sus brazos... También no podía faltar eso último ¿feto? Esa palabra no salía de esos pensamientos vagos, ¿estaba esperando un bebé de el,? Por qué la vida me hacía esto porque tendría que hacerme pasar por esto, perder ese pedacito de vida, una parte de él. Aunque en parte no sé si era lo mejor en las condiciones en que estaba no podía tenerlo. Su madre encerrada y encarcelada y su padre un soldado que lo más probable lo recordaría un día y al otro no.

Complaciendo al Soldado de Invierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora