Me sucedió una tarde, no tenía nada de especial, esta era una igual al resto de otras tantas, estaba en un canal principal de riego, juntando menta con mi primo, ya que habíamos formado toda una compañía agroindustrial con una ganancia del 100%, una rentabilidad importante no les parece, ni Coca-Cola Company llega a conseguir una como esta. Nada difícil si la materia prima te la entrega la naturaleza y los insumos te los compran tus padres.
Lo importante era que vendíamos nuestro producto envasado con etiqueta y todo, nuestra marca JR, si hasta sonaba de una manera muy
interesante y hasta importante. Muchas personas lo consumían, mezclándolas con yerba, saborizando sus mañanas y tardes de mate. Sería
muy similar a las yerbas que ahora se venden saborizadas. Tuvimos un solo inconveniente, nuestra pronta edad no nos permitió entender que debíamos almacenar para el invierno, por lo que cuando este llego nuestra industria se fue.
-Disculpa, Joab, me fui. Te decía, esa tarde no tenía nada de especial, volvíamos con bolsos llenos de menta para su secado, mi casa estaba como a 2 km, para poder llegar a este canal debíamos cruzar un bosque de álamos, que es usado como cortina forestal, frenando con esta los fuertes vientos, el motivo, no dejar que choquen de forma directa con los hogares.
En nuestro camino varios límites de fincas, todas con sus alambres divisorios, y claro sus perros que más de una vez nos obligaron a correr
tirando nuestra cosecha y más de alguna gorra perder. Esa tarde decidimos parar un rato, ya que habíamos llevado galletas y jugo. Era todo un ritual sentarse a la orilla de este canal, con los pies apoyados en el agua, organizando el secado y envase de nuestro producto, planificando hasta su venta. Teníamos un par de clientes fijos, que nos hacían encargues, recuerdo que lo que llevábamos solo nos alcanzaba para cubrir parte del pedido de Doña Teresa, nuestra principal clienta, esta tenía un almacén a la vuelta de casa.
Pasaron unos cuantos minutos y decidimos continuar nuestra marcha, recuerdo que me levanté y empecé a sentir a mi primo hablar, lo
escuchaba cada vez más bajito, era como si se alejara, pero aún estaba cerca. Le dije: ¿Escuchas? ¿Qué cosa? Ese pájaro, ¿Suena raro, no? Callando por un instante me dijo: No escucho nada. Era raro porque yo lo escuchaba cada vez con más intensidad, empezamos a caminar, este sonido extraño cada vez más fuerte y mi primo cada vez más bajo, llegando a casi no escuchar lo que me decía. Sentía mis pies más livianos, casi no pisaba las hojas amarillas que en el suelo estaban, ya no crujían, tomando un tono cada vez más agudo y en forma de ecos retumbaba.
Repetí: ¿No escuchas ese ruido? Extrañamente no respondió, pero me seguía hablando. Me detuve diciendo: Ehh, no escuchhhh. Quedando anclado en el lugar, como si una nube negra me cubriera desvaneciendo lo que quedaba de luz solar, sentí un silencio que me envolvía, algo muy parecido a cuando entras a un salón protegido de acústica, me sentía aislado completamente del ambiente exterior, de pronto una aturdidora imagen me golpeó, ¡me vi! Era otro yo caminado junto a mi primo, por alguna razón o manera, me había desprendido de mi propio cuerpo, ahí iba otro yo llevando nuestras bolsas repletas de menta, no dejando de hacer gestos seguía hablándome, ya estaban casi a 50 metros por lo que empecé a caminar detrás de ellos, sin notar atravesé un alambre divisor, sin tener que siquiera agacharme, solo lo atravesé, mis pies seguían sin sentir el suelo, el ave que había callado por un instante cantaba pero esta vez lo hacía suave, no era molesto, sonaba casi como una melodía, hasta se había convertido en una sensación placentera. Comenzaron a correr, les grité: ¡Esperen!, pero no podían oírme, pasaron un próximo alambre de otra finca y claro corrían desesperados, los perseguía un perro muy robusto o mejor dicho ese perro nos perseguía, aunque no lo sintiera así, ese que corría enérgicamente junto a mi primo era yo. Se detuvieron y comenzaron a lanzarle piedras, el perro ladraba sin parar, pensé y ahora como hago, estaba a escasos metros de este perro ahora furioso, mientras mi primo y el otro yo le lanzábamos piedras. En el otro extremo comencé a caminar muy despacio por detrás, trataba de hacerlo muy lento, como si quisiera escaparme sin que mis padres lo notaran, un pie luego el otro, apenas moviendo mis brazos, mi respiración casi no existía, no quería que sintiera el más mínimo ruido, cuando sin más el perro se dio vuelta me miró a los ojos, sus colmillos eran enormes tenía las orejas con un corte extraño, lo habían hecho también con su cola, su collar lleno de clavos daba indicios de ganar batallas, por lo que no podía ver el más mínimo indicio de amistad. Éramos casi del mismo tamaño, creo que él era aún más pesado. Detuvo su furia y se me arrimó, mientras yo temblaba viéndolo venir, empezó a hacer ruidos como de un llanto amistoso mientras sentándose junto a mí levantaba una de sus patas para saludarme, arrimé mi mano y pude sentir como si lo tocara, pero fue algo muy diferente, similar a cuando pasas la mano por encima de vapor, pero sin quemarte. En ese preciso instante el ave que casi murmuraba empezó a molestar nuevamente, sus agudos ruidos saturaban mis oídos, el perro me miraba, quería jugar, se hacía notar, ahora parecía un inofensivo gatito con un ovillo de lana, pegaba esos pequeños saltos y empecé a escuchar a mi primo que seguía hablándome, me giré para vernos y ya no estaba, habíamos desaparecido de mi vista, aunque parezca extraño, estaba pero no.
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Entre cuervos y palomas
General FictionDonde se ponen a prueba nuestras creencias, origenes, religiones y hasta al mismo demonio. Gustavo, un ingeniero químico vinculado a la industria farmacéutica. Se ve sumido al igual que muchos en este planeta, en una burbuja mundana y ordinaria...