Capítulo 13 "Camino al capitolio"

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Al cruzar la astillada y aún rota puerta de Guinness no sabía con qué me iba a encontrar, mi tránsito por las empedradas calles la noche anterior de Sirixos no habían sido de mi gusto, la niebla que cubría todo a dos metros de mi nariz, la enérgic...

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Al cruzar la astillada y aún rota puerta de Guinness no sabía con qué me iba a encontrar, mi tránsito por las empedradas calles la noche anterior de Sirixos no habían sido de mi gusto, la niebla que cubría todo a dos metros de mi nariz, la enérgica fuerza del miedo de no saber qué era todo esto, y sobre todo una firme y cruel serpiente transformada en cansancio que apretaba mi cuello, junto a cientos de elefantes saltando sobre mi espalda, no habían dejado que pensara en nada más que en un lecho caliente y cómodo.

Era vaga, muy falta de intensidad y luminosidad en mi mente la información recibida, como un libro escrito con poca tinta, o una foto desvelada, aunque una gran cantidad de ella fue entregada, como si fuese piedra bajo una gran catarata, información que no dejaba de golpear en la noche frente a mi insistente pedido, y que ahora como espejismos o brumas en bosque, podía sentirlas pero no comprenderlas.

Me sentía muy fuerte, como si no fuese yo, como si Gustavo hubiese transmutado a algo desconocido hasta para mi propio cuerpo, sentía mi sangre correr por las venas, aunque con diferente peso, era como si hierro fundido la hubiese desplazado, ocupando cada uno de los rincones de mi cuerpo. Hice varias pruebas, traté de dejar de respirar y casi me asfixio, tosiendo rasposo todas las mucosidades de mi garganta, me mordí la lengua y sangró. Aunque fuerte me sentía, era un humano, no lo que ellos querían. Mi lengua sangró y duramente dolió, supongo  que son cosas a las que aquí no deben estar muy acostumbrados. Me dije, meditando en conciencia, que no podía hacer lo que ellos querían.

De todos los males sentidos y el más doloroso era saber que he perdido quién soy, ignoraba cómo luciría frente a un espejo. Mientras una voz me contestaba desde adentro.

-Esto no es el final, es solo el comienzo.

Mientras caminaba lento y agobiado, mi preciada imaginación conversaba con el intelecto dentro de mi mente, Durante mi vida perseguí sueños y los alcancé, mi gran motivación para esto fue entender y comprender un par de principios: la oscuridad solo me recordó que había luz, escuchar para comprender y entender y no en prisa torpe contestar.

Sabiendo sobre todo que las aves en vida comen gusanos, y estos, aves muertas.

Este es el gran motivo de ser quien soy, todo es más difícil si tienes cosas que perder. Pensé si ambos nos perdemos en la oscuridad, tal vez perdidos nadie nos encontrara. Extrañaba de sobremanera la sonrisa tranquilizadora de Yeye.

El sol golpeó mis ojos, y supe que ya no podía esconderme detrás de la cortina gris humo que siempre interpongo para evitar que duela, llamada humor. Esta vez tendría que hacerme cargo de la situación.

Mi cómodo laboratorio mundano lleno de leyes químicas que me ofrecían seguridad ya no estaban. De pensar en él se me estremecía el cuerpo, no dejaba de pensar qué tan serio era lo que hacía, y si podría realizar mi trabajo con el mismo entusiasmo. Ahora que comprendía esto otro.

Las calles desiertas se convirtieron en camino de hormigas esperando al invierno, todos caminaban con pesados bultos sobre sus espaldas.

El vestuario prestado entregaba resultados, no parecía llamar la atención de nadie, cosa que los dos guerreros a mi lado como sombras producidas por dos soles, no se apartaban de mí. Sí lo hacían y mucho, su gran tamaño y escudos con insignias del eclipse de antaño, junto a sus

Entre cuervos y palomasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora