Diescinueve

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Me despierto con un horrible dolor de cabeza... Siento que todo me da vueltas.

Abro poco a poco mis ojos pero algo me lo impide: una luz brillante.

Llevo mis manos hacia mis ojos para que cubran la amarillenta luz que me impiden la vista y cuando ya abro finalmente mis ojos, la luz es nada más que los rayos del Sol intentando entrar al cuarto.

Observo detenidamente la blanca y limpia habitación y me es imposible reconocerla. Miro a la derecha y hay una silla completamente blanca vacía. La persona la cual haya diseñado esta habitación no diferenciaba los colores, al parecer.

Blanco, blanco, y blanco.

Giro mi cabeza hacia la izquierda y veo unos cables conectados; éstos son azules y rojos.

Vaya, por fin hay algo que no sea blanco.

¿Qué hago aquí?

Me levanto de la cama y el dolor me inunda hacia mi brazo.

Los cables que había visto hacia izquierda, están conectados directamente hacia mi brazo.

Me regreso a la cama y me acuesto. Miro hacia arriba y hay una especie de ventanilla. De ella, salen leves rayos de luz.

Llevaba varios minutos viendo la ventanilla que recién me di cuenta que me llamaban. Volteé nuevamente hacia la derecha y la silla blanca que estaba vacía, ahora estaba ocupada con una persona de 50 años, bastante amable con traje negro y corbata.

– Paulina – dijo el señor con sus ojos viendo el interior de mi. Su mirada era vacilante.

– ¿Disculpa?

Se paró de la silla y se sentó en la cama en la que me encontraba, llevó su mano hacia mi cara y la acarició con varios movimientos suaves.

Aparté su mano con mi cabeza.

– ¿Cuántas veces te he repetido que no hagas eso? – ya no era una persona amable, si no una escalofriante.

– No sé de qué está ha...– un fuerte golpe aterrizó hacia mi mejilla y el terrible calor apareció. Me sorprende su fuerza por su edad.

– ¡Cállate, estúpida! – otro golpe bastante fuerte para mí llego ahora hacia mi mentón.

¿Quién es este hombre?

¿Qué es este lugar?

– Intentémoslo nuevamente – desvió su furiosa mirada hacia su bolsillo al interior de su traje y sacó algo que no reconocía.

Mi vista se volvía borrosa por la culpa de sus golpes, pero aún seguía consciente de lo que pasaba.

Caminó hacia la izquierda, dónde se localizaban los cables y se sentó en mi cama.

Miré hacia su mano y el artefacto que sostenía era una jeringa.

Al parecer, vio que miré el artefacto ya que me apretó con fuerza el cuello y después de 10 segundos me soltó.

Tomó la jeringa nuevamente, levantó el cable azul e inyectó el líquido de la jeringa hacia el cable.

– Te espero abajo en 20 minutos – miro mis labios y se remojó los suyos – Tu ropa se encuentra abajo de la cama.

Lo veo alejándose de aquella habitación en que me encontraba y se detuvo en la puerta.

– No me gusta la gente lenta, ¿vale? – cerró la puerta con una fuerza fascinante.

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Hola💗
¡Gracias por leer este capítulo!
Den estrellitas y comentarios, me encanta verlos.

Comenten: ¿De qué país son?

Yo soy de México🇲🇽😏

Nos leeremos aquí nuevamente pronto(: los espero

iMessage; amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora