Lonely eyes

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Regina●

Me senté en una esquina. O al menos eso parecía. Porque allá donde voy, se crea el vacío.

Nadie quería sentarse a mi lado, lo sé. No los culpo. Soy la Reina Malvada.
Aunque les salvara la vida a todos al desactivar el diamante, con la ayuda de la sheriff por supuesto, eso no había cambiado nada para ellos. Tampoco me sorprende.
Ya tienen lo que querían, ya tienen a Henry. No van a dejar que pase tiempo conmigo porque no creen que yo sea su madre. Pues lo soy.

-Coge la chaqueta, Henry.- Sugirió David. -Hoy vamos de acampada.-

-¿De verdad?- Miró a Emma. -¿Tu vienes con nosotros?-

-No, chico.- Sonrió falsamente. -No me van mucho las acampadas...-

Yo veía claro que a Emma le pasaba algo. Estaba rara últimamente, sobretodo después de lo de la mina.

-¿Estará solo con tus padres?- Me entrometí.

-Estarán bien, Regina...- Aseguró la rubia. -Henry es responsable y no dejará que quemen el bosque, ¿verdad?-

Él asintió. Pero no era eso lo que me preocupaba, sino por qué ella no quería ir.

-Está bien...- Abracé a mi hijo. -Hasta pronto...-

Los príncipes se llevaron a Henry a buscar unas cuantas cosas para la acampada.

Me quedé quieta un momento. En silencio. Siempre me pasa lo mismo.
Me siento sola en la multitud. ¿Como es eso posible? ¿Solo me pasa a mi?

Que penoso es el silencio en mi cabeza. Pero sería peor si me pusiera a hablar sola.

Y bien, lo que pasó en las minas: De camino, le pedí perdón a Emma por obligar a sus padres a abandonarla. Pero ella insistió en que eso fue decisión suya y no mía.
No sé si esque estaría enfadada con ellos por algo, pero yo volví a pedirle perdón y ella se cabreó. No dijo nada en realidad. Más bien guardó silencio para castigarme y yo lo dejé estar.

No soy buena pidiendo disculpas. Supuse que la culpa fue mía, como siempre.

Pero no me enfadé con ella. Por alguna razón, no podía. Tal vez porque yo no tenía pensado sobrevivir y, ya que ella era la última persona a la que iba a ver, más valía llevarnos bien.

Allí vi un lado de Emma que despertó algo en mi.

Aún no sé qué es lo que creí ver en ella, pero quise abrazarla cuando perdió la esperanza. Yo le había fallado, no era suficiente para salvarla. Ni a ella ni a nadie.
Era culpa mía que estuviera triste, que lo hubiera estado toda su vida. Me di cuenta en ese momento. Y supe que jamás podría recompensarla por ello.

Cuando me ayudó, me pareció ver algo en sus ojos, algo que nunca antes he visto en los de nadie. Quería saber qué era, pero sé que soy la última persona a la que Emma se lo explicaría.

Sentí que caía al vacío. Y lo peor de todo es que sabía que iba a acabarse. No tuve tiempo de pensarlo y ya había pasado.
Ya no estabamos conectadas.
Ambas salimos diaparadas. Por separado, como debía ser.

Quiero pedirle que se siente conmigo, pero no tengo la fuerza necesaria para hacer ese ridículo. Pero la veo, sola, de pie... No hay sitio dónde sentarse salvo, claro está, en la mesa vacía en la que me encuentro.

No, nunca más.
Me prometí a mi misma que nunca más.
Por mucho que me gustaría hacerlo, no debo. Y por mucho que me gustaría volver a sentirme así, no volveré a hacerlo.

Sé bien lo que es sentirse sola. Y ella tiene esa mirada.
Llevo reprimiendome desde las minas...y no puedo más... Lo mejor será que me vaya ya...

Lost GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora