Lovely Eyes

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○Emma○

No sé de donde saqué las fuerzas para abrazarla.
Mi superpoder me decía que no mentía. De verdad creía en mi. Alguien de verdad creía en mi...

Tuve la sensación de que ya podía vivir.
Pero eso fue algo pasajero.
Porque no puede ser normal que sienta este miedo a soltarla, a que se acabe este abrazo...
No quería desprenderme de su olor a manzanas, del calor de su abrazo y la seguridad que me hacía sentir estar a su lado.
No, no quería desprenderme de Regina.

No podría ser peor, porque sé que llegará el momento, y tendré que soltarla. Tendré que soltarla por voluntad propia. Es solo un sueño, una ilusión. Era una extraña que me ha aconsejado porque es buena y tal vez quiera ser mi amiga, pero lo que yo siento no puede ser normal.
Y rompería a llorar aquí mismo, sobre su hombro, pero ella intentaría consolarme, como siempre. Y no puede entender que lo que me duele es sentirla tan cerca y tenerla tan lejos...

Escuché el latido de su corazón una última vez y me obligué a mi misma a marcharme. Me aparté de su torso y solté sus brazos. Fingí una sonrisa, que se me daba bien, y dejé de sentir el contacto de su piel.

-Gracias por escucharme...- Logré pronunciar. -Será mejor que me vaya ya...-

-¿Estás bien?- No me atreví a levantar la mirada, pero noté su interés, ¿o era preocupación?

Asentí secandome las lágrimas y me levanté de la silla con las manos en los bolsillos.

Salí de allí sin intención alguna de mirar atrás, pero podía sentir a la alcaldesa apoyada sobre el marco de la puerta. Eso me hizo desviar la mirada, solo un segundo, hasta la luz que proyectaban sus ojos sobre mi.
Jamás había visto unos ojos tan brillantes como los de Regina, brillantes y los más oscuros a la vez. No se puede medir con palabras. Necesitaría un anestésico para calmarme si empezara a hablar de ellos.

Conseguí apartar la mirada y caminé sin rumbo.

Necesitaba caminar, es lo único que me permite pensar con claridad. Y necesitaba pensar más que nunca. Porque de pronto todas las canciones tenían sentido.

Dicen que te sientes tan cansado que no puedes dormir, por culpa de las lágrimas que no atreves a sacar, cuando das lo mejor de ti y no es suficiente. Que no puedes alcanzar el mundo entre las cascadas que forman tus lágrimas. Dicen que hay alguien ahí fuera capaz de pararlo. Y esa persona es Regina. Henry me llevó hasta ella.

Y duele, duele cuando te acercas tanto a ella y aún así sabes que está tan lejos... Tan fuera de tu alcance.
Pero estoy cansada de no sentir nada, y solo siento cuando ella está conmigo. Cuando me mira a los ojos.

Llegué a casa y me tumbé sobre mi sofá-cama.

Ojalá tuviera un millón de corazones, un millón para entregarselos todos a ella. Y poder demostrarle lo mucho que siento cuando me mira.

No sé qué es lo que me ha pasado, pero por primera vez, me he sentido cómoda con otra persona.
Nunca me había sentido así. Hay algo en mi que me pide que vaya con ella, y aprovecho cada oportunidad que tengo para hacerlo, pero luego pienso que puede que ella no quiera pasar tanto tiempo conmigo.
Por eso fui corriendo cuando me llamó. No sé ni qué estaba haciendo con Killian. Supongo que estaba asustada, asustada como siempre, de la idea del amor. Porque el amor es igual a dolor. Sobretodo conmigo, porque soy imposible, un desastre. Y tarde o temprano, todos se dan cuenta.

No quería decepcionar a Regina como decepciono a los demás. Ni siquiera como decepcioné a Henry al no creer en él. Él me lo perdonó porque soy su madre y me necesitaba, pero Regina...ella no me necesita. Nadie más lo hace...

Lost GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora