Gerardo: ¿Pero sabes que pienso también?
Silvia: -Se acomoda un poco- ¿Qué?
Gerardo: Que quizás no esté comiendo porque anda enferma, ya sabes.. Estas últimas semanas ha estado enferma, tranquila.
Silvia: Sea lo que sea, yo quiero que ella se alimente y sea la misma de antes.
Gerardo: Yo también lo quiero. Vamos a dormir, -la ve- quiero que descanses, amor. -le da un beso en la frente, luego en la nariz, y por último le da un suave beso en los labios- Te amo.
Silvia: Yo más a ti, amor. -cierra sus ojos-
*Día siguiente*
Silvia: ¿Estás mejor? -ve a su hija-
Paulina: No mamá. Me duele la cabeza, muchísimo.
Silvia: -La toca- y también tienes fiebre. Vengo en un momento, iré a donde tu papá.
Paulina: Él no es mi papá. -la ve-
Silvia: No pelearé contigo, -Baja a la cocina y ve a su esposo- Debemos llevar a Paulina ya al hospital. Quiero saber que pasa con ella. Tiene fiebre aún y ahora le dio dolor de cabeza.
Gerardo: -Deja la taza de café en la mesa- Pues vamos, ¿no? -se levanta rápido de ahí- Dejamos a León en casa de la nana y ya nos vamos directo al hospital.
Silvia: Yo iré a cambiarla -sube a la recámara de la niña- Pau, ven.. vamos a cambiarte.
Paulina: Ayúdame. No me siento muy bien -se queda acostada-
Silvia: Está bien, yo lo haré. Sube tus brazos para quitarte la camisa -ella le hace caso- ¿con qué te has hecho estos morados?
Paulina: ¿Cuáles?
Silvia: Estos -señala sus brazos, espalda y piernas- y en la espalda tienes algunos.
Paulina: No lo sé, mamá.
Silvia: ¿Te duelen?
Paulina: No, ni me duelen ni me molestan. La verdad no sabía que tenía esos morados.
Silvia: Bueno. Esperemos que se te quiten pronto -termina de cambiarla y se van rápidamente al hospital-
(....)
Doctora: Paulina Casanova
Paulina: Ni mi apellido es -susurra-
Silvia: Vamos. -le toma la mano-
Doctora: Esperen ustedes acá, tan pronto tengamos los resultados los haremos pasar. ¿Si?
Silvia: Claro, esperamos acá. -Se sienta y pone su cabeza en el hombro de Gerardo-
Gerardo: ¿Estás bien? -le acaricia la mejilla-
Silvia: Si, estoy bien. -pasa su brazo por el abdomen de él, abrazándolo- aunque, no me gusta que Paulina ande molesta contigo.
Gerardo: A mí tampoco, pero vamos.. Está asimilando todo, además yo estaré siempre para ella. Por que es mi hija, así la amo.
Silvia: Yo lo sé - le da un beso en los labios- quiero saber qué pasa con Paulina ya. Me desespera no saber nada.
Gerardo: Lo sé amor, pero debes tener calma. ¿Si?
Silvia: Ya sé. Pero me preocupo por mi niña.
Gerardo: Yo también me preocupo por ella, créeme que sí.
Pasaron algunas horas y aún no salía nadie para avisar sobre Paulina, y Silvia estaba más desesperada que al principio. Quería saber ya qué tenía su hija, su pequeña Paulina.
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Llegas tarde
Romance¿Y qué pasa cuando todo lo que quieres, amenaza con irse? Si quieres saber qué pasará, te invito a leer esta pequeña historia.