Días después.
Dos días después de la muerte de la niña, la llevaron para velarla, y hoy era su entierro. Ya todo estaba listo, pero Silvia no quería dejarla ir, se sentía demasiado destrozada; aún no creía que su hija ya no estaba con ella.
Silvia: Déjenme un poco más con ella.
Gerardo: Silvia, mi amor. Suéltala ya, por favor. -Tiene al bebé en brazos y se acerca a Jorge- ¿Me ayudas?
Jorge: Sí, pásamelo -lo carga-
Gerardo: -Se acerca a Silvia y la saca del lado de la niña- Silvia, es hora de dejarla ir.
Silvia: Es que no puedo y no quiero dejarla ir. -ella lo abraza-
Gerardo: -Hace una seña para que saquen a la niña de ahí para poder llevarla a enterrar- Estoy aquí contigo, sabes que te amo. Y que ella estará cuidándonos desde el cielo. Ella siempre seguirá aquí-le toca el pecho- en tu corazón, y siempre estará presente si así tú lo deseas, ¿si?
Silvia: -Carga a León- Ella quería ver a su hermano, y no hicimos nada para poder llevárselo. -le acaricia la mejilla a León quien estaba sonriéndole a su mamá-
Gerardo: Si, lo hicimos, y yo hice todo para poder llevarlo. Pero no se pudo.
Silvia: Bueno. Ya, ella debe descansar como se debe.
Todos caminan hacia la tumba de la niña con Gerardo, Jorge y León y comienzan a hablarle a su pequeña.
Silvia: Paulina, gracias por enseñarme a ser madre por primera vez. Gracias por las travesuras que hiciste, que aunque estuvieran mal, siempre supe que eran travesuras de niños. Gracias por las sonrisas que me regalaste, por las noches llenas de amor. Perdóname por haber sido tan dura contigo pero si no te regañaba por las travesuras, ¿Quién iba a hacerlo? -sonríe mientras varias lágrimas comienzan a bajar por sus mejillas- Sé que este no es el final, pero te voy a extrañar tanto -le tira un flor- siempre serás mi princesa, la luz de mis ojos. -Se agacha hacia la tumba y comienza a llorar más fuerte- Espero volver a verte muy pronto, para abrazarte y nunca soltarte; nunca te olvides de tu mamá, la que te regañaba por todo, -ríe- que yo tampoco me olvidaré de mi niña traviesa -se levanta- te amo. -sin evitarlo llora sin control-
Gerardo: Descansa en paz, ángel -se agacha- fuiste, eres y serás la princesa de mi vida. Gracias a ti aprendí a ser padre por primera vez, y por eso te doy las gracias -comienza a llorar- te voy a extrañar muchísimo. Te amo, Paulina. -Se levanta, carga a León y se acerca a Silvia para abrazarla- Todo estará bien. -le susurra-
Jorge: -Se agacha también- Aunque ya no me escuches yo quiero pedirte perdón, -no puede evitarlo y comienza a llorar sin control; Gerardo pone una mano en su hombro en señal de apoyo- quiero hacerlo porque fui un imbécil, dije tantas cosas malas, le hice daño a tu mamá, y ahora estoy aquí arrepentido, cuando ya no estás con nosotros. Gracias por hacerme padre también. Fuiste una niña maravillosa, y nunca voy a olvidarte. Te pido disculpas por marcharme, por no haber sido el padre responsable. En los meses que estuve contigo supe lo que era el amor verdadero, y por eso te doy gracias. Estoy tan enojado con la vida, con Dios; te has ido muy pronto y no pudimos disfrutar juntos, pero espero verte en la otra vida para poder abrazarte nuevamente y decirte lo mucho que te amo. Te voy a extrañar. -da un beso en la tumba, se levanta y Silvia lo abraza-
Silvia: Gracias por haber estado estos pocos meses junto a ella. Sé que los disfrutó -se separa de él y se acerca a su esposo-
Jorge: Gracias a ustedes por permitirme hacerlo. -sonríe a medias-
(....)
Unos años más tarde a la vida de Gerardo y Silvia, venía en camino una gran bendición... sí, estaban esperando otro bebé y aunque un niño no remplaza a otro, ambos estaban felices porque serían padres una vez más. Al saberlo, rápidamente fueron a la tumba de su niña para decirle que estaba esperando un hermanito o una hermanita; qué estaban muy felices pero que la extrañaban.
Silvia: -Él se coloca detrás de ella y la abraza por el abdomen, y lo acaricia un poco, ella lo siente y coloca sus manos encima de las de él y sonríe- Gracias por siempre estar conmigo en los mejores y peores momentos. -acuesta su cabeza en el hombro de Gerardo-
Gerardo: No me des las gracias, yo te amo y siempre estaré contigo.
Silvia: -Se gira y lo ve- ¿Hasta que seamos viejitos?
Gerardo: Hasta que seamos viejitos...-confirma acercándose a besarla-
FIN.
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Llegas tarde
Romance¿Y qué pasa cuando todo lo que quieres, amenaza con irse? Si quieres saber qué pasará, te invito a leer esta pequeña historia.