Capitulo 3: Cansados

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*Tocan la puerta*

Silvia: Ya voy.

Al abrir, Silvia ve una caja grande en el suelo con una nota arriba, la toma y entra rápidamente para leer que dice la nota y obviamente ver lo que hay dentro de la caja.

''Hoy es nuestro último día aquí, y por disfrutar con nuestros hijos no hemos tenido tiempo para nosotros dos, así que hoy he decidido hacerte una sorpresa. Como ya habrás visto, en esa caja hay un traje para la ocasión. Cuando estés lista ve a esa dirección"

Pd: Arréglate más guapa de lo que eres y por los niños no te preocupes, alguien llegará para cuidarlos".

Silvia al terminar de leer la nota (muy emocionada) se fue a bañar, se hizo una coleta, se maquilló un poco sencilla y por último se puso el traje color rosa claro que le había regalado su esposo.

Silvia, al llegar al lugar quedó sorprendida pues era algo muy bonito. Su esposo la había citado en una casa de playa que estaba decorada sencilla pero muy hermosa. Para entrar había un camino de velas que la llevaban hasta donde su esposo, quien con ansias la andaba esperando. Al finalizar el camino él la recibió de una manera muy tierna para ella.

Gerardo: Bienvenida, mi amor -le da la mano- hoy será tú mejor noche. ¡Lo prometo! -habla sonriéndole-

Silvia: No lo dudo, amor.

Gerardo: Ven, vamos a cenar -caminan hacia la cocina- Por cierto, estás muy hermosa, el traje te queda mucho mejor de lo que he imaginado; Eres una reina -le da un beso-

Silvia: Tú también estás muy bien, no te quedas atrás, eh..-lo mira sonriendo-

Gerardo: Siéntate aquí -le abre una silla y la ayuda a sentarse- espero que te guste lo que he preparado.

Silvia: ¿Tú cocinaste?

Gerardo: Si, he sido yo.. No me digas que no me crees.

Silvia: -Ríe- Claro que si, pero me sorprende. Casi nunca lo haces.

Gerardo: Oye, ni para tanto.

Silvia: Ya. Es broma amor, perdón -lo mira-

Gerardo: Tus ojos tienen un brillo muy bonito, te ves muy feliz, me alegra eso.

Silvia: Ustedes, mi familia; me hacen feliz. Son todo para mí, y si están bien, yo lo estaré, créeme.

Gerardo: Me alegra saber eso, aunque ya lo sé. Te amo, Silvia.

Silvia: Yo más a ti. Pero ya basta de platica, ¿qué me has preparado de cenar?

Gerardo: Bueno he preparado chilaquiles de langosta con salsa verde.

Silvia: ¿Es en serio?

Gerardo: Si, ¿por?

Silvia: Me sorprendes mi amor. -se echa un bocado- está muy rico. -él sonríe y sigue comiendo-

La cena la siguieron callados y al terminar, él y ella se fueron a la parte de atrás donde había una hamaca bastante grande donde los dos se encontraban con dos copas de vino.

Silvia: Estuvo muy rica la cena, amor. Gracias por eso.

Gerardo: No hay que agradecer, te mereces mucho más que eso, mereces la vida. -le alza el rostro y le da un tierno beso en la nariz-

Silvia: Eres el mejor -pone su copa en el suelo y se acerca más a Gerardo-

Gerardo: -Pone su copa en el suelo también- Tú eres la mejor. Gracias por los hijos tan maravillosos que me has dado, por Paulina y León, y sobre todo, gracias por ser mi esposa, la madre de mis hijos. -la besa tiernamente-

Silvia: Gracias a ti por todo.

Al poco tiempo, los dos sin darse cuenta o sin querer quedaron dormidos. Realmente estaban cansados, pues las dos semanas que estuvieron de vacaciones se la pasaron detrás de los niños.

A eso de las 5 de la mañana se levantaron y salieron rápidamente al hotel. Al llegar arreglaron todo para esperar que los niños despertaran para poder salir a su casa.

(....)

Lunes: 7:40 am

Silvia: Paulina, vamos que se te hace tarde para llegar al colegio.

Paulina: Pero mamá, no quiero ir. Estoy cansada.

Silvia: Pau, no puedes faltar al colegio. Ya descansaste mucho en las vacaciones.

Paulina: Pero ma... -Silvia la interrumpe-

Silvia: Pero mamá nada. Siéntate para que desayunes.

Gerardo: Silvia, ya me voy. -mira su reloj- Estoy tarde ya.

Silvia: ¿No vas a desayunar?

Gerardo: ¿No te estoy diciendo que voy tarde? -se acerca a su hija y le da un beso en la frente- te amo, Paulina.

Paulina: Yo mucho más -lo abraza-

Silvia: Ya. Pero tampoco me hables así. -Gerardo la mira y sin decir nada se va- Hombres, hombres, -mira a Pau-

Paulina: Estaba enojado, parece -se ríe-

Silvia: Ya. Apúrale que se nos hace tarde.

Paulina: ¿León se queda con nuestra nana?

Silvia: Si.. Pero ya, fuera de aquí. Vamos -toma la mochila de Pau, su cartera y salen de ahí-

Silvia dejo a su hija en su colegio y se fue a la empresa, donde trabajaba también su esposo.

Silvia: María, ¿Se encuentra mi esposo?

María: No, señora. Aún no llega

Silvia: Bien, gracias. Si de casualidad lo ves llegar, ¿le dices que pase donde mi?

María: Claro que si, señora.

Silvia: María, ¿qué te he dicho de llamarme señora? Dime Silvia, soy tu amiga.

María: Ay, pero.. Es que usted es mi jefa. No puedo andar hablándole así con tanta confianza.

Silvia: Yo te he dicho que lo hagas, -le sonríe- eres mi amiga, por Dios.

María: Ya, está bien.. Silvia.

Silvia: Perfecto.

Silvia estuvo toda la mañana trabajando, y a su hora de almuerzo salió al colegio de Paulina para buscarla. En el camino compró comida para las dos y se fue nuevamente a su trabajo con la niña.

Paulina: Mami. -se sienta en su falta-

Silvia: ¿Qué pasó, mi corazón?

Paulina: Mira, te hice este dibujo -saca un papel- ¿te gusta? Somos papá, tú, León, la nana y yo.

Silvia: Está muy hermoso. Mira, lo pondré aquí en este cuadro.

Paulina: Perfecto -la abraza-

*Tocan la puerta y entran*

María: Silvia, ya están llegando todos los de la junta. Solo faltas tú y Gerardo. Que por cierto aún no llega.

Silvia: Yo voy enseguida. -baja a la niña- Pau, ¿te quedas con María mientras? -la niña asiente- Perfecto. Yo me encargo de la junta.

Silvia entró a la sala de juntas y platico todo lo debido a la junta. Al rato Gerardo llegó y se disculpó por haber llegado cuando ya todos estaban recogiendo sus cosas porque la junta había culminado.

Silvia: ¿Me puedes explicar por qué demonios llegas a esta hora?

Llegas tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora