Silvia: Que no me hables así, carajo -le habla fuerte- la niña está dormida. ¿Puedes dejar tu drama para otra ocasión?
Gerardo: Claro, ahora es drama querer que mi hija me hable. Vete al... -no termina de hablar y enojado sale del cuarto-
Silvia: -Se sienta en el sillón y mira para el techo- ¿Qué le pasa Dios? No lo entiendo, -apoya su cabeza en sus rodillas y comienza a llorar-
Luego de esa discusión Gerardo no se apareció más por ahí, realmente estaba triste, y enojado a la vez, quería estar cerca de su hija más que nunca y no podía por la simple razón que ella no se lo permitía.
Paulina: -Despierta- ¿Por qué lloras, mamá?
Silvia: -Se levanta del sillón- Nada, mi corazón. ¿Quieres comer?
Paulina: La verdad no. ¿Aún no te dicen qué tengo? ¿Ya podemos irnos para casa?
Silvia: No, aún no me dicen y estoy esperando por tu papá.
Paulina: ¿Jorge Sabe que estoy enferma?
Silvia: No, él no lo sabe aún. Hablo de Gerardo.
Paulina: ¿Dónde está?
Silvia: No lo sé, pequeña. Pero te dejaré aquí viendo televisión y de una vez busco a Ger para ver qué tienes ¿si? ¿Me esperas?
Paulina: Está bien, mamá. -Silvia sale de ahí y encuentra a Gerardo en la sala de espera-
Silvia: Ger, -él la mira- ¿Podemos ir a preguntarle a la doctora cómo le damos la noticia a Paulina?
Gerardo: Ve tú, si total ella no quiere verme. ¿Para qué voy a ir?
Silvia: Porque quiero que me acompañes, además de que eres mi esposo.
Gerardo: Ve tú, Silvia. Luego me dices como te fue con la niña.
Silvia: Deberías estar apoyándome en estos momentos; deberíamos estar juntos en esto. -él no la mira- Gerardo -le habla bastante alto- no puedes estar con esa actitud, no ahora.
Gerardo: -Se levanta y la lleva a un pasillo vacío- Deja de estar gritando como loca, estamos en un hospital, ¿sí lo ves?
Silvia: Ahora te digo yo, ¿Como quieres que esté? -comienza a llorar- Mi hija está mal, y tú andas con tus estupideces. No seas tan pendejo, deja ese drama.
Gerardo: Tú te crees que eres la única qué está sufriendo por lo de Paulina, y desde ahora te digo que yo también estoy sufriendo. Es mi hija también, o dime ¿crees que quiero verla mal? No, ¿verdad? Entonces cállate ya.
Silvia: Tú no eres así, ¿qué te pasa? -limpia sus mejillas- nunca me habías tratado tan mal.
Gerardo: Estoy cansado, Silvia, cansado de que todo lo que tú digas se haga, y no es así. Si quieres saber cómo explicarle a Paulina ve tú con la doctora y ya, yo te esperaré aquí afuera. -la deja y se va a la sala de espera-
(...)
Doctora: Bueno, hay que ser lo más cuidadoso para este tipo de cosas, ella es muy pequeña aún para entender estas cosas, pero ya sabes, contéstale todo, pero con cuidado, y con la verdad. No le mientas sobre esto, ella debe saber lo que le está pasando.
Silvia: Entiendo. Pero tengo miedo de decirle algo mal, ¿si me entiende?
Doctora: Confíe en usted, sé que dirá lo necesario. Silvia, tú puedes, vamos.
Silvia: Esta bien, iré donde ella -respira y sale de ahí entrando luego al cuarto dónde está Paulina-
Paulina: ¿Ya sabes qué tengo?
Silvia: Sí, ya he hablado con la Doctora.
Paulina: Y bueno, ¿qué tengo?
Silvia: Estás enferma, mi corazón. Tú, bueno ... -mira al techo para no ponerse a llorar- tienes cáncer. -le habla-
Paulina: ¿Cáncer? ¿Qué es eso?
Silvia: Es una enfermedad que con quimioterapia, tratamientos y cosas así, te hará mejorar con el tiempo.
Paulina: ¿Me van a puyar? ¿Qué me harán?
Silvia: Prometo que no dolerá, mi amor -le acaricia el cabello-
Paulina: ¿Y ya me podré ir a casa?
Silvia: No. Iremos a un lugar donde hay más niños con lo mismo que tú.
Paulina: ¿Por qué?
Silvia: Porque ahí tendrás toda la ayuda necesaria, y también tendrás muchos amigos y amigas de tu edad.
Paulina: ¿Ya no regresaré a mi colegio?
Silvia: Por ahora no. Hasta nuevo aviso.
Paulina: ¿Cuando iré al lugar donde hay más niños?
Silvia: No sé aún. Quizá nos digan mañana -ve la hora- ya que son las 8 de la noche.
Paulina: ¿Hemos estado todo el día aquí?
Silvia: Está usted en lo correcto. -La ve- ¿Quieres comer?
Paulina: No mamá, no quiero -se pone a ver la televisión-
Silvia: Bueno, entonces yo me recostaré aquí, porque la verdad ando muy cansada. -Gerardo entra-
Gerardo: -Se sienta al lado de Silvia- Hey. -ella lo ve-
Silvia: ¿Qué pasa?
Gerardo: Perdóname por haber sido tan grosero contigo esta tarde. Yo, realmente estoy mal con todo esto. -trata de hablar bajo para que Paulina no los escuche-
Silvia: O sea, ¿a cada que peleemos va a ser un "perdóname"?
Gerardo: Yo te amo -la toma de las mejillas y se acerca a ella-, simplemente ... me alteré.
Silvia: Sé que todo esto te tiene así, pero no por eso debo permitir que me trates como lo has hecho.
Gerardo: Sé que soy un idiota, lo sé. Pero yo te amo. Perdóname ¿si? -ella asiente y él sonríe tiernamente-
Poco a poco, Gerardo se fue juntando hasta quedar su frente junto a la de Silvia, ambos cerraron los ojos, y un poco después él juntó sus labios. Ella abrió un poco su boca y Gerardo aprovechó para introducir su lengua y comenzar un juego seductor.
Silvia subió sus manos y comenzó a acariciar el cabello de él. Un poco después se separaron por falta de aire, sonrieron y ella le acarició las mejillas a él aún teniendo sus frentes juntas.
Silvia: Te amo tanto, tanto. Eres el mejor hombre del mundo, mi amor.
Paulina: ¿Ya terminaron de besarse?
Gerardo: Sí. Disculpa pequeña, pero amo a tu mamá -le da un beso en la mejilla a Silvia-
Paulina: Es obvio, todo el mundo la ama. Pero me pertenece a mí -sonríe orgullosa-
Silvia: Si tú lo dices. -Se ríe- pero compárteme un poco con tu padre.
Paulina gira los ojos.
Silvia: Él es tu papá, Paulina. No puedes seguir enojada con él, ¿qué pasa contigo?
Paulina: Mi papá es Jorge.
Gerardo: Yo sé que Jorge es tu papá y también sé que te he ocultado algo muy importante pero dime, ¿qué querías que hiciera? Si tu papá nunca...-Silvia lo interrumpe-
Silvia: Gerardo ... -abre los ojos- ya.
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Llegas tarde
Romansa¿Y qué pasa cuando todo lo que quieres, amenaza con irse? Si quieres saber qué pasará, te invito a leer esta pequeña historia.