Capitulo 3; Llamita

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Jack había ido al pueblo de nuevo. La navidad estaba al caer, y Norte tenía mucho trabajo. Seguramente solo necesitaría alguna pequeña nevada antes de navidad, para mantener el hielo en los lagos y la nieve en los tejados. Además, Jack no estaba para las bromas de Bunny, ni los sermones de Norte. A la única que podría tolerar sería a Hada, pero… ni siquiera a ella quería ver ahora. Norte había dicho algo que le había tenido pensativo toda la noche.

Miró por la ventana de uno de los niños y se recostó en el marco de esta para descansar un rato. Dentro, una madre jugaba con su hija pequeña, estaba despertándola con besos y mimos mientras la pequeña se retorcía entre carcajadas. Sin poder evitarlo, Jack esbozó una triste sonrisa.

― Hola. ―la voz que lo saludo por detrás le sorprendió tanto que cayó de la ventana hacia un montón de nieve acumulado en el borde de la casa.

Maldiciendo por lo bajo, salió del agujero que había hecho al caer con el rostro rojo por la vergüenza. Arriba, sentada sobre su arco y flotando en el aire como si no hubiese roto nunca un plato, estaba Mérida con una sonrisa divertida.

― Lo siento, ¿Te he asustado? ―preguntó inocentemente.

Con el ceño fruncido, salió volando del agujero con su bastón mágico en una mano. Se recostó contra él en el aire, justo delante de ella, y la miró a los ojos. Mérida no se movió un solo milímetro.

― En absoluto… ¿Por qué lo piensas?

Ella sonrió y ladeó la cabeza para mirar por la ventana que Jack había estado observando. Luego, sin volver la cabeza a su posición inicial, miró a Jack con los ojos entrecerrados.

― Jack Escarcha… ¿un sentimental? ―dijo con voz expresamente sorprendida―. Nunca lo habría dicho.

Jack se giró un instante para ver como la mamá cargaba a la pequeña y bajaban juntas al comedor.

― Estaba descansando. Llevo toda la noche de pie, pero al parecer uno no puede detenerse en una ventana sin que nadie le moleste.

El modo en que se puso a la defensiva logró divertir a Mérida, hacía tanto tiempo que no entablaba una conversación con alguien que pudiera contestarle, que hacerlo la hacía sentirse bastante bien.

― Por supuesto… Para que ambos estemos satisfechos, voy a fingir que te creo, ¿te parece? ―dijo cruzando las piernas encima del arco y sujetándolo con ambas manos de ambos extremos.

Jack la miró con el ceño fruncido y con el extremo del bastón, enteló la ventana que habían estado observando. Mérida hizo un pequeño mohín y miró a Jack como si fuese una niña y él le hubiese quitado un caramelo.

― Oh… ahora que se ponía interesante.

― Si ya no estaban. ―ella lo miró con los ojos entrecerrados y se dirigió a la ventana. Con una mano rozó la superficie y el hielo se deshizo al instante.

― Eso es lo que tú crees, pero mira… ―dijo señalando la cama. En ella había diminutas perlitas doradas que se esparcían por el colchón, brincando como si estuviesen la mar de contentas.

― ¿Qué son? Nunca las había visto.

―Es el calor del hogar. No lo ves porque cuando entras en un sitio todo se vuelve frío. ―dijo mirando a través de la ventana.

― Vaya… seguro que te dieron un premio a la simpatía, ¿no? ―ella bajó la mirada un segundo apenas perceptible y luego miró al frente.

― Sea como sea, Jack Escarcha, mi don es mucho más… bonito… ―Jack se cruzó de brazos y la miró con suspicacia.

Brave y Los Guardianes; La llama que deshace el hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora