Capítulo 12; Miedo

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Los duendecillos del día de los inocentes se abalanzaron hacia ellos como si se tratasen de un montón de abejas dispuestas a defender su enjambre. Sin embargo, el Conejo de Pascua estaba más que preparado para detenerlos a todos. De una patada con ambas patas, Bunny envió al montón de duendecillos a la otra punta del pueblo. De un salto, Bunny se alejó para enfrentarse a ellos con todas las ganas guardadas durante años.

Por otro lado, Halloween, una mujer de lo más intrigante. Se acercó a Norte con una sonrisa escalofriante en los labios.

― Creo que tenemos algo pendiente, Santa. ―dijo con ironía―. Apuesto a que te mueres por ponerme las manos encima... ―dijo con las manos en jarra y una mirada seductora, dejando de ese modo bien claro el doble sentido de la frase.

Norte se puso en guardia, no sin antes sonrojarse un poco. Algo que le pareció muy curioso a Jack.

― ¡Cállate, Bruja! ¡De esta no escapas! ―gritó enfadado. Ella sonrió con inocencia.

― No pensaba escaparme, corazón... ―dijo. Y luego abrió los brazos y de la nada empezaron a aparecer todo tipo de pequeños monstruos dispuestos a atacar todo aquello que vieran.

Norte se puso en guardia y empezó a propinar puñetazos a diestro y siniestro. Jack, Hada, Mérida y Sandy hicieron lo propio. Los pequeños demonios surgidos de detrás de Halloween eran un verdadero calvario. Sin embargo, se los quitaban de encima con bastante rapidez. Norte, al ver que Halloween reía y se alejaba un poco, la siguió dispuesto a enfrentarse a ella.

Al tiempo, una figura pequeña e inocente apareció mientras los dientes de Hada empezaban a desaparecer. El Hada de los dientes, asustada, miró hacia la pequeña niña de rizos rubios ataviada con una capa negra con capucha. Vejez. O, como solían llamarla entre los mortales; la muerte. Le robaba los recuerdos cuando la gente fallecía. A pesar de su apariencia inocente y adorable, la pequeña era una verdadera víbora. Hada, harta de la pequeña, salió volando dispuesta a recuperar sus dientes.

Jack, Sandy y Mérida se quedaron atrás, todavía quitándose de encima los pequeños demonios de Halloween.

― Puede que seamos los únicos polos opuestos que luchan juntos en lugar de pelear entre nosotros. ―dijo Mérida en voz alta hacia Jack.

Él sonrió a la vez que dejaba a uno de los demonios totalmente helado.

― Eso parece... lo que me recuerda... ―dijo a la vez que le quitaba un pequeño duende con máscara de encima de Sandy, a lo que él se lo agradeció con una enorme sonrisa―. ...que sombra todavía no ha aparecido...

Mérida, sin embargo, no estaba del todo de acuerdo. Acababa de dejar a unos cuantos demonios a raya con una de sus flechas de fuego, sin embargo, no parecía que el fuego fuese un problema para ellos. Jack estaba ocupándose de la mayoría, pues el frío si les afectaba.

― ¡Jack! ―gritó a la vez que fijaba la mirada hacia la torre más alta del pueblo―. ¡Cúbreme! 

― ¿Qué vas a hacer? ―preguntó a la vez que la veía pasar corriendo por delante e iba congelando a todos los demonios que se le acercaban.

― ¡Chamuscar algo! ―Jack miró la dirección en la que iba y vio a Sombra.

Estaba inundándolo todo con sus sombras desde arriba de la torre más alta del pueblo. Y Mérida se dirigía directa a la boca del lobo. Sin darse cuenta de que su llama... no estaba tan encendida como lo había estado...

― ¡Sandy! ―gritó hacia el creador de sueños. El aludido se giró a la vez que las arenas del sueño dormían a unos cuantos demonios, que curiosamente se amontonaban a dormir juntitos como si se tratasen de pequeños niños después de jugar toda la mañana―. ¿Puedes ocuparte solo de estos?

Brave y Los Guardianes; La llama que deshace el hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora