El sueño.

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Después de que las hermanas comentaron lo que veían, comenzaron a ver y escuchar cosas más frecuente, siempre escuchaban algo al estar juntas, eran ruidos de cosas moverse, caerse, de quejidos, incluso escuchaban que las llamaban por su nombre pero cuando veían algo... siempre estaban separadas, no se tenían la una a la otra en esos momentos, de miedo... miedo a la desconocido.

Aunque eso no impedía que dejaran sus deberes, seguían normal en la escuela, con su familia y entre ellas. La relación que tenían incluso se fortaleció, porque en esos temas solo se tenían la una a la otra.

Leisha volvió a ver a la mujer, pero ya no solo a ella, sino también vio a un hombre.

Leisha está fuera de su casa, dándole la espalda. Estaba frente a su camioneta y en el reflejo de la ventana vio a un hombre pasar, sintió su presencia pasar, ya saben, simplemente sabes cuando alguien está detrás tuyo. Cuando volteo para verlo... no había nadie. En el reflejo solo vio la silueta pasar... pero algo le decía muy dentro de ella que era alguien joven, de una "vibra" intensa y por alguna razón sabía que vestía de azul.

La vida te puede jugar muchas bromas y tu mente más. Pero cada que algo así pasaba, las hermanas estaban seguras. Esa misma noche Megan se encontraba a fuera de su casa, en el jardín jugando con su balón de volley ball. Cuando voleaba el balón y trataba que no se cayera, vio en el reflejo de la puerta de la casa, una puerta grande de metal, con espejo, a un hombre viéndola jugar desde la entrada del jardín, simplemente estaba parado ahí muy atento. Megan soltó el balón y se giró rápidamente para verlo y al hacerlo no había nadie ahí, ni rastro de haberlo estado. Se quedó asombrada, no hizo nada más que sentarse y esperar a que Leisha llegara a casa. 

Cuando Leisha llegó, a los minutos, pero esos minutos parecieron una eternidad para Megan, Megan le dijo a su hermana lo que había visto, estaba vez Leisha se rió.

- ¿De qué te ríes estúpida? - Dijo Megan obviamente molesta.

- Me río porque también vi a un hombre hoy. Bueno... no lo vi al 100% pero sé que era un hombre.

- Lo vi vestido de cuadros...

- ¿Azules? Porque por alguna razón siento que iba de azul.

- No. Es. Cierto. Los cuadros de la camisa eran azules.

Ya no sabían que pensar ¿asombrarse? ¿ignorarlo? ¿asustarse? ¿dejarlo pasar? ¿reírse?. Optaron por las últimas dos opciones.

...

Leisha vio a una mujer a lo lejos, una mujer de estatura media, tenía cabello alborotado, ojos grandes y eso la perturbaba, porque su mirada estaba perdida, desorientada, pero esa mujer que se veía demente estaba a lo lejos entre la multitud, Leisha no tenía por qué sentirse incomoda.

Conforme el día pasaba veía a esa mujer cada vez más cerca ¿la estaba siguiendo? pero no le dijo nada a sus amigos o familiares, no quería preocupar a alguien. Cuando Leisha por fin llegó a su casa, estacionó la camioneta en la cochera, la apagó, verificó que las luces se hayan apagado, quitó las llaves, tomó su bolsa y su celular para después abrir la puerta y al levantar la vista ver a esa mujer justo frente a ella, viéndola directo a los ojos. Leisha se quedó en shock, pensó tantas cosas tal vez en un segundo, ya saben, la mente es imparable. ¿Qué demonios hacía esa mujer en su casa? ¡En su cochera! ¿Qué quería? ¿Por qué su cara estaba tan jodidamente lastimada? ¿Debería gritar? pero claro que no, Leisha ante situaciones difíciles, simplemente no podía reaccionar, pero si que lo hizo esa vez, lo hizo cuando esa mujer la tomó rápidamente de las muñecas y clavaba su mirada en la mirada de Leisha.  Gritó de una manera desesperada al borde de llorar.

Leisha despertó de esa horrible pesadilla, no había gritado, pero si sentía su corazón muy acelerado, pareciera que se le saldría del pecho en cualquier momento y sentía unas ganas inmensas de llorar, ¿qué hora era? ¿madrugada? veía su habitación oscura. Con miedo se levantó de su cama para ver a la cama de su hermana, Megan estaba dormida, tranquila.

No pudo pegar un ojo en la noche, cada que lo hacía veía a esa mujer y su mirada perturbadora. 

No podía hacer nada más que pensar. ¿Por qué no puedes controlar tu mente? ¿Por qué por más que trates de pensar en algo diferente, vuelves a lo mismo? Llego un punto que con cada minuto que pasaba, con cada minuto que su mente trabajaba se dio cuenta de algo. Esos ojos, ese cabello de la mujer de su sueño, se parecían a los de la mujer que aparecía en su casa. Algo muy dentro de ella le decía que vio la imagen completa de esa mujer.

Quería que pasaran rápido las horas, quería que fuera de mañana para poder contarle a Megan esa pesadilla tan extraña. De alguna forma, mediante ese sueño, Leisha sabía que esa mujer... necesitaba ayuda. Ayuda de ellas.

Cierra bien la puerta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora