Siempre que tienes un plan así sea el mejor elaborado que tengas, la vida te pone juegos, pruebas, nunca te puede salir algo 100% bien y la vida se burla de ti, lo disfruta.
Ese sería el caso de las hermanas, Megan ya tenía su ritual bien estructurado, ahora tenían que crear otro plan para conseguir 2 cosas clave. Una pregunta que solo Nix pudiera responder y algo preciado para ella. Tenían el nombre de los padres de Nix gracias al caso tan popular la cuestión aquí era ¿seguían vivos? Deberían tener más de 80 años ¿dónde estaban? ¿seguían en la ciudad? ¿Por qué todo hacía que tuvieran que ir a preguntarle a su abuela?
Probablemente mediante el arte de la brujería podrían hacer algo, pero según Lara eran muy jóvenes para que se comenzaran a gastar tan pronto, ya mucho tenían con lo que harían, así que esto tendrían que hacerlo a la antigua.
- Leisha ¿qué rayos le podemos preguntar a mi abuela?
- Pues así sin más, si sabe algo de quién le vendió la casa.
- Pero eso ya lo sabemos. Ya sabemos quién es.
- Si, pero algo más. Tal vez haya otra forma de descubrir dónde vive.
- Si es que vive, porque vamos, ya tendría mucho tiempo en esta tierra.
- ¿No puedes aguantarte tus comentarios, cierto?
- Por supuesto que no. ¿Qué tal Facebook?
- ¿En serio crees que un señor de tal vez más de 80 años tendrá Facebook?
- ¿Qué tiene? - Ambas rieron - ¡Nuestra abuela tiene! y el abuelo quiere.
- Búscalo tu - Megan tomó su celular, abrió la aplicación y tecleó Adolfo Salazar aparecían muchos resultados para ser honestos, pero ni uno que pareciera dar indicios de que era el Adolfo que buscaban.
- Ok, tal vez ese señor no se quiso modernizar ¿entonces ahora qué haremos?
- ¿Crees que lo hallemos en el directorio?
- ¿Eso existe? - su cara demostró toda la sorpresa del mundo y confusión.
- Bueno hay uno de hace un par de años, si intentamos con Facebook, ¿por qué no?
Ambas se pusieron de pie para ir a la sala buscaron entre viejos cuadernos que tenían sus abuelos en un rincón y encontraron el gran directorio, Leisha comenzó a buscar ¿cuántos hombres llamados Adolfo había en Ciudad de México? Pero lo encontró, Adolfo Salazar Lagos, algo muy dentro de ellas les decía que si era quien buscaban. El dato curioso es que ese numero concordaba con los de la colonia donde vive Irma, su madre, entonces Adolfo vivía cerca.
Megan tomó sin pensar 2 veces su celular y marcó el numero de su mamá.
-¿Qué haces? - Dijo Leisha acercándose para escuchar.
Del otro lado de la línea se escuchó:
- Megan hija ¿pasó algo?
- Mamá ¿cuál es el numero de tu casa? ¿tienes teléfono?
- Hija si ustedes no se lo saben es porque hace mucho lo cancelé.
- ¿Te acuerdas cuál era?
A veces Irma prefería no cuestionar las locas ideas de sus hijas, así que sin más se lo comenzó a dictar. Si, una vez más, acertaste lector. El numero de la casa de Irma es el mismo que el que estaba en el directorio a nombre de Adolfo.
Leisha tomó su bolsa, la de su hermana, las llaves de la camioneta, a su hermana de la mano y salió de su casa gritando:
- ¡Regresamos en un rato, abuela! - Estaba más que segura que eso le costaría un buen regaño cuando llegara a casa, más bien dos, uno por parte de su abuela y otro por parte de su mamá. Ya saben, el discurso de "no te mandas solo hasta que cumplas la mayoría de edad" que luego se volvería en el discurso de "mientras vivas bajo este techo".
Las hermanas se dirigían a casa de su mamá, bueno, con el vecino de enfrente, con el vecino que dijo que el viejo propietario de la casa de Irma era una clase de brujo.
Al llegar se estacionaron en casa de su mamá, ya que ella estaba en el trabajo. Bajaron y tocaron la puerta del vecino de enfrente. Tardaron un rato en atender, pero lo hicieron.
- Buenas tardes ¿qué se les ofrece? - era un señor alto, moreno, facciones bruscas.
- Buenas tardes, somos hijas de Irma ¿podríamos hacerle unas preguntas? - Dijo Megan, el señor vio hacia casa de Irma, extrañado, luego las vio de vuelta a ellas.
- Claro ¿qué quieren saber?
- ¿Qué sabe sobre la persona que vivió antes que mamá ahí? - preguntó Leisha, el vecino de inmediato hizo cara de disgusto.
- No sé por qué les interese pero ese viejo estaba loco, hacía muchas cosas, no supe más de el, para ser honesto. - ¿para ser honesto? Si había una cosa que irritaba en todos sus sentidos a Leisha era que le mintieran en la cara.
- Sonará raro pero ¿está solo?
- Si ¿por... - Leisha lo empujó adentro de la casa, Megan no sabía qué pasaba pero siguió a su hermana cerrando la puerta tras ella y las cortinas de las ventanas.
- Señor necesito que me diga lo que sabe sobre Adolfo Salazar, todo lo que sabe sobre él, por las buenas o por las malas, pero lo dirá. - Mientras decía esto, Leisha lo tenía sujeto de la playera.
- A ver par de niñas estúpidas - comentó golpeando la mano de Leisha para que lo soltara. Segundo error. - No sé qué mierda les pasa por la cabeza pero se largaran de mi casa ahora mismo. - Avanzó hacia donde estaba Megan para tomarla bruscamente del brazo y así sacarla. Tercer y más grande error, porque puede que Leisha deteste que le mientan pero si había algo que definitivamente odiaba, era que tocaran a su hermana.
Leisha fue quien ahora golpeó la mano de ese señor, era curioso que a este punto siguieran sin conocer su nombre, pero en fin. Ese señor no sabía que probablemente ella estaba tan loca como lo estaba Adolfo. Leisha lo tomó del mentón y miró directamente a los ojos de esa persona.
- Et erimus oboedientes - Al Leisha decir esto, el hombre se calmó y asintió. - Siéntate. - Y eso hizo.
- ¿Qué demonios? - Dijo Megan mientras se ponía al lado de su hermana, quien estaba frente a ese señor. Leisha seguía viendo a los ojos a esa persona y dijo:
- Cor tuum ad me, et lingua loquor ad te. - Ese señor volvió a asentir. Megan solo pasaba de ver a su hermana a ese hombre. - Dime qué sabes de Adolfo.
- Estaba demente, después de que falleció su esposa se apartó de todos, los vecinos comenzaron a temer, pero no le hacía daño a nadie así que nunca hicimos nada.
- ¿A qué se dedicaba?
- Siempre traía cosas extrañas a su casa, se escuchaban ruidos fuertes, gritos de él, llantos, veíamos humo, sacamos la conclusión de qué era un brujo, aunque fuera una historia muy disparatada.
Se escuchó ruido de un auto llegar a casa, Megan se asomó por la ventana y si, tendrían compañía.
- Leisha hay que largarnos, ahora. - Leisha ignoró por completo a su hermana, sin dejar de ver a ese hombre dirigió su mano hacia el picaporte y puso seguro a la puerta, Megan se sorprendió, no sabía que su hermana podía hacer eso y al dirigir la mirada a su hermana se dio cuenta de que la nariz de Leisha comenzaba a sangrar.
- ¿Dónde está ahora?
- Se fue a un asilo.
- ¿Cuál asilo? ¿Aquí en la ciudad?
- Si, en la Fundación Dolores Benedet.
- Le dirás a las personas que entren que solo me ayudabas por el pequeño derrame que tuve y actuaras como si nada, no recordarás nada de está conversación ¿entendiste?
Asintió una vez más y con esto Leisha abrió la puerta, dejando de ver al hombre. No hubo mucho problema, las personas que llegaron no se preguntaron mucho, así que se fueron de esa casa.
- ¿Que rayos fue lo de adentro? - preguntó Megan aun confundida.
- Recuerda que de ambas, a mí es quien Lara a puesto a trabajar más su mente.
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Cierra bien la puerta.
ParanormalLeisha y Megan llevan viviendo con sus abuelos prácticamente toda su vida, son dos hermanas adolescentes normales. Vida normal, problemas normales. Historias familiares... algo extrañas. Lo que no esperaban era ver a alguien en su casa, alguien...