— Si, yo sé que en ese aspecto sabes más que yo... ¡Por ahora!... pero no sabía que podías usar la telequinesis.
Leisha se rió - A decir verdad, ni yo sabía. Lara dijo que era posible pero que es difícil, no se equivocó, por eso comencé a sangrar. - Decía eso mientras aun sostenía una servilleta contra su nariz. - Lo que sé es que estaba encabronada, no pensé qué hacía o la consecuencia.
- ¿Por qué no me usaste?
- ¡Porque me dejé llevar por el coraje! Además, tenía que concentrarme en que quería mantenerlo bajo mi control, pensar qué preguntas hacer y en que quería asegurar la puerta, hubiera sido aun más difícil si tuviera que canalizarte mentalmente.
- Pues tienes que conservarte para el ritual, yo lo habré planeado, pero tu lo llevarás acabo y no puedes estar en malas condiciones... en caso de que llegue a salir mal.
Llegaron a casa, claro que les llegó un gran regaño, no hallaban donde esconderse para que no les lloviera piedras encima, recibieron el sermón de "no se mandan solas" "saben que es peligroso" "hay problemas" "¿Qué tal si hubiera pasado algo?" "mínimo hubieran avisado", después de todo lo que ya esperaban escuchar, se fueron a su habitación.
Conversaron de la poca pero importante información que tenían:
1.- Adolfo practicó brujería.
2.- Asilo Dolores Benedet.
- Bueno el asilo no está lejos de aquí, podríamos ir a preguntar mañana. - propuso Leisha.
- ¿Qué? nos acaban de dar una regañada y ¿pretendes que nos dejen ir? ¿a qué iríamos? No podremos echar mentiras.
- Podemos decir que una de las dos tiene que convivir ya sea en un asilo o casa hogar por algo de la escuela, no sabrán que eso es la mentira, lo que les importa es saber dónde estamos.
- Está bien, mañana veremos si Adolfo sigue vivo.
- Terca. - Megan solo se limitó a sonreír.
Las hermanas estaban en su habitación, riendo, se ponían al tanto de los chismes del día y qué opinaban sobre eso, siempre que estaban juntas era una de dos: o estaban peleando, o estaban a carcajadas. Últimamente, era la segunda.
- ¡NO PUEDE SER LEISHA, VOLTEA! - Gritó Megan con cara de asombro.
- Megan no estés jugando, estúpida.
- ¡VOLTEA! ¡HAY UNA MUJER ATRÁS DE TI! - ¿Qué lógica tenía eso? Leisha estaba pegada casi a la pared.
- No sé cómo puedes jugar con ese tipo de cosas después de lo que ha pasado. - Al terminar de decir eso Leisha sintió cómo tocaban su hombro. - NO ME JODAS - Leisha se levantó lo más rápido que pudo quería llorar, gritar, su corazón estaba acelerado y se volteó para ver quién la tocaba.
Al hacer eso, despertó.
Nuevamente no había nada en su cuarto, todo estaba oscuro, pero esta vez no se pudo aguantar las ganas de llorar, no le diría a sus abuelos porque jamás los mortificaría por algo así, pero en cambio a su hermana...
- ¡Megan! - En esos momentos odiaba el sueño pesado de su hermana. - Maldita sea ¡MEGAN!
- ¿Qué pasó? - respondió su hermana más dormida que despierta.
- Bájate a la chingada de ahí. - Megan seguía sin saber que pasaba pero hizo caso, al bajarse jaló el cordón de la luz para ver a su hermana. Se sorprendió de verla roja por llorar.
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Cierra bien la puerta.
ParanormalLeisha y Megan llevan viviendo con sus abuelos prácticamente toda su vida, son dos hermanas adolescentes normales. Vida normal, problemas normales. Historias familiares... algo extrañas. Lo que no esperaban era ver a alguien en su casa, alguien...