Capítulo 8

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Había sido la noche más increíble de mi vida.

Había hecho el amor con el ángel más hermoso que había pisado este mundo. La había hecho mía y era mía desde ahora y para siempre.

No era capaz aún de comprender mis sentimientos por esta hermosa pelirosa pero sospechaba que me estaba enamorando como nunca me había enamorado de nadie.

Sakura era todo lo que un hombre podría desear. Era hermosa, era sensible, sincera, dulce e inocente. Era sexy en su inocencia. Increíblemente deseable en su ingenuidad.

En el sexo era entregada, tranquila y a la vez explosiva.

Alcanzaba unos orgasmos devastadores que te hacían quedarte deseando darle más.

Pero yo no podía estar con ella y esto me desarmaba.

Yo tenía una prometida con la que iba a casarme dentro de un año. Una prometida a la que no amaba. Una prometida con quien fingíamos estar bien y ser felices pero sabiendo que eran patrañas.

No podría sostener esta doble vida por mucho tiempo más pero no podía imaginarme sin Sakura . Sakura era mi oxígeno, sin ella moriría. Me atormentaba buscar una solución y no encontrarla.

Sakura se removió en mis brazos y despertó.

- Buenos días, preciosa – dejé un beso en su coronilla – ¿Cómo has dormido?

- Mmm – ronroneó – Muy bien, y ¿tú?

- Como nunca

La atraje más a mí y la besé. Sakura se restregaba inocentemente contra mí y su desnudez despertó mi erección.

Sentía sus húmedos pliegues contra mi pierna y me endurecía cada vez más.

- Cielo… - me separé un instante – no deberías moverte así…

- ¿Por qué? – preguntó con inocencia

Tomé su mano y la llevé hacia mi miembro haciéndola sonrojar.

- Mira lo que has hecho – susurré contra sus labios

Se separó un poco de mí al instante pero volví a atraerla

- No te vayas

- No quería incomodarte

- No me incomodas en absoluto, pero muero de ganas de volver a hacerte el amor y no creo que esté bien

- ¿Por qué no? – me miró desde su rubor con una mezcla de inocencia e incredulidad

- Porque debes estar un poco dolorida aún – expliqué

- No tanto – confesó encendiéndome

La recosté sobre su espalda y me recliné sobre ella besándola

- ¿Quieres hacer el amor, cielo? – pregunté socarronamente

- Sí – murmuró ruborizada

Comencé a besarla con desesperación haciéndola gemir.

Llevé mi mano a su sexo y comencé a acariciarla hasta sentirla húmeda entre mis dedos.

Besaba sus pechos a la vez que mis dedos se colaban en su interior.

Se retorcía contra mí con desesperación gimiendo y susurrando mi nombre. Cuando la encontré suficientemente lubricada y dilatada me separé para coger un preservativo.

Se quejó al notar el vacío en su sexo haciéndome sonreír.

Me volví a recostar sobre ella y acerqué mi glande a su entrada.

(N&S) Mi niña de prosper +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora