XI

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Las uñas de Gerard parecían no tener fin, pues sus dedos temblaban mientras éstos iban directo a su boca, y sus dientes quitaban los restantes de uñas y cuero de sus dedos.

El sol ya no estaba, se escondió mientras Gerard recitaba las palabras que su amado le dijo esta mañana.

Las palabras.

Cuando el sol seguía en la cima, su preocupación estaba hasta los suelos. La opresión de su pecho no era tan fuerte, y sus ojos no veían el reloj como ahora lo hacía.

Este marcaba 2 am.

Ya había perdido la cuenta de cuantas veces se fijó por la ventana para ver si él llegaba, o cuentas veces encendió la radio para disipar aquella conducta que no era rara en él.

Nervioso, angustiado e histérico.

El tiempo pasaba tan lento, ¿Porqué lo hacía?

¿Acaso el tiempo se ponía de acuerdo con Frank para hacerle la vida más difícil?

Su cabeza palpitaba por cada segundo que el reloj contaba, su corazón daba un vuelco cada vez que la puerta hacía un ruido extraño, y se paralizaba cuando creía escuchar la puerta abrirse.

Y maldecia porque no era Frank quien estaba ahí.

No era nadie, después de todo.

Sólo era su cabeza jugandole malas bromas, de nuevo.

Su dedo presionaba los botones de la radio mientras trataba de encontrar una buena estación que valiese la pena.

"Aquí 107.5, tenemos a Marshall Benne-"

Basura.

"¿Puedes contarme tu problema, Amanda?" una voz femenina habló, luego respondió otra pero con la voz gangosa, al parecer había estado llorando"Si, creo que mi esposo me en-"

Aburrido, aburrido, aburrido.

¿Ya no había algo más impactante en este mundo fuera de los embarazos de adolescentes, crímenes, y muchísima corrupción?

Drama y más drama, y todos sabían que el drama era para ocultar lo que en verdad importaba.

Justo como su situación.

Aun recordaba la voz de su hermano diciéndole insultos poco coherentes.

Marica.

Lame pollas.

Gay.

Aquello no era entendible, se suponía que él debía ser el que se burlase, no el hermano menor.

Y aunque fuera el hermano mayor, siempre recibiría burlaspor parte del menor. Porque según su difunta madre el siempre fue especial, y Mikey no lo era.

Pero claro, él no quería decirle a Mikey que no era especial, él no era cruel como el menor, él si lo quería.

Él si se preocupaba.

Él lo amaba.

Una sana relación entre hermanos, todo lo que quería y necesitaba.

Pero siempre querer era algo muy diferente que necesitar.

La casa calló, y su mente se permitió explorar todos los rincones que había en ésta.

Una sensación de irregularidad fue propagada por el silencio que había en el ambiente, al poco tiempo se sentía ansioso, y con muchísimas miradas encima, aunque no había nadie, absolutamente nadie.

Suspiró y se removió en su asiento. Una mueca se formó cuando volteó detras suya, y se percató de que no había nadie.

Absolutamente nadie.

Volvió a tranquilizarse, pero esta vez abandonó su lugar en el sofá y fue, prácticamente corriendo, al baño.

Las baldosas blancas pudieron resguardar su cuerpo del extraño ruido que sonaba afuera de las cuatro paredes, sus ojos recorrían el baño y trataba de encontrar algún lugar seguro. El lugar que antes creía que era seguro ya no parecía ser lo mismo, sentía las paredes moverse y pasos acercándose, eso no era señal de seguridad.

Un nudo en su garganta se hizo presente cuando la manija de la puerta de movió con rapidez, y de la misma manera fue a esconderse a una esquina un poco apartada de la puerta. Sabía que el seguro viejo y corriente no aguantaría más, así que escondió la cabeza entre sus piernas, y dejó que el destino haga lo suyo.

Una patada.

Dos patadas.

Un grito en su nombre.

Y otra patada.

Nada hacía que se moviera de su lugar, había una probabilidad de que la persona tras la puerta estuviera enojada y desesperada, y tal vez le queria hacer daño, pero no entendia, no había nadie que lo odiara, o que fuese su enemigo.

Al menos no que supiera.

¿Cómo tener enemigos cuando las únicas personas que conoces son ancianitas dulces que te regalan un poco de azúcar en las tardes?

El ruido era indefinible, una mezcla de gritos con su nombre y unos extraños sollozos que le hacían la piel de gallina. Los sollozos demostraban cuanto sufrimiento tenía la persona detrás de la puerta, y el sufrimiento era muchísimo.

Escuchó una taza de té golpear con el suelo, haciendo un sonido seco.

Y haciendo que el alivio lo invadiera de nuevo, justo cuando sus ojos se abrían.

Y para cuando ya estaba sentado en su cama, mientras que su corazón quería salirse de su pecho, se percató de que todo el miedo aún seguía ahí, pero que los gritos se detuvieron.

Fue sólo un sueño.

¿Fue sólo un sueño?

— Fue sólo un sueño.— aseguró, mas bien para si mismo.

Todo había sido tan real, el miedo, la adrenalina... Eso pudo ser más real que lo que estaba experimentando ahora.

Llevó sus manos a su cabello y se distrajo observando un punto fijo en la pared, sus labios cerraron y sus ojos igual.

Extendió su brazo para encender la luz, sus ojos tardaron en acostumbrarse a la luz artificial, era un hecho que ya no podría volver a dormir.

A veces se preguntaba cuál era la realidad y la ficción, a veces pensaba que el tiempo seguía un ritmo indefinido que sólo hacía desesperarlo y volverlo ansioso, y a veces a preguntaba si el hueco que faltaba en la cama volvería.

Era el tercer día en el que el hueco era sustituido por almohadas, en el que Frank no se presentó.

Las almohadas no lo pudieron llenar, después de todo.

Sus pies tocaron en suelo mientras su garganta pedía un poco de agua, abrazó su cuerpo mientras caminaba por el pasillo oscuro, llegando a la cocina agarró un vaso de cristal y lo llenó de agua, una sensación dulce recorrió su cuerpo al ya tener el agua en su garganta.

También se preguntaba que, si el agua de supone que no tiene sabor, ¿porque siempre es tan dulce para su cuerpo?

Otra pregunta irrelevante sin respuesta, al parecer.

Cuando el agua casi llegaba al final, escuchóun sonido peculiar.

El peculiar sonido que hacia na puerta al ser desbloqueada.

Su instinto no fue esconderse al pensar que era un ladrón, al contrario, sus pies fueron automáticamente a la puerta principal, sin ningún otro pensamiento fuera de saber quien era la persona en su sala.

Aunque la silueta que estaba en frente de él era tan reconocible, alzó su brazo para asegurarse que era la persona que el imaginaba,  y que no era otro juego que su mente le daba.

Grande sorpresa fue la que se llevó al ver esos ojos tan conocidos.

— ¿Frank?

unhappy -frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora