XII

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La sombra que había en su sala no era un ladrón, ni mucho menos un desconocido. Era nada menos que él.

Sus ojos dieron una rápida mirada a la anatomía contraria.

Mismos ojos pardos, misma nariz respingaba, y mismo aire frío que siempre lo acompañaba.

Era él.

Era Frank, nada menos que Frank.

Sus articulaciones parecían haber cobrado vida propia, su mente estaba tan lejos cuando sintió como envolvía sus brazos en el pequeño cuerpo del otro, y su corazón estaba al lado del contrario. No lo podía creer. No podía ser real.

No podía ser real.

¿Era acaso esto real?

¿Era esto un sueño?

Si era un sueño, no desaprovecharia  la oportunidad de hacer lo que en sus anteriores y verdaderos sueños quería.

Fue un simple toque, un simple movimiento de su cabeza, o una simple tontería lo que hizo unir sus labios. Una tontería porque Gerard teniendo iniciativa era eso, una tontería.

Simples y sencillos movimientos hacían que toda su anatomía temblara, sus manos no sabían a donde ir, así que fueron a la nuca contraria, fue en ese momento donde notó un tibio sabor a alcohol en los labios de Frank, ignoró aquello, ¿cómo prestar atención a otra cosa que no fuera los rasposos labios de Frank?

Disfrutó tanto el contacto con los labios ajenos, que por un momento pensó que Frank también lo hacía.

Pero no fue así.

Sus labios hicieron un ruido sordo cuando Frank apartó a Gerard lejos de él, cohibido y confundido, preguntó con palabras sordas que era lo que pasaba, a lo que Frank soltó una risa irónica, llena de ironía, y tal vez un poco de odio.

— ¿Crees que puedes venir, abrazarme y aparentar que toda esta mierda está bien, Gerard?

Su sonrisa desapareció al oír las palabras y el tono del mayor, aunque con un poco de esperanza de arreglar las cosas habló.

— Yo estuve pensando todo este tiempo, Frank. —inició, con un tono inseguro y tropezandose con algunas palabras— Pensé en ti y en nosotros, y, y... —la mirada de Frank seguía calandole los huesos, esos ojos parecían estar cansados de todo aquello, pero con el poco de valor que le quedaba abrió su boca, dispuesto a decir lo que calló durante meses.— Me gustas, ¿Bien?, me siento atraído por ti de una manera colosal, y... sé que nuestro matrimonio tuvo sus altibajos, pero sé que con ayuda por parte de ambos nosotros podremos seguir ade-

— ¿Terminaste?

Cerró sus labios, incrédulo.

— S-Si. —contestó apenas, sin saber que decir. El valor que incrementaba cada vez que la oración se concluía se fue, y ahora se sentía inseguro y desnudo ante la mirada de Frank.

Tal vez está cansado, pensó.

— Bien, porque estoy harto de esa mierda.

Sus ojos se cerraron, luego de un par de segundos los volvió a abrir, y al parecer, lo que vivía no era una pesadilla.

Era la realidad golpeandolo.

— ¡Harto de ti, de este apartamento y de está puta vida!, ¿Cómo crees que me gustará un loco que piensa ser normal? No eres y nunca fuiste normal, y ahora que lo digo, no se que mierda vi en ti, pues desde un principio supe que todo esto se iría a la mierda tarde o temprano.

Había un pitido constante que le recordaba que esto era la realidad, y por primera vez quería que esto fuera otro sueño.

Tenía unas ganas increíbles de lanzarse por la ventana y huir de aquella situación.

unhappy -frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora