Mirando al océano nos volvimos locos

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Remando animadamente me adentro en el océano, que para mi suerte luce calmado y agradable al igual que la brisa marina que nos golpea el rostro. Llevábamos navegando un buen puñado de minutos, Kim comparte helado a Tiramisú. A ellos no parece importarles nada, a pesar de que el trayecto estuvo tranquilo, mis brazos comienzan a acalambrarse de tanto remar, miro a Kim –Al menos podrías ayudarme -pienso. Observo nuevamente el folleto, ya que estamos en el mar, no hay mucho de donde guiarme, salvo por unas gigantescas rocas que aparecen en la descripción. Le pido a Kim que me acerque los binoculares y ella atiende mi petición. Agudizo mi vista lo más que puedo a través de ellos. Nada. No logro visualizar absolutamente nada aparte de agua, lo que me hace soltar un par de maldiciones.

-¿Qué sucede Kaito? -pregunta Kim con la boca manchada de helado.

-No encuentro el lugar. Según las descripciones de tu padre, los moluscos que buscamos deberían encontrarse en el fondo de una parte rocosa del océano, pero llevamos un buen rato navegando y no veo nada.

Kim mira hacia todos lados y su vista se queda pegada en dirección contraria, o sea en dirección a la playa. Ya no se ve nada de ella, prácticamente se siente como si estuviéramos a mitad de la nada, hago una mueca, pero recuerdo los consejos de mi padre, no debo desesperarme, soy Kaito Kid y soy capaz de hallar lo que me proponga.

-Vamos a seguir hacia adelante, algo tendrá que aparecer- digo.




Y apareció...a lo lejos se asomaban unas negras y puntiagudas rocas. No me importo el hecho de tener los brazos adoloridos, me he puesto totalmente ansioso, aplico un esfuerzo entusiasta y sigo hacia adelante hasta que el bote choca contra una de las rocas.

-¡Aquí es Kim! ¡Te dije que llegaríamos!

Estoy tan animado que se me han aliviado las molestias corporales, cojo el equipo de buceo y me preparo de un solo movimiento para descender hacia el fondo del mar.

-Quiero que te quedes aquí y no hagas nada hasta que yo vuelva ¿Quedo claro Kim? -le pregunto ajustándome los lentes de buceo.

A punto de saltar al mar, observo unas "cosas" que siempre logran que mi corazón de un brinco. No contaba con ello, estaba tan emocionado por las perlas que había olvidado un pequeño detalle. Estamos en el mar, y en el mar hay peces...

Antes de poder hacer algo, Kim les ha lanzado una cubeta, lo que ha hecho que ellos huyan nadando velozmente hacia todas las direcciones posibles.

-¡Niña! ¡No arrojes cosas al mar! - le grito- Pero, gracias- Le dedico una pequeña sonrisa y me lanzo al agua, todo sea por las perlas.


Después de todo Hermes tenía razón, he encontrado un montón de moluscos adheridos a las rocas del fondo, tanto así que tengo para regodearme. Aunque se que la probabilidad de perlas y que una de ellas sea Pandora no es muy alta. Pero soy positivo, he estudiado cuidadosamente a las ostras todo el camino y se cual debo abrir y cuales no, si es necesario llevármelas todas y quedarme hasta el anochecer, lo haré.


Luego de un rato vuelvo a la superficie llevándome conmigo la cubeta que Kim había lanzado anteriormente al mar. Mi búsqueda no ha dado tan buenos resultados como esperaba.

-¿Qué encontraste Kaito? - consulta Kim ayudándome a subir al bote.

-¡Una! ¡Entre todas ellas una! ¡Una mísera perla! Y además tendré que esperar al anochecer para verificar si es la joya que busco.

Mi cansancio y dolor de brazos ha vuelto. Al menos no me voy con las manos vacías. Así que me recuesto un rato dentro del bote para reponerme. Con la vista fija en el océano nos quedamos admirando los tres como las olas chocan contra las rocas que tenemos en frente.

Siento que los minutos avanzan lentamente en el mar y ver tanta agua provoca hambre, y el hambre dolor de cabeza. Cierro mis ojos intentando no concentrarme en nada, pero eso no me resulta posible. Una bella melodía cantada por una mujer me hace abrir los ojos.

No doy crédito a lo que veo, en la roca más cercana se encuentra Aoko entonando una pacífica melodía y con una tarta de las que siempre prepara en las manos.

-¡¿Qué demonios?! ¿Qué haces aquí?- le pregunto impresionado.

Ella me devuelve una angelical sonrisa y acerca la tarta con sus manos. El hambre logra que me ponga de pie de un salto para ir hacia ella.

-¡Hermano! - grita Kim poniéndose también de pie.

Por un extraña razón Tiramisú le gruñe, pero ella no le presta atención.

-¿Hermano? ¿De qué hablas? Es sólo Aoko y nos ha traído algo para comer- le aseguro a Kim.

Me siento extraño diciendo todo esto, mi mente no se encuentra en estado normal, puedo darme cuenta de ello. Kim da un paso hacia adelante gritando nuevamente "¡Hermano!" Y ésta vez Tiramisú le araña las piernas, lo que provoca que ella lance un quejido y mire al gato de una manera que no puedo describir.

Vuelvo mi mirada a donde se encuentra Aoko, quién sigue sonriendo y entonando la bella melodía. Busco una cuerda entre mis cosas sin apartar la vista de mi amiga, por motivos desconocidos no puedo parar de mirarla.

De repente un sonido metálico interrumpe el momento. Ha sonado tan fuerte que he pestañeado llevando mis manos a mi cabeza.

-¡Kaito! ¡No la mires! ¡No la escuches! ¡Vámonos de aquí!- grita Kim desesperada con una cubeta y un palo entre sus manos. Deduzco que ella ha hecho ese ruido.

-¿Qué te ocurre? Es Aoko, vamos a subirla al bote y nos iremos ¿De acuerdo? - le digo y a la vez Aoko aumenta el volumen de la melodía.

Pero Kim parece decidida a meter ruido, golpea el palo contra la cubeta repetidamente.

-¡Basta! ¡Deja de hacer tonterías! -le ordeno gritando.

-¡Kaito! ¡No es Aoko! ¡Es una sirena! ¡Te está tentando! ¡Sólo quiere hacerte daño! ¡Te matará!

Al decir eso, no ha dejado de hacer sonar la cubeta y unos arañazos de Tiramisú en mis brazos logran que mi mente "vuelva a la normalidad" Dirijo mi vista nuevamente hacia las rocas y ahora no logro ver claramente. Diviso una silueta que parece ser Aoko, pero a la vez se distorsiona y se vuelve borrosa, todo es borroso. Recuerdo haber leído un par de mitos griegos donde a los viajeros marinos les había ocurrido algo similar. No. Es imposible que Aoko se encuentre aquí. Lo que significa que estoy siendo víctima de un ataque de sirenas.

Como un rayo tomo ambos remos y doy marcha atrás. En ese momento la monstruosa sirena se abalanza sobre nosotros mostrando sus afilados colmillos. La golpeo con uno de los remos y ella sale volando hacia las rocas dando un horrible chillido. 

Sobra decir que nos hemos alejado del lugar a una velocidad increíble, y en un tiempo récord hemos llegado a la playa. No me preocupo de nada más que tomar a Kim de una mano y llevarla corriendo al interior del hotel. Tiramisú nos sigue el paso.

Cierro la puerta y le pongo llave. Los tres acabamos exhaustos en el piso con la respiración agitada. Observo preocupado a Kim, ella tiene los ojos llorosos y su cuerpo no para de temblar. De un segundo a otro, rompe en un desgarrador llanto que inunda toda la habitación. 

Tiramisú, Kaito Kid y una hija de HermesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora