Cuéntame una historia

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El llanto de Kim me tiene descolocado , no para de temblar y agarrar su cabeza con ambas manos , se ha hecho un ovillo en el suelo. Tiramisú intenta inútilmente ayudarla a su manera, pero la chic solo se altera mas ¿Qué hago? Sé que lo que sucedió hace un rato fue horrible, pero ¿Es para que esté así de asustada? No. Debe haber algo más.

Me acerco a ella –Kim tranquila, ya paso. Ahora estamos a salvo-me coloco en cuclillas y poso una de mis manos en su espalda –Ya pasó- vuelvo a decir. Ella relaja un poco los músculos para lentamente quitar las manos de su cabeza y mirarme con ojos llorosos que le partirían el corazón a cualquiera. Tiramisú se ha acurrucado a su lado.

-Tienes que calmarte, ese monstruo se encuentra lejos y no lo volveremos a ver. Además, recuerda que te dije que yo te defendería de los monstruos...no tienes por qué temer –Le explico de la manera más confiado que puedo. Kim aun sigue soltando sollozos involuntarios. A pesar de todo, sigue siendo una niña, no debería pasar por sustos tan grandes y menos con cosas tan poco comunes y terroríficas como la que vivimos hace un rato.

Nos quedamos los tres en el suelo por un tiempo indefinido, el gato y yo intercambiamos miradas. Por primera vez no son de odio, si no todo lo contrario, cada vez que la respiración de Kim vuelve a la normalidad, nos lanzamos pequeñas sonrisas tranquilizantes (él a su manera claro) Hasta que los sollozos de la chica han cesado por completo.

-¿Tienes hambre? Podemos pedir servicio a la habitación y ver una película -Cambio el tema.

Ella no termina de asentir cuando yo me encuentro marcando un botón que nos traerá los mejores manjares en un par de minutos.




Tanto atiborrar a mi estómago con trozos de pizza me ha dejado completamente en estado vegetal. Observo la televisión sin poner mucha atención. Kim insistió en que quería ver "El gato con botas" a lo que yo no puse objeción alguna, todo sea para que se sienta mejor. Tan así, que permito que me haga pequeñas coletas con el poco pelo que puede agarrar. Podría jugar que los sonidos que lanza Tiramisú son carcajadas al estilo gatuno. Debo verme ridículo.

La película finaliza junto con la luz del día, eso me hace recordar la perla que tengo guardada en el bolsillo. Ordeno a Kim que se de un baño. No quiero que me vea comprobando si la perla es Pandora, ya que podría acordarse de lo ocurrido esta tarde.

Cuando me aseguro de que Kim está bajo el agua, me asomo al balcón, levanto la perla entre mis dedos y la acerco a la luz de la luna como intentando ver a través de ella.

Nada. No es Pandora. Todo sirvió sólo para que Kim y yo casi muriéramos devorados. Lanzo un suspiro de resignación.

-¿Tampoco es la que buscas? -Dice de repente Kim a mis espaldas. Lleva solamente una toalla que le cubre "lo necesario", lo que hace que me sobresalte aun más.

-¡No sigas asustándome de esa manera! ¡Siempre apareces de la nada! -Le regaño.

A ella parece no importarle –Es bonita- Comenta apuntando a la perla que sostengo en mi mano.

-¿Tú crees? -Pregunto extrañado. Ella asiente sin quitar sus ojos de la perla –Si dices que es bonita entonces se la obsequiaré a alguien –Digo. Ella asiente sin ganas y vuelve hacia el interior. Me guardo la perfecta esfera de nácar en el bolsillo, si quiero regalarla debo hacerle unos retoques primero. Imito a Kim y entro a la habitación augurándome de cerrar bien la gran ventana que da al balcón y voy directo a darme una ducha.

Al salir del baño me dirijo al cuarto de Kim. Ella yace durmiendo plácidamente sobre la cama junto con Tiramisú. Les tiro una manta encima y me voy hacia la otra cama.

Tiramisú, Kaito Kid y una hija de HermesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora