~6~El diario

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La chica con ojos de zafiro se encontraba limpiando la casa por tercera vez consecutiva, necesitaba calmarse y esa la mejor forma para lograrlo, limpiaba las estanterías del cuarto de su hermana un libro viejo y empolvado cayó al suelo, Melody lo tomó, sopló su portada y lo abrió "Mi confidente, el único que me entiende" Ese era el pequeño texto que había en la primera página, manchada, sucia, casi rota, pero se entendía, la joven no contuvo la curiosidad y continuó, cada página tenía un pequeño texto junto con un dibujo pequeño que lo ilustra.

"A veces escucho voces que me dicen que sonria"

"Escucho cada una de las cosas de las cuales me acusan, pero yo solo obedezco a lo que me dice mi mente"

"¿Por qué no puedo pensar como ellos?"

"En mi mundo... Ah, no... No tengo ningún mundo, solo... Una voz en mi cabeza"

"Quiero que mi hermana sepa lo que paso, pero no quiero herirla"

"Solo quiero estar sóla, pero hay alguien ahí dentro diciendome «Sonríe, que nadie lo sepa» y obedezco"

"No... No quiero, no..."

"¡basta! ¡Déjeme sola!"

"Se ha ido... Pero volverá"

"¡¿Por qué me atormentas?! ¡Quiero ser feliz! ¡Basta! ¡BASTA!"

Melody trató de recobrar el aliento, cada cita, cada palabra, cada oración, cada página reflejaba una parte oculta de la vida su hermana, una parte que no se la confía a nadie, solo a aquel cuaderno extraño, lo cerró con fuerza y sus ojos se llenaron de lágrimas, quiso abrirlos y despertar en su habitación y poder reirse de su angustia, poder saber que todo fue una pesadilla y que su hermana está bien, pero no era así, siempre que abría sus ojos veía el mismo cuaderno, empolvado y casi roto, siguió así hasta que escuchó la puerta abrirse, se secó las lágrimas, guardo rapidamente el cuaderno donde estaba y siguió limpiando la repisa. Se percató al escuchar que su hermana subía las escaleras y la veía alegremente, pero su sonrisa se esfumó cuando Melody la miró fijamente.

-Has estado llorando.

La joven abrió los ojos sorprendida y se tapó la cara

-¿D-de qué hablas? Solo... Me entró algo de tierra en los ojos, es todo.

Raquelle le dedicó una mirada fría, no se sintió conforme con la respuesta de su hermana mayor, estaba segura de que ese enrojecimiento en sus ojos no era a causa del polvo, era de llanto.

-Dime ¿Qué pasó?

-Y-yo... Perdóname Raquelle, pero... No podemos manejarlo.

La mirada de la menor de transformó en una de desconcierto.

-Todo se puede manejar, Melody, te diría que no me lo dijeras, pero esta es mi habitación, de modo que estoy segura de que tiene algo que ver conmigo.

La chica de ojos azules ahora odiaba que su hermana entendiera su expresión, pero no tenía idea de como le explicaría a la de los ojos verdes que había violado su privacidad, conocía bien a su hermana y sabía que ella se enfadaría.

-N-no tengo valor, perdóname...

La joven se alejó dejando a su hermana con las palabras en la boca, entonces tomó el cuaderno que -sin saberlo- había pasado también por las manos de su hermana, buscó un bolígrafo y anotó una nueva cita

"Melody me oculta algo, estoy segura de que es grave y por eso no me lo dice"

Hizo un pequeño dibujo y guardó el cuaderno donde estaba antes y salió de su cuarto para buscar a su hermana, pero bien sabía que sus intentos serían fallidos, pero Melody no sabe mentir y este podría ser un punto a su favor.

Raquelle bajó y buscó a Melody, quien estaba sentada en un sillón con una mano en su cabeza y la otra en el pecho, una lágrima rodó por su mejilla levantó su vista cristalina y precipitaba a darse cuenta de quien estaba en frente se secó los ojos y trató de sonreír pero fue en vano.

-Ahora no podrás decirme que no te ocurre nada

-No, no es algo que yo pueda decir con facilidad es algo complicado, es decir, no es sencillo.

-Pero si lo fuera lo sería...

Melody se llevó la mano al corazón

-Pero, no lo es

-Pero si lo fuera, podría ser

-Pero si no lo es no y ya

Raqulle se resignó, debía tener paciencia para descubrir lo que ocurría, tomó un vaso y lo llenó de agua para luego prefecto a su hermana, cuando Melody lloraba, esa era la forma cómo Raquelle lograba que se tranquilizase, la joven recibió la bebida y se secó las lágrimas por tercera vez, ahora lo entendía, por más que lo negase, Raquelle no estaba bien, pero lo que más le atormentaba era que no tenía el valor para hablar con ella sobre aquello.

***

Ojos De Esmeralda, Mente De PerlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora