Ojos De Esmeralda, Mente De Perla

~16~Arrepentimiento

Han pasado 2 semanas, todo es igual, medicinas, calmantes, terapias, noches en vela, ojos sin brillo.

  Lo que nadie logró comprender entonces fue, si la dosis es adecuada ¿Por qué no mejora? ¿Por qué grita en momentos de soledad? Sólo una persona tenía la respuesta, y se trataba de la víctima misma, «Mi ambiente nunca fue suave» se decía Raquelle «Nunca dije como me sentía, ahora, esos silencios me harán ruido toda la vida» Sonreía con resignación viendo la vida que tuvo, la vida que valoró, nunca se sintió tan humana. Pensó en Will y sintió ternura, pensó en Melody y sintió nostalgia, pensó en el doctor y sintió gratitud, pensó en su padre y sintió tristeza, pensó en su madre y sintió nostalgia, pensó en ella misma... Y sintió miedo. Miedo de ella misma, miedo de su subconciente, miedo de su entorno, miedo, de la vida que llevaba.

  Pero siempre que se sentía en momentos de crisis, existía un trozo de papel que eliminaba sus miedos, palabras que repetía cada vez que sentía que ya no podía más, podría haberse convertido en otra parte de la monotonía que vivía en aquel lugar obscuro donde permanecía día y noche, tal vez si lo era, como tal vez no, lo único que sabía era que esa parte de la rutina no le desagradó en absoluto, se trataba se una carta pequeña, en la cual, cierto joven se dirigía a ella con palabras tiernas que le reconfortaron, cuando pensó que no se podía más. Esta le recordó en aquellos momentos, que su vida vale si se tiene el valor de enfrentarla, el contenido de aquella carta era breve, pero fue muy importante para ella. Y aunque nunca permitió que nadie más apreciase su contenido, la calma que refleja sus ojos luego de leer aquel relato, decía más que mil palabras. Desde entonces no salió de su mente, nunca se fue a dormir sin antes rogarle a un ser supremo si es que existía, la protección de aquél ser amado, rogaba por su salud y su felicidad «Por favor» Suplicó «Si alguien debe perecer o sufrir, que esa sea yo, a él déjalo vivir» Entonces se iba a dormir, sabiendo ya que al día siguiente continuaría la misma rutina, y el mismo desconcierto para aquellos que se encargaron de ella.

––No logro concebirlo, hacemos que siga sus horarios y tome sus medicinas con disciplina, y no hay señal de mejora en ella.–– Esas eran las palabras del médico a sus colegas, con ojos confusos y levemente nostálgicos.

  Entonces se tomó la decisión, la decisión que nadie debió tomar otro fue tomada, la decisión que acabó con la vida monótona de Raquelle para la eternidad: Ella no responde a los medicamentos, su esquizofrenia no mejora, necesita dosis más alta, así mejorará.

Dicen que más vale prevenir que curar, pues en ese momento, se debe curar debido a la prevención, sin mostrar objeción la paciente tomó las medicinas en una dosis diferente, pero su estado era aún mas deplorable que antes de decidirlo, pasaron dos semanas, que se hicieron pasar por siglos, hasta que las hicieron escándalo, pues en la mañana de un martes frío fue encontrada una joven de diecisiete años de edad, en cama totalmente inconsciente, con la tez palida, las pupilas dilatadas y el pulso anormalmente lento, fue llevada a emergencias donde se dedujo: Muerte cerebral debido a una sobredosis de calmantes.

Todo se derrumbó esa mañana, esa mañana Raquelle estaba allí, pero se encontraba lejos.