Capítulo 6 y 7

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Piso de alfombra, meseros de trajes, mesas y sillas bien vestidas, arañas brillantes muy luminosas y un pianista. Jamás en mi vida había venido a este restaurante. El murmullo abundaba. Este es un sitio para personas de clase alta. ¿Qué hacemos aquí nosotros?

Mi madre llevaba un vestido rojo largo, mi hermano y papá traje negro y yo un vestido color champagne. No tuve tiempo de peinarme por lo que mi pelo solo estaba a un costado de mi cabeza. Presiento que esta va a ser una noche larga y yo estoy muy cansada.

Nos sentamos en una mesa justo en el centro del restaurante, una luz nos alumbraba desde el techo de este gran salón al igual que lo hacía con las otras mesas. Me sentía extraña en este lugar, sin duda no estoy acostumbrada a esto. Luego de un poco de plática el jefe de mi padre, el cual ya estaba viejo al igual que su esposa, debe tener unos 85 o 90 años supongo, pide hacer un brindis y todos nos concentramos en las palabras del señor.

-Estoy muy contento que estemos aquí reunidos. Steve mi gran compañero, mi amigo, mi hijo que nunca tuve, gracias. Gracias de verdad por ser mi mano derecha, por estar en cada paso que di con la empresa. Por eso quiero anunciar que la cadena hotelera Iannuso pasa a ser propiedad de Steve Reid.

¡¿QUÉ HA DICHO ESTE HOMBRE?! Que alguien me agarre porque me desmayo. Todos quedamos sumamente impresionados. Papá solo era gerente de uno de los hoteles que hay aquí en la ciudad pero se llevaba bien con el dueño de todas esas maravillas, bueno más que bien. Estábamos en completo shock, era algo sorprendente. Ahora entiendo por qué el lugar.

Habíamos pedido el plato principal, yo estaba sentada de modo que a mi vista se veían un par de mesas vacías, comencé a observar a cada uno de los que estaban en mi radio. Viejos, jóvenes, adultos, amantes, novios, esposos, amigas, amigos, el lugar estaba repleto de ellos pero una mesa llamo mi atención. Una chica de vestido blanco se encontraba sola en una de las mesas en las cuales hace 5 minutos atrás estaba vacía. Su pelo negro cubría el perfil de su cara por lo que no pude descubrir su rostro. Trajeron la comida. Si un chico con dinero quiere conquistar a una chica que la traiga a este lugar y de mi parte, caigo a sus pies, todo era perfecto. La verdad no sé qué es lo que comimos pero estaba muy delicioso y elegantemente colocado en un plato blanco, me daba pena mover la comida de lugar. Alcé mi vista y la chica de hace un rato no estaba más en la mesa, que por lo que logre divisar, era la 35. Gire bruscamente, pero suave a la vez, mis ojos y mi cerebro detectaron algo recientemente visto. La chica de blanco no era solo una chica cualquiera. Era ella devuelta. Era ella y esta vez se sentaba en la silla que daba en diagonal a la mía. Parecía calcular todo para quedar justo en dirección de mis ojos. Mi vista se clavó en la de ella, se paró y comenzó a caminar hacia mi. Su vestido estaba viejo y sucio, su rostro no mostraba felicidad como antes, su mirada expresaba dolor, su andar era triste y solo escuchaba su forzada respiración. Yo permanecía inmóvil ante su presencia y devuelta era la única que la podía ver, porque alguien así no pasa desapercibido en un restaurante con 100 personas cenando. Sus intentos de llevar aire a sus pulmones se volvía más lento al pasar los segundos.

-Cree en mí o todo empeorará. – Logré escuchar eso y luego se desmalló o se esfumó, no sé muy bien qué pasó. Era la segunda vez que me lo decía, comenzaba a asustarme. Pero ¿por qué me asusta un simple producto de mi imaginación? Esto está mal, tengo que lograr controlar mi mente.

Nadie notó mi estado, fue lo único bueno de esto. La noche siguió su rumbo, charlas, risas, comida, vino del bueno, champagne pero mi mente no podía hacer otra cosa que reiterar imágenes de su rostro. Las campanas de la Iglesia dieron el fin a esta velada. Todos muy contentos y con expresiones de cansancio nos levantamos de nuestros lugares. Dejé que mi madre pasara delante de mí y comencé a bordear la mesa. Hice unos 3 pasos mirando el suelo para no enganchar el vestido en mis zapatos, ya que no estoy acostumbrada a esto y en el 4to paso...

Dos almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora