El sol no hacía más que calentar la tierra y eso me ponía de tan mal humor. Benjamín me hablaba y yo solo asentía o negaba con la cabeza. No quería que nadie me molestara, no quería escuchar a nadie. Solo silencio. Silencio.
Las yemas de mis dedos ya habían empezado a arrugarse por lo que decidí salir de la pileta. Él no salió. Tomé una silla y me senté en la parte donde había sombra, aunque parecía que el sol pegaba allí. El calor no paraba. Benja se acercó al borde y puso sus manos sobre mis pies. ¿No te da asco? Le pregunté y él solo negó con un movimiento de cabeza. Por mi parte tocar los pies de otras personas me daba mucho asco. No sé por qué. Hay muchas cosas que no sé por qué no me gustan, en parte son idioteces, capas que por eso no sé, porque son simple idioteces sin importancia. Pero admitámoslo, todos tienen qué saber que no me gusta tocar los pies de los demás ya que nadie podría obligarme. Solo una persona sin sentimientos y cabeza podría hacerlo o alguien que quiera que le chupe los pies porque le resulta sexy y excitante. De ser ese caso estaríamos enfrente de un completo loco. Chupar los pies de alguien, totalmente repugnante.
-Vamos a hablar – dijo de repente el castaño de pelo liso.
Su voz sonaba firme y sus ojos expresaban seguridad, al parecer no iba a cambiar de tema aunque yo me pusiera a rogarle porque la verdad es que no tenía ganas de hablar.
-Como quieras. – Dije haciendo notar mi desinterés.
-Mírame.
Lo miré.
-¿Qué? – Pregunté sin despegar mis ojos de los suyos.
-¿Fuiste al médico ya?
Oh no.
-No empieces con eso. Vos no.
-¿Por qué no? Es lo mejor.
-Voy a ir, voy a ir. No tengo ganas de discutir. ¿Tomamos algo? – Propuse.
-Claro.
Las palabras de Ethan aquella noche en la playa seguían dando vuelta en mi cabeza, algo que les pasó.
Media mañana del último día del año y el ruido en mi casa era terriblemente insoportable. Como todos los fines de año, toda mi familia venía a mi casa. Tíos, primos, mis abuelas, primos de mi papá y amigos de mis papas que no tienen la suerte de tener una familia tan grande como la mía. Mi papá tiene 5 hermanos y mi mamá 9, ambos son los mayores. Imagínense eso, y todos con hijos más chicos que yo. Cada vez que íbamos a alguna reunión familiar siempre me tocaba cuidar a alguno de mis primitos. No digo que odie los bebés, solo que no voy a una reunión familiar para andar cuidando nenitos.
Obviamente tuve que bajar a ayudar a ordenar todo. Había telas blancas, tablones, sillas, cajas con mucha vajilla, velas, flores, adornos, antorchas, etcétera. Ordenar y que todo quede perfecto me gusta, asi que esto es de esas pequeñas cosa que hago por placer.
Algunas mesas ya estaban acomodadas en el espacio libre que había en mi patio. Uno de mis primo que tiene mi edad (solo que él es más chico por 6 meses) viene solo para esta fiesta, ya que vive en Italia, y es algo así como un dj. La verdad que nos armamos una linda fiesta familiar todos los años. Puse los manteles blancos, ya que es tradición recibir el año nuevo de blanco, no sé por qué. Las sillas llevaban moños atados alrededor del respaldar, eso era todo un trabajo del que yo no me encargaba. En cada mesa iban tres floreros y entre medio de ellos una vela, pero eso lo pondríamos más tarde ya que ahora era muy temprano. En la pileta iban las típicas velas flotantes. El árbol que había a un costado estaba lleno de luces, en el quincho estaba la cocina y el baño. Para poder bailar habían hecho como un gran cuadrado de madera y al lado la música. Al final tuve que poner los moños de la silla yo porque mi mamá tenía que preparar el almuerzo. El clima había cambiado rotundamente que hasta corría un poco de viento fresco, había estado lloviendo hace unos días atrás. Estaba lindo.
ESTÁS LEYENDO
Dos almas
RomansaSamanta y Estefania eran amigas inseparables y fieles una la otra. Vecinas desde que nacieron, hermanas del alma hasta que una se fue, murió. El hecho marca un antes y un después en la vida de Samanta. Ella comienza una etapa nueva donde trata de de...