Eran las 3 de la mañana cuando me desperté. Me levanté sin un poco de ganas de volverme a acostar, no tenía sueño. Fuera de la cama hacía demasiado frio pero yo no lo sentía solo lo presentía. Se notaba en el aire, el aire olía a frío. Me puse mi bata blanca, calcé las pantuflas a mis pies, tomé mi celular y comencé a bajar las escaleras. ¿Qué estoy haciendo? No puedo hablar. Y esto no era un sueño, las agujas hacían su trabajo normalmente. Había descubierto que para diferenciar la realidad de los sueños tenía que ver los relojes. Si las agujas no giraban era porque estaba en un sueño pero si sí lo hacían entonces estaba despierta. Y hoy era ese caso. Se movían pero yo no me podía controlar.
Un fuerte impulso me dio la vuelta y me obligó a abrir la puerta lentamente. Seguía sin poder sentir el frío, era como si me estuviera ahogando pero a la vez respirando normal. Empecé a desesperarme (+1) ahí mismo pero a mi cuerpo no le pasaba nada. Era como si los nervios estaban desconectados de mi cerebro. Mi cuerpo no respondía.
Salí de mi casa y empecé a caminar por la vereda. No había nadie y no escuchaba más que la nada. Comencé a llorar psicológicamente o eso parecía porque tampoco me caían lágrimas. ‘’Pasé’’ por enfrente de la heladería, luego un café y entendí que quien manejaba mi cuerpo me llevaba a la plaza.
Los semáforos se prendían y apagaban coordinados, la luna corría como siempre, el aire andaba lentamente y los segundos jugaban una maratón en mi contra.
Sentía que las pantuflas se me salían cada dos por tres pero en mi maldito cuerpo no pasaba nada, a mis pies en realidad no se le salían. Desesperación +2.
Cruzamos la calle sin que me choque un auto. Parecía a propósito, el único lugar que estaba visiblemente iluminado era ‘’mi banco’’. Me senté sin mi consentimiento y pude sentir el frio del hierro subir por mis piernas. Ahora sentía pero no podía girar el cuello. Mis intentos por querer mirar hacia los lados eran realmente inútiles. Desesperación +2. Mi vista y cabeza apuntaban a una sola dirección, aunque todo estaba oscuro y no podía distinguir bien qué era. De repente mi cabeza comenzó a girar lentamente pero mi cuerpo seguía inmóvil. De la estructura - a la cual envolvía una enredadera - se encontraba colgado un cuerpo atado de pies y decapitado. La sangre goteaba como si el asesinato hubiese ocurrido recientemente. Mis ojos se abrieron lo más que pudieron y seguía sin poder moverme. Desesperación +4. No podía girar la cabeza, no podía cerrar los ojos, no podía hacer nada. Me empezó a dar un escalofríos psicológico, ahora el frío que sentía era más del que en realidad hacía.
Estaba inmóvil, llorando, gritando y nadie me escuchaba o veía. Intenté mover mis brazos y tampoco hubo resultado.
De repente ‘’me paré’’ y en menos de un segundo me desvanecí sobre aquel piso de cemento.
Las luces que antes estaban prendidas ya no lo estaban y ahora me podía mover por mi misma pero seguía en la plaza, en el suelo, con frio. La imagen no se iba. Seguía colgada solo que ahora su cabeza estaba sobre el banco donde había estado sentada. La cara, la cara.. la cara de Estefanía. Sus brillosos ojos me miraban tan fijamente que pude reaccionar y levantarme pero solo eso porque no pude correr. Su rostro tenía cortes hasta en los párpados y antes de desmayarme logré llamarlo.
-Benjamín estoy en la plaza. No me puedo mover – mi llanto se hizo escuchar con claridad - Ayúdame por favor.
Me desperté en mi casa, en mi pieza, en mi cama, en mi colchón con mi almohada. Su aroma había quedado en al aire de mi habitación. Me había traído y yo me lo había perdido.
Estaba tapada con 5 frazadas y aún así tenía las manos heladas. El frío de la noche anterior no se iba de mi cuerpo. Recordaba todo; todo más los detalles. Mi cabeza simplemente no daba más.
Quería que las cosas retomaran su curso, que todo vaya bien como antes. Pero avanzaba 12 pasos y retrocedía 11 y medio. El pasado se encargaba de estar presente en cada momento. ¡Es que así uno no puede ser feliz! Y no solo era ella, ahora mis pensamientos torturadores volvían a aparecer. Lo único que pensaba durante todo el día era sobre la muerte, sangre, muerte, sangre.
PERO QUE ME ESTOY VOLVIENDO LOCA.
No sé a dónde ir.
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Dos almas
RomanceSamanta y Estefania eran amigas inseparables y fieles una la otra. Vecinas desde que nacieron, hermanas del alma hasta que una se fue, murió. El hecho marca un antes y un después en la vida de Samanta. Ella comienza una etapa nueva donde trata de de...