Era miércoles en la tarde y me encontraba leyendo un libro en el balcón de mi habitación. Nada más reconfortante. Las vacaciones comenzaron, pronto nos iríamos de viaje a quien sabe dónde.
Esta era mi rutina diaria. Si no estaba leyendo, salía a caminar o iba a la playa, andaba en bicicleta, o simplemente llevaba a dar un paseo a mi hermano. No tengo amigos, lo admito. Aunque el año pasado cuando nos fuimos de vacaciones me hice un par de amigos con los cuales salía continuamente, pero la lejanía hizo que me olvidara de ellos. Debería ponerme en contacto, capas este año volvemos a ir a Brasil. Estaba decido, hablaría con ellos.
Terminé de leer unos 7 capítulos y decidí terminar con la lectura por hoy. Estaba acomodando el desorden que dejé: el mate, la jarra, masitas y un paquete de alfajor, cuando de repente...
-¡Samanta! – Mi nombre en labios de una persona de sexo masculino.
Matthew.
-¿Qué haces tú aquí?! – Este chico no paraba de seguirme.
-Descubrí donde vives y pues... – No escuchaba nada de lo que decía, así que interrumpí su respuesta.
-¡No te escucho! – Le grité.
Y... estábamos hablando desde un balcón hacia plena calle. Había una gran distancia.
-¡Pues baja aquí o déjame entrar! – Dijo subiendo bastante su tono de voz.
¿Está loco o qué?
-¡Estas loco! Déjame ya en paz. – Contesté tratando de que se vaya, pero fue inútil
-Oh vamos, no seas mala onda. Si no bajas subiré.
-Reitero, estás loco. ¡Ahora bajo! – Acepté sin ganas.
En casa no había nadie. Habían llevado a mi hermano a comprarse algo al shopping. Maldito niño que consigue de todo con solo un berrinche. Abrí la puerta y en cuanto esta dejo ver la calle Matthew se escabullé entre ella y en 5 segundos estaba en el living de mi casa. ¿Qué carajos?
-Tú no te cansas, ¿no? – Pregunté
-Obvio que no. – Contesto muy seguro – Cuanto más me rechaces más estaré detrás de ti.
-Ya entiendo. Bueno, ¿a qué se debe tu visita de hoy?
-Mmm... Me intriga conocerte. – Este muchacho va directo al grano. Punto a favor.
-¿De verdad? Pues a mí no. – Dura, pero es la verdad.
-Ya te dije. Cuanto más me rechaces más te seguiré. No te desaceras de mí tan fácilmente.
-Pues entonces, tendré que entablar conversación con un completo extraño que entré en mi casa sin mi consentimiento.
-¿Extraño? Nos sentamos juntos en clase.
-Conocido entonces. – Tenía razón.
-Así me gusta más.
No veía intenciones de que se marchara por lo que tuve que acceder a que se quedara. No fui tan dura con él. He reflexionado y creo que, aunque me guste estar sola y compartir cosas solo conmigo misma, debo tener algún amigo de por aquí cerca. Mamá me ha estado molestando con que voy a vivir sola con siete gatos, tres perros, un loro y una tarántula, si no salgo de la depresión de haber perdido a una amiga.
¿Una tarántula? Detesto las arañas. ¿A una amiga? Corrección, mi única amiga y no estoy en un estado de depresión. Esta soy yo.
-Sam... ¿Hola? – Terminó con el incomodo silencio al ver que yo me había quedado pensativa.
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Dos almas
RomanceSamanta y Estefania eran amigas inseparables y fieles una la otra. Vecinas desde que nacieron, hermanas del alma hasta que una se fue, murió. El hecho marca un antes y un después en la vida de Samanta. Ella comienza una etapa nueva donde trata de de...