Capítulo 21

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Desperté de lo más incómoda, contracturada y raramente tapada. Ya había amanecido un cielo gris, un día triste. La cabeza seguía doliéndome desde anoche, descansar no había logrado terminar con este dolor.

Él ya no estaba pero su perfumen había quedado en el aire. Rico y dulce aroma a hombre.

Me preparé un buen desayuno con masitas, tostadas y leche chocolatada. Había tenido que hacerme un rodete en el pelo para que este no moleste mi vista ya que la humedad hizo que pareciera una porra. Puse todo en una bandeja de desayuno y me senté en el sillón a ver la tele y disfrutar de la mañana. Estiré mi brazo para agarrar el control y no solo tomé eso, sino que también había unas llaves y una servilleta de papel.

‘’No me querrás ver, no me querrás oír pero tal vez si leer. El Benjamín que conociste no es el mismo que el de hace un año. Mi vida cambió rotundamente después de lo sucedido. Mis padres jamás me dejaron involucrarme en la situación. Mi papá es un loco por mantener su ego y clase en la sociedad. Esto no podía salir a la luz. Pues claro, lo arruinaría todo. Me hicieron creer que el del accidente no había sido yo, porque aunque mi estado no era bueno, algo recordaba. Pero me olvidé. Al no haberme involucrado todo simplemente se esfumó.

El día después de esa charla en tu camarote las piezas se unieron, todo tenía sentido pero había algo que me dijo que avanzara, que el pasado era pasado y ya. Demasiado egoísta, ¿no? No vale la pena decir lo siento cuando el daño ya está hecho y tu corazón más que destrozado no puede estar. Pero lo siento de verdad y me contradigo por vos. Yo sabía que involucrarme contigo no era lo correcto pero, como dije antes, algo me dijo que tenía que abrazarte, ser algo para vos. ¿El problema? El problema fue que no supe entender qué tenía que ser. Si el escudo o la bala y eso fui, la bala que te termino de matar.

No sé expresarme por escrito y la verdad que lo siento, porque te diría tantas cosas que, realmente, no puedo escribir. Que te quiero, que te adoro, que el mundo gira en nuestro entorno. Que me perdones, que la vida sin ti ya no me regalará limones. Sabes cómo, cuándo y dónde encontrarme, por si tu curiosidad te empieza a matar.

Solo quiero un abrazo más antes de que te vayas de acá para allá.

Perdón, por todo, por herirte dos veces y haberme ido en tan solo una vida.

Benjamín. ’’

No una, ni dos, ni tres, sino que mis ojos empezaron a llorar como cual diluvio llega a la ciudad. Yo ya no sabía hasta donde podía llegar. Era inexplicable el dolor que yo sentía. No solo mató a mi amiga sino que también una parte de mí. Él era el asesino de mi otro yo. Y por otra parte eso que me ayudó a vivir devuelta. Estaba en shock porque ahora si caía en la realidad. Porque ahora si entendí quien fue el causante de mis noches y días de locuras, de aquellos meses sin omitir palabra alguna.

Dejé el desayuno en la mesa que tenía delante y me senté cruzando mis piernas. No podía parar de llorar como tampoco podía dejar de doler. En un momento sentí que mis sentimientos cayeron de un piso 20 y les pasó un camión por arriba. No solo hablando de Benjamín sino que también de Matthew. Una voz interior me hizo creer que había confiado en el enemigo y parecía ser que sí. Todo encajaba. No podía tranquilizarme. No había forma de lograr conseguir paz. Me puse mis zapatillas, una campera y fui a la orilla del mar.

-¿Qué se siente? – escuché una voz que traía el viento.

No es necesario aclarar quién es.

-Esto es tú culpa, ¿lo entiendes?

-Yo soy la que está muerta pero esto es mi culpa – empezó a moverse de izquierda a derecha delante de mí – Entiendo.

Dos almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora