Ya no sentía nada. Todo se había nublado.
Los días habían pasado dentro de estas cuatro paredes y fuera en ese jardín tan verde que daba ganas de vomitar amarillo. Empecé a no verle sentido a nada. Todo me resultaba inútil pero todo me lastimaba.
Comencé a actuar de una forma extraña, me fui alejando de todos otra vez. Nada me podía tocar, me daba miedo. Me podían lastimar, no quería marcas extrañas en mi cuerpo.
Las ramas de los árboles me empezaron a saludar una mañana que iba camino a la escuela. Al sauce que se encontraba enfrente de mi casa siempre se le caía una hoja por querer sacarme una sonrisa pero se ve que no le importaba, siempre me hacía sonreír. No le importaba perder. ¿Qué vamos a perder? Nunca lo entendí. Esto es un juego en donde todos morimos. ¿Qué pretendemos? ¿Ganar? Ganar seria vivir por siempre. Y no mis queridos amigos. Acá nadie vive por siempre. Porque el humano cae, el humano muere. Como las hojas del árbol simpático que me está saludando ahora, está muriendo. No nos conocemos pero parece tener buenas intenciones. Igual no voy a dejar que me toque. Las rosas que se encuentran en aquel jardín se pondrían celosas, porque ellas trataron de perfumarme con su aroma y yo les dije que no, sus espinas me iban a cortar la piel. Yo no podía ver sangre, iba a enloquecer.
El sol me está pegando directo en la cara hace desde dos horas o la verdad que no sé. Todo pasa tan rápido. ¿En dónde estoy? Las petuñas de Doña Marta me miraban tan fijamente que sentí una bala en mi pecho. Subí mi mano derecha a mi busto y había sangre... Estaba sangrando. No podía ser. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. Me puse de pie delante del aquel banco blanco que me había estado ayudando a no caerme al suelo y comencé a pedir ayuda. Yo no podía sangrar. Nada me podían tocar.
La habitación no era más que cuatro paredes blancas con un feo y arruinado cuadro delante de mi cama. Me habían puesto una venda sobre mi pecho. La bala había salido, aunque yo todavía la sentía ahí. Pero ya no está. Sh, tranquila. Ella ya no te lástima más. No quería seguir viendo este feo color en mi habitación, aunque yo recordaba que había un balcón pero ya no está, ni esto tampoco tiene forma de ser mi cuarto pero me habían dicho que si. Sh, tranquila. Estas en casa. Tomé los colores que me había regalado un chico el cual dijo conocerme pero yo no sabía quién era. Me pareció agradable, pero muy humano. Los tomé y comencé a escribir la pared.
Dibujé un 17 enorme y al lado escribí ''Porque vivir se basa en arriesgarse y el miedo es el demonio más grande.'' Al lado dibujé unas flores negras, siempre me gustó el blanco y el negro pero no el negro y el blanco. Vos sabes, no es lo mismo. Tracé un triángulo color negro y sobre él otro pero apuntando para abajo, encajaban perfectos y eso me dio una sensación extraña en el cuerpo. Como si aquel dibujo recordara algún momento; pero una fría y enorme neblina no me dejaba ver aquella escena. Tomé el color rojo e hice unas gotas alrededor del 17. Porque fueron diecisiete años de sangre acumulada. Dibujé árboles por doquier. Sin ellos yo no podría estar dibujando ni tampoco podría saludarlos todas las mañanas. Qué triste sería eso. Qué triste sería levantarte sin tener alguien a quien darle los buenos días. Agradezco tener tanta naturaleza para darle mis primeros alientos del día. Llené la pared de agua - agua: rayones azules por toda la superficie - A un costado escribí otra frase: ''Hice nubes, hice soles, hice un cielo perfecto para los dos.'' Esa simplemente se había escrito sola. No lo había pensado. También hice un arcoíris. Un poquito de felicidad. Dibujé una calavera pequeña para que nadie note que en mi interior estaba muerta pero seguro que si él volvía la iba a notar. Hablo del chico que me regaló estos lápices. Parecía conocer cada secreto que escondía. Eso no era bueno. Nadie debe saber mis secretos. Pero él no se iba. Me decía cosas extrañas, siempre me preguntaba si estaba bien y me traía comida. Un día había venido a visitarme y en vez de saludarlo lo miré fijamente a los ojos diciéndole '' Mi alma se va a quedar rondando por ahí. Te va a buscar, te va a volver loco y te va a llevar conmigo. Y vas a tener que soportar a la cargosa hasta que tu locura se vuelva tan insoportable que hasta tu alma se va a morir.'' Él dio un salto hacia atrás, suspiro, respiró unas quince veces antes de hablar. Se había asustado, lo entiendo. Yo habría reaccionado de esa forma si me hubiesen dicho eso y si estaría cuerda pero no es ese caso. Él simplemente se quedó pensando. Sus ojos brillaban, me llamaban tanto la atención. Eran del color de los troncos. Me encantaba que él se relacionase con la naturaleza. De algún modo u otro estaban conectada mi locura con el mundo real, su mundo. Se movió un poco y simplemente logró decirme '' Y si esto es un amor de locos, nos volvemos locos juntos. '' Yo no entendí pero le correspondí aquello que se llama abrazo y desde ese día no hay una mañana que no despierte en este loquero sin su aroma y sin él.
Hasta otra nueva historia mi querido diario. Este chaleco de fuerza ya no me deja rayar tus páginas.
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Y eso fue todo. GRACIAS, INFINITAS GRACIAS a todos los que leyeron ! Esto es muy importante para mi y ustedes lograron que este final sea posible. Un enorme abrazo a la distancia y un muy feliz año nuevo para todos !! A empezar el 2015 de la mejor manera. Hasta la proxima ♥
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Dos almas
RomanceSamanta y Estefania eran amigas inseparables y fieles una la otra. Vecinas desde que nacieron, hermanas del alma hasta que una se fue, murió. El hecho marca un antes y un después en la vida de Samanta. Ella comienza una etapa nueva donde trata de de...