-Benja… - dije y el chico avanzó hacia mí para saludarme con un beso en la mejilla.
-¿Se conocen? – Preguntaron Abi y Fran
-Sí. – respondí yo – Es amigo de un amigo
-Ah bueno, también es mi primo. – dijo Fran no muy interesado en el tema
¿No? ¿Enserio? Nótese mi sarcasmo.
-¿Vamos a la parte donde no hay viejos? – Propuso Abi
-Claro, vamos. – Respondí
Aproximadamente a las cuatro y media de la mañana en la cubierta delantera nos encontrábamos Fran, Abi, Benja y yo acostados en unas reposeras. Cuando los chicos ya se habían pasado, un poco, de alcohol con Abi decidimos que era hora de ir cada uno a su suite. Abi se fue con Fran que estaba a punto de caerse al piso de la risa y yo tenía que descifrar dónde estaba la habitación del castaño que tenía a mi lado. Entramos los cuatro juntos al lugar donde se encontraban las suites y nos separamos en la entrada. Benjamín no sabía donde quedaba su habitación. Le pedí la tarjeta-llave, suponiendo que allí decía el número y para mi suerte ahí estaba el bendito número de habitación. 274.
-Benja tenes que entrar. Esta es tu habitación. – le dije tratando de que no se caiga y entré –
-¿Ah? – me respondió
-Benjamín entra y anda a dormir. – le ordené y él solo se empezó a reír - ¿Qué es lo gracioso?
-Mira hay alguien atrás tuyo. Oh, una chica. – ¿una chica? ¿Atrás mío? Mis piernas comenzaron a temblar. ¿Él la podía ver? - ¡Hola linda!
-Benjamín entra ya. – le volví a ordenar
-Wa, ¿por qué tan nerviosa Sami?
¿Wa? ¿Qué clase de vocabulario es ese? ¿Desde cuándo me dice Sami? ‘’Desde que se bajó unas 5 botellas de alcohol’’, me respondió mi subconsciente.
-Ei, la chica no se va. Mírala. – No pensaba darme vuelta - ¿Sam? ¿Estás bien?
-Estoy muy bien. Vos sos el que está mal. – Sentí una mano fría posarse en mi hombro derecho. Acá no, por favor Estefanía.
-¿Qué hacen? – Preguntó Abi, tan oportuna, y yo di un salto del susto.
Mi alma me volvió al cuerpo al saber que era Abi.
-Estoy tratando de que se vaya a dormir el chico este.
-Está bien, ya me voy. Adiós.
Benjamín entró corriendo sin acordarse de cerrar la puerta, se sacó la remera y se tiró en su cama mientras Abi y yo lo mirábamos desde el marco de la puerta.
-¡Lindo chico! – dijo Abi baboseándose.
-Por Dios Abi, es como tu primo.
-Bueno… lindo mi primo.
-¡Abi!
-¿Viste esa puerta de ahí? Bueno es la de mi habitación, así que me voy a dormir. – Dijo caminando hacia donde me señaló antes – Buenas noches – abrió la puerta y se metió adentro.
Mis pies no daban más, me dolían muchísimo, mis ojos se cerraban de apoco y empezaban a arder. El sueño me estaba venciendo y todavía tenía que bajar la escalera y caminar hacia mi camarote.
-¿Asustada? ¿Hasta cuando me vas a tener miedo?
Ella de vuelta.
-Hasta saber por qué me perseguís, ¡¿qué queres de mi Estefanía?! Ya no soporto tu presencia. No me dejas vivir en paz. Te extraño amiga y muchísimo. Todo lo que haces me duele, me asusta. Ya no sé si sos mi mejor amiga o alguien que trata de hacerme daño. – le grite desahogándome.
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Dos almas
RomanceSamanta y Estefania eran amigas inseparables y fieles una la otra. Vecinas desde que nacieron, hermanas del alma hasta que una se fue, murió. El hecho marca un antes y un después en la vida de Samanta. Ella comienza una etapa nueva donde trata de de...