7.

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Yoongi

Odio.

No, es más que odio.

Estoy harto de todo.

Mi vida es una completa mierda.

Yo vi a Hoseok caminar tomado de la mano con ese chico.

Y no soy idiota, pero como me gustaría serlo para no enterarme nunca.

Porque lo amo tanto que me duele, y me duele más saber que no quiero dejar de amarlo nunca; porque el simple hecho de pensar en que tal vez nunca más vea su sonrisa o escuche su voz diciendo idioteces me tortura.

Pero no puedo ser posesivo, porque sé que si intento poseerlo sólo para mí terminaré dañándole, y eso es lo que menos quiero.


-¿Sucede algo malo? -fue la voz de Minah la que me despertó- Oppa, has estado extraño últimamente... -hizo un puchero.

Tragué saliva sin querer decirle que Hoseok había traicionado la confianza que tanto me había costado entregarle. Sin querer que se entere que me estaba siendo infiel.

-No, nada -murmuré tallando mis ojos con el antebrazo derecho, ella arrugó el entrecejo y negó levemente de un lado a otro con su cabeza logrando que su cabello se mueva haciendo lucir sus ondas.

-Voy a molestarme si estás mintiendo, oppa

-Que no, que no pasa nada, que no miento joder

-Es que no puede ser simplemente nada... -suspiró- ¿Cómo es que nada puede tenerte así? Tan... depresivo

-Oh por favor, Minah -rodé los ojos y me senté para acomodarme mejor en la cama.

-Bien, cómo sea, sólo quería ayudar -murmuró.

Si tan sólo supieras que no hay nada humanamente posible por hacer para lograr que Hoseok me ame de la misma forma en que yo lo hacía...

Ya lo había dicho ¿No? Hoseok es un adolescente que no sabe lo que quiere, y yo lo sabía, yo tenía claro que no podía enamorarme de un menor.

Y ahora aquí me encuentro sufriendo por él.


Entré al salón encontrándome con los ojos de Jimin, él se encontraba sentado en el mismo pupitre de siempre, justo al lado del mío. Llevaba una camisa a cuadros abotonada casi por completo y un enorme puchero en los labios, suspiró al verme y me sonrió como cada mañana.

Realmente admiraba como era que él era capaz de sonreírme. Yo sabía que probablemente le dolía más que la mierda, como si aquella sonrisa fuese recortada con filosas tijeras, pero lucía tan sincera como la primera vez que lo vi y añoré que Hoseok fuese tan sincero como Jimin.

-Hola hyung -saludó observando con atención como era que yo me acomodaba sobre el asiento y me echaba sobre la mesa girando mi cabeza para poder devolverle la mirada logrando que sus mejillas se pusiesen levemente coloradas.

-Hola -y lamentaba tanto no poder sonreírle, pero estaba tan podrido que no me sentía capaz de nada y maldecía al mundo inocente de mis desgracias.

-¿Sucede algo? -¿por qué tenía que saber tanto de mí?

-¿Dónde está Jin? -frunció el ceño y negó con la cabeza.

-Deberías hablarme de lo que sea que te tenga así -suspiró- pero no insistiré esta vez -se encogió de hombros-, Jin hyung no vendrá hoy, dijo que tenía unos asuntos que resolver, qué sé yo

-No tengo ganas de hablar

-Eso ya lo noté

-Jimin, por favor

-Hyung, déjalo

Suspiré y escondí mi rostro entre mis brazos, cerré los ojos y esperé a quedarme dormido pero lo que sucedió fue que comencé a recordar cómo fue que todo comenzó todo y lo estúpido que fui por dejarme llevar desde un inicio.

"-Tú debes ser Yoongi! -exclamó con una sonrisa, fruncí el ceño al oír mi nombre salir de su boca.

-¿Quién mierda eres tú? -pregunté aún con el ceño fruncido."

Una sonrisa torcida se formó e mis labios.

"-Un verdadero gusto volver a apreciar su magnífico rostro -dijo mostrando sus dientes, fruncí el ceño."

"-¿Sabes dónde te voy a encontrar? -fruncí aún más mi ceño esperando a que siguiera- en mi cama -declaró con una media sonrisa"

"-¿Hoseok? -mi voz salió como un murmuro, su nariz rozó la mía y su aliento se mezcló con el mío. Mi corazón palpitó con fuerza, y cuando sentí sus labios contra los míos cerré mis ojos con fuerza."

Mierda, no podía lidiar con esto ¿Por qué todo esto aparecía en mi cabeza cuando estaba en la universidad?

Y entonces me reí, me reí silenciosamente en mi propia burbuja.

Porque tenía mi rostro bañado en lágrimas y era el llanto más ridículo de toda mi vida.

Me sentí tan estúpidamente frágil y necesitado de afecto, tenía tantas ganas de volver en el tiempo y rechazar aquel beso, de que no me doliese el hecho de que su sonrisa dedicada a mí ahora fuese un simple recuerdo.

Let me knowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora