Derek Hale II

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Odio los hospitales. Me hacen recordar a todas las personas que perdí.
Stiles esta en la cama conectado a un montón de máquinas. El Sherif esta afuera, llorando. Todos los demás lo acompañan. Y esperan. La herida fue grave.
- Scott- llamó a la única persona que esta en la habitación además de mi
- Tu hiciste esto-dice sin mirarme. Tiene a su amigo agarrado de la mano mientras que él esta en la silla a su lado.
- Yo...
- Estará muerto para la medianoche -esta vez si me mira. Tiene los ojos rosados de tanto llorar.
Me quedo mirando a Stiles.
- Es... mi culpa.- mi voz sale entrecortada.
- Por supuesto que lo es- esta vez Scott estaba enojado.- Y sigues aquí.
- ¿Quieres que me valla?- preguntó sorprendida. Scott se levanta acercándose a mí hasta quedar frente a frente.
- Si
- Stiles es mi amigo. Me preocupo por el- estoy enojada- Y NO ME IRE A NINGUNA PARTE
- Debiste salvarlo.
- Lo hice- yo tenía razón pero es que aún no había tenido tiempo de llamar a los refuerzos.
- ¡NO ES CIERTO!-me grita-¡MÍRALO! ¡ESTA EN COMA Y MURIENDO!-sus ojos cambian de color mientras que le salen colmillos y garras
- Scott- la voz de Derek nos interrumpe- Contrólate
El chico lo hace volviendo a su lugar. El castaño me hace una seña para salir. Al instante me encuentro con mi jefe
- Aléjate de él.-me dice el padre de Stiles- Aléjate de todos nosotros. Vete del pueblo.
Su actitud me sorprende más de lo que debería y miro a los demás uno a uno para saber sus opiniones y reconozco en sus rostros que están de acuerdo con él. No me quieren aquí. No me quieren mas en sus vidas. Piensan que Stiles esta muriendo por mi culpa.
- Miren...
- AHORA- grita el señor Stallinski
Mis ojos de llenan de lágrimas ante sus gritos y el silencio aceptado de los demás. Mi familia me repudia. Salgo del pasillo sin importar ocultar mi dolor. Me odian porque piensan que dejé a Stiles morir en esa casa pero no saben lo que tenía planeado a continuación.
Salgo del hospital hacia mi auto y conduje hasta mi hogar. Una vez allí me quedo en la sala, me pongo de rodillas, junto mis manos y comienzo a rezar. No se por cuanto tiempo estoy en esa posición, sólo se que al levantarme mis piernas están dormidas. Agarró todas mis pertenencias y las subo al asiento trasero del coche. Arrancó y me dirijo a las afueras del pueblo que considere mi hogar por todos estos años y dejó atrás a algunas de las pocas personas que pude llamar familia.
La carretera se extiende ante mí. Toda la noche y todo el día siguiente me la paso conduciendo hasta que por fin llegó a mi destino pasado la madrugada.
Un destartalado cartel indica el lugar exacto del Motel Kriptom. El recepcionista es un obeso hombre mayor que no deja de ver mis senos todo el tiempo mientas me registro.
Me entrega las llaves guiñándome un ojo a lo que yo respondo con una mirada asesina mientras levanto el dedo corazón.
Voy a la habitación a dejar mis cosas. Una vez allí miró por la ventana hacia el patio/estacionamiento sin ningún interés. No hay nadie allí a estas horas, sólo un solitario hombre entrando a la habitación 156 con varias bolsas de comestibles. Por alguna razón el sujeto se me hace extrañamente familiar aunque no puedo estar segura ya que esta de espaldas a mí.
Sigo mirando el estacionamiento hasta que mis ojos se abren con sorpresa. ¡Allí hay un viejo Impala negro del 67!
Voy corriendo hasta el y miro a través de la ventanilla. Allí está el soldadito de juguete atascado en la puerta, el colgante de la suerte que les obsequie cuando me fui y la caja con viejos casetes de rock clásico.
- ¡Baby!- abrazo el capo del auto y lo beso- te extrañe mucho.-vuelvo a besarlo- ahora perdóname pero tengo que buscar a tu dueño
Dejó el Impala y corro a la habitación 156; una vez allí miró la puerta un segundo tratando de calmar mis nervios. Tocó la puerta dos veces y siento movimiento en el interior. Se que me están mirando por la mirilla.
La cerradura suena y la puerta se abre revelando a un hombre alto de pelo castaño y ojos verdes. Detrás de el hay otro hombre con los mismos ojos verdes pero rubio y más bajo.
Son los Winchester.

Un hombre camina por el hospital vestido de médico, aunque no lo es. Eso a ve fácilmente ya que en su placa de identificación se puede leer el nombre de Dr. Sexy
El esta en busca de una habitación en especial. Sólo le quedan unos minutos y no puede fallar en el favor que debe devolver. Esta desesperado buscando el lugar hasta que encuentra un pasillo desierto. Se escuchan sollozos dentro de una habitación en cuya puerta hay una mujer vestida de negro con el pelo corto hasta los hombros
- Tessa- dice el hombre rubio al reconocerla.
La muerte se da la vuelta y observa al hombre con curiosidad.
- No puedes venir. Tengo trabajo que hacer.
- Ya se pero tengo que ayudar a alguien importante para mi y si tengo que salvarlo de tu garras lo haré.
- ¿Quién te crees que eres para poder decirme que hacer? Te recuerdo que este es mi trabajo
- ¿Qué quien soy?-se señalo a si mismo con superioridad- Hola...bromista
La muerte soltó un gruñido de indignación. Hacia siglos que venia soportando a este ser y le amargaba cuando se metía con su empleo. El tiempo se le agotaba, tenia otras almas a las que llevar a su salvacion o perdición asíque solo dijo.
- ¿Todavía debo llevarlo señor?- pregunta ella con burla ante la palabra señor
- No-hablo el con su orgullo en alto. Le encantaba tener autoridad ante ella-ya no necesitare tus servicios por ahora. Puedes irte del hospital
- Tengo más almas que recolectar aquí. No me iré del hospital- La muerte se va de la puerta y recorre el pasillo alejándose del lugar.- por cierto- se da la vuelta y lo mira-me debes un GRAN favor ahora- sin mas que decir se a del lugar
El hombre entra a la habitación. Puede que la muerte no se lo lleve pero eso no significaba que esto había concluido.
- Buenas noches- saluda respetuosamente a todos los presentes. Le sorprende encontrase seres sobrenaturales y humanos en el mismo lugar sin que los primeros quieran comerse a los segundos pero es Elizabeth la que lo llamó y de ella se puede esperar todo.
- ¿Quien es usted?- pregunta el que supone es el padre del chico en coma
- Soy el doctor- contesta obvio
- ¿Un doctor llamado sexy?-pregunta una chica pelirroja muy bonita
- Creo que ya entendiste la indirecta cariño- le guiña un ojo descaradamente
- Debió haberse escapado del panteón de psicología- oyó que susurraba una chica de pelo castaño a la pelirroja
Se acercó a la cama para observar mejor al muchacho que yacía en ella. Era joven y por lo que le habían dicho una persona graciosa y sarcástica. Sonrió. Tal vez se llevaría bien con este chico.
Sintió una mirada y sus ojos se toparon con los del padre del chico, impregnados de dolor.
- Señor- habló un adolescente licántropo acercándose a el- creo que se equivoco de habitación
- Claro que no Scott. Yo nunca me equivoco- habló haciendo un gesto con la mano demostrando despreocupación
- ¿Cómo sabe mi nombre?
- Se los nombres de todos aquí- sonrió- Tu eres Scott McCall, ella es tu madre Melissa, ella es Lydia Martín, Allison Argent, Derek Hale con su manada y la familia Stallinski.- Señaló a cada uno mientras hablaba, sorprendiéndolos.-Estoy aquí para ayudar.
Dicho eso colocó sus dedos en la frente de Stiles y una luz brillante surgió de ellos; al instante el enfermo comenzó a mejorar.
- El estará bien ahora
Todos en la sala estaban sorprendidos por el hecho. Miraron al doctor sin poder creerlo.
- ¿Cómo...?- el padre del chico no daba crédito a lo que sus ojos habían visto.
- ¿Qué eres?- preguntó Scott
- Ellos me llaman Gabriel

- ¿Ellos?- pregunto Allison- ¿Gabriel?- Lydia había palidecido y lo miraba atónita- ¿El Arcángel?Se hizo un silencio mientras este asentía con la cabeza

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- ¿Ellos?- pregunto Allison
- ¿Gabriel?- Lydia había palidecido y lo miraba atónita- ¿El Arcángel?
Se hizo un silencio mientras este asentía con la cabeza.
- Es imposible- habló Allison- los Ángeles no existen, incluso en un mundo tan raro como este.
- Si. –hizo una mueca-Es que no hemos estado entre los humanos desde hace 2.000 años. Por lo menos, no en las cantidades de ahora.
- No es posible- hablo Issac
- ¿Quieren ver mis alas?-sin dar tiempo a responder Gabriel abrió sus alas que se proyectaron como sobras en las paredes de la habitación. Un silencio sepulcral invadió a los presentes conmovidos por la sorpresa, el miedo, el honor de ver a aquel ser y muchos otros sentimientos
- ¿Por que un arcángel se interesaría por salvar a un humano?- pregunto Derek rompiendo el hielo.
- ¿Elizabeth no les dijo?-todos lo miraron sin comprender- ella me envió.

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