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La reunión siempre se celebraba en un local alejado de la ciudad lo suficientemente grande para la numerosa familia Parks.

El lugar era como una "casa de fiestas", tenía un gran patio trasero rodeado de frondosos árboles, en el interior todos comían mientras eran atendidos por meseros y cocineros, los niños jugaban apartados en un cuarto especial lleno de juegos, afuera había una alberca con algunos de sus primos dentro, y un par de metros lejos de todo ese alboroto, un bosquecillo que parecía estar solo y tranquilo, aunque algo oscuro.

La familia Parks no sólo era grande, sino también adinerada, todos vestían los trajes más caros hechos de la tela más fina, les importaba demasiado como lucían y competían entre ellos sobre quien ganaba más o quien tenía las mejores cosas.

Reachell, como cada reunión, se encontraba alejada del resto sentada a la sombra de un árbol. Sus primas estaban a unos pocos metros de ella cuchicheando mientras la señalaban y miraban con desagrado, fue entonces cuando se cansó y se dispuso a ir busca de su primo Scott, quien sólo era mayor que ella por dos años. Si no se equivocaba, él debería tener dieciocho.

Lo buscó por todos los cuartos de la "casa" pero no hubo rastro de él, así que salió del lugar sin que nadie se diera cuenta y se dirigió al pequeño bosquecillo donde probablemente estaría oculto.

Confirmó sus sospechas cuando un par de metros más adelante vio a su primo sentado en una gruesa raíz de árbol. Le daba la espalda, y la oscuridad que había a su alrededor debido a la sombra por los altos follajes de los árboles, hacía destacar su rubio cabello que parecía estar más largo de lo que recordaba llegándole un poco arriba de los hombros, y su vestimenta, tan oscura como todo el lugar en el que se encontraba. Sólo por ello supo que era él y no otra persona.

—Scott —dijo en un susurro más para sí misma que para llamarlo.

Hacía tanto tiempo que no lo veía que el hecho de que estuviera justo ahí le sorprendió, por lo que su nombre salió de sus labios antes de pensarlo.

Él se giró lanzándole una arrogante sonrisa provocando que se le formaran pequeñas arrugas en los ojos que parecían brillar con aquel simple gesto, su cabello era algo rizado de las puntas y completamente desordenado dándole un aire de chico malo y tierno a la vez. Como una persona que no se preocupa de cómo luce, pero que aun así logra verse bien.

—¿Eres alguna clase de espejismo? Porque he fumado demasiado, aunque no tanto como otras veces...

Reachell se acercó sin decir nada, las ramas crujían con cada paso hasta que ésta se sentó a su lado cruzándose de pies. Él la observó e intercambiaron una rápida mirada que de inmediato apartaron.

Scott tenía unos hermosos ojos café claro que bien podrían brillar a la luz del sol, como pequeños escudos hechos de oro que destacaban entre cualquier guerrero.

El chico estiró lentamente su dedo índice hasta tocar el brazo de Reachell. Ésta se limitó a mirarlo extraño mientras que Scott repitió la acción una y otra vez como un niño pequeño que le parecía divertido cualquier cosa.

—Detente —dijo por fin con acritud—. Es molesto.

Se detuvo un momento sólo para mirarla y después pincharla nuevamente. Scott sonrió con picardía e inmediatamente retiró su mano.

—Quería saber si eras real —respondió con naturalidad y encogiéndose de hombros.

—Creo que una vez bastaba, ¿no lo crees?

—Sí, pero tu piel es blanda y suave... Me hipnoticé por un momento. Además, podrías ser mi conciencia o alguna especie de persona celestial enviada por Dios pidiéndome ser un buen samaritano.

Adam [¡DISPONIBLE EN FÍSICO!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora