—¿Te duele? —preguntó una hermosa niña de cabellos dorados mientras tocaba suavemente el rostro de su hermano.
—No —respondió Adam en un susurro observando los gestos que ella ponía cuando su pequeña mano lo tocaba.
Se encontraba despeinada pero aun así se veía tan hermosa.
De pronto, Adam se lanzó sobre ella rodeándola con sus brazos y la atrajo hacia sí con fuerza. Liv se sorprendió y tardó unos segundos en devolver su gesto.
—Te quiero, Livvy —susurró en su oído y ésta sonrió al sentir su aliento entre su cabello.
Como respuesta, ella lo abrazó más fuerte.
Incluso para él era extraño abrazar, aunque fuera a su hermana. Pero por un momento sintió esa necesidad. Ella se veía tan tranquila y relajada que no pudo evitar desear que le transmitiera algo de eso.
Él era consciente de la clase de persona que fue convirtiéndose: alguien incapaz de sentir compasión, alguien que debería estar encerrado, alguien peligroso. Muchas veces se sentía más miserable que otros días, y éste era uno de ellos. Se preguntaba una y otra vez cómo es que Liv podría ser su hermana, ella, una persona tan llena de vida y dispuesta a dar su alma por sólo salvar a una simple mosca. Sonreía todo el tiempo, su presencia era como una luz que le indicaba que aún tenía por quién seguir viviendo y a quien salvar, y su voz, que de alguna forma lograba tranquilizarlo cuando tenía pesadillas. Ella solía correr a su habitación cuando lo escuchaba gritar acurrucándose junto a él.
Al separarse, Adam le dio un suave beso en la frente para después ponerse de pie.
—¿Te vas?
—No, te llevaré a la cama. Ya es tarde.
El chico quiso tomarla de la mano pero ella la retiró con cierta vergüenza.
—¿Puedo dormir contigo?
—Liv...
—¡Está tronando mucho! —respondió rápidamente.
Adam suspiró y observó fuera de su ventana. No sólo habían demasiados truenos, sino también relámpagos y un fuerte viento que arrastraba ramas y hojas chocando violentamente contra su ventana.
—Está bien —respondió resignado.
Liv sonrió dentro de sí. No es que ella tuviera miedo a los truenos, sino de dejar solo a Adam durmiendo con tal clima. Creía que su hermano tal vez se sentiría solo, además de que estaba herido. Aunque claro, no pensaba decírselo.
La pequeña niña agarró una muñeca de trapo que se encontraba encima de la cama de Adam, le arrancó un vestido que traía puesto y se lo tendió.
—Tu mano está sangrando —dijo en un susurro—. Puedes usar esto para curarte.
El chico miró su mano y tocó el vendaje. Estaba húmedo.
Adam agarró el pequeño vestido de trapo con su otra mano y lo guardó en uno de sus bolsillos.
—¿Te lo has puesto?
—Sí —mintió—, ya estoy mejor. Ahora, vamos a dormir.
Aquel vestido no era cualquiera, sino uno que el chico había hecho para la muñeca de Liv, ya que ella se lo había pedido. Desde entonces, siempre lo ha tenido consigo creyendo que posee alguna clase de "magia", algo que Adam no le ha querido contradecir.
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La colonia era desconocida para Reachell; con casas pequeñas pero elegantes, estacionamientos propios y muchas luces de colores navideñas que le daban un toque alegre a aquel extraño lugar. Las paredes externas estaban pintadas perfectamente, no se veían viejas ni descoloridas.
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Adam [¡DISPONIBLE EN FÍSICO!]
Mystery / Thriller[COMPLETA] Adam tiene una fascinación por las frases de asesinos. Reachell ama tocar el piano. Adam es reservado y misterioso. Reachell es curiosa. Ella escribe pequeños relatos. Él descubrió sus escritos. Y... ha...