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La noche en la que Scott salió en busca de Adalia tuvo que suspenderse para el siguiente día, ya que cuando él miró su reloj era demasiado tarde como para que ellos estuvieran despiertos. Y ahora se encontraba frente a su puerta con el Sol acariciando su piel y una leve brisa haciéndole compañía. Habían pasado sólo unos segundos desde que tocó cuando su madre, Ivana, lo recibió con una enorme sonrisa en el rostro.

—¡Oh, Dios! ¿Qué estás haciendo aquí, Skiter? Vamos, adelante.

Scott rio ante el nuevo nombre y negó con la cabeza mientras entraba a la acogedora casa, que se veía un tanto solitaria.

—Scott, señora —dijo cordialmente con las manos metidas en sus bolsillos—. Siento molestarla. He venido a ver a Adalia, ¿está aquí?

Ivana borró su sonrisa y la reemplazó por una mueca funesta mientras jugaba con sus manos antes de responder.

—Regresó a Estados Unidos ayer en la mañana. ¿Era importante?

El chico sintió como si de pronto toda la casa se le hubiera caído encima. Estuvo tan cerca de volver a ver aquellos ojos que tanto le gustaron, de escuchar su delicada voz y de poder obtener más información. Era demasiada suerte como para ser verdad. Tenía que hallar la forma de comunicarse con ella y viajar hasta allá implicaría irse lejos de Reachell, que era lo que menos quería; por teléfono le era casi imposible debido a que nadie podría tener su número más que Alfred, pero podría llamar desde otro teléfono.

—No mucho, pero, ¿me permitiría hablar desde aquí con ella?

—Claro, no hay problema —Ivana se dirigió a la mesita de centro que se encontraba en la sala y agarró su celular para después tendérselo a Scott—. Búscala como Wazowski, ella misma se puso así y no tengo idea del porqué. Estaré arriba arreglando algunas cosas por si me necesitas, ¿de acuerdo?

—Claro, gracias —respondió riendo al escuchar el nombre de contacto con que tenía a Adalia.

Ella le lanzó una última sonrisa amable antes de subir los escalones y dejarlo solo en la sala con el celular en mano, pensando cómo podría preguntarle a Adalia lo que necesitaba saber sin que le sonara raro.

Comenzó a buscar entre los contactos y cuando la encontró dudó antes de presionar llamar. No tenía idea de cómo comenzar la conversación. Ella era de pocas palabras, así que probablemente no le haría preguntas respecto a su interés sobre Zarek... O tal vez simplemente le colgaría y no le diría nada.

Eres tan impredecible, Adalia.

Pero, ¿desde cuándo le preocupa lo que las personas vayan a hacer o decir? ¿Tal vez porque eso implicaba a Reachell? ¿O porque se trataba de Adalia?

A la mierda.

Presionó llamar, y luego de unos segundos escuchó su voz. Era delicada, amable y... única.

—Por dios, mamá —dijo antes de que Scott hablara—. No tienes más de media que me llamaste y te repito: Estoy bien, en verdad. Recuerda que a veces tenemos esos cambios de humor por nuestro periodo, no tienes de qué preocuparte. Me vine antes de lo predicho por cosas que tenía que arreglar en la escuela, por enésima vez.

Scott no pudo evitar comenzar a reír por lo que acababa de escuchar, y fue cuando Adalia se dio cuenta que no era su madre. Se imaginó su rostro tan colorado que provocó que riera aún más.

Eres tan adorable, chica.

—¡No cuelgues! —Gritó de inmediato. Estaba seguro que ella cortaría la llamada por la embarazosa situación— Siento que hayas pensado que era tu madre. No cortes la llamada, Adalia —esperó alguna respuesta pero sólo hubo silencio— ¿Me estás escuchando?

Adam [¡DISPONIBLE EN FÍSICO!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora