Capítulo 9: Buen promedio

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La fotografía era otra de mis aficiones. Luego de que me recuperara de mi mal estar estomacal no dude en hablar a Niall y decir que me acompañe a tomar fotografías por ahí. Fue obvio que la tercera fotografía se la tomé a él, la segunda, si se preguntan, se la tomé a mi madre y a Jean. Era realmente hermosa.

— Tengo el lugar perfecto para fotografiar – Me dijo
— Wow Horan, realmente me sorprendes, conoces muy bien Londres ¿Porque?
— ¿Porque? Porque, porque – basilaba con su respuesta
— Sí porqué – le corté, suspiró y dijo
— Porque cuando mi madre se ponía melancólica en mi adolescencia comenzaba a llorar y lanzaba cosas, a mi no me gustaba ver eso entonces comenzaba a caminar y así conocía muchos lugares. Sus ataques duraban varias horas así que tenía mucho tiempo para caminar. Apartes, cuando salía con Alina ¿La recuerdas? – Asentí arrugando mi nariz — Bueno, no era fácil de convencer, había que llevarla a lugares sofisticados y así conocí muchos lugares más. Ahora te llevaré a uno de esos lugares, espero no te moleste
— ¿Se pueden sacar buenas fotografías? – pregunté
— De las mejores
— Entonces no me molesta para nada – toqué su cara rasposa

Sonrió mientras colocaba la luz de giro. Llegamos a un lugar de arquitectura algo victoriana pero con decoración bastante moderna. El restaurante estaba lleno así que nos dijeron que pasemos al patio hasta que se desocupara una mesa. Ese balcón era el retrato perfecto

Esperando que se secara la fotografía el teléfono de Niall sonó

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Esperando que se secara la fotografía el teléfono de Niall sonó. Miró la pantalla extrañado, contestó anunciándome que volvía en un segundo, que no me moviera de ahí. Vi la foto ya revelada y no me había percatado de que iba vestido todo de azul, realmente ese color le queda muy bien. Un camarero con voz bastante familiar se me acercó avisando que una mesa ya estaba libre y que si no quería perder el sitio fuera inmediatamente, no lo pensé dos veces y fui tras el camarero, le envié un mensaje a Niall indicándole donde nos habían ubicado para que así le fuera mas fácil encontarme. El chico me dijo que volvería a tomar nuestra orden cuando "mi novio" volviera, así se dio la vuelta y se retiró para seguir con las demás mesas.
Niall volvió unos cuantos minutos después

— Pediré la carne especial con ensalada – dije mirando menú
— Era de la Universidad, soy uno de los mejores promedios y quieren que de él discurso en la graduación Ruffi – dijo Niall con cara inexpresiva
— ¿En serio? ¡¡Felicitaciones mi amor!! Estoy muy feliz en este momento – dije con una amplia sonrisa
— Perdón señores Horan ¿Están listos para ordenar? – ambos miramos extrañados al camarero
— ¿Derek? ¿Que haces aquí hermano? – dijo mi no novio parándose y abrazando al tal Derek
— Conseguí el trabajo la semana pasada, ya sabes, arquitectura me está dejando en la miseria – rió irónicamente – ¿No me presentarás a tu novia?
— Oh perdón, Rafaela, él es Derek el que siempre grita cuando estamos hablando, Derek ella es Rafaela
— Un gusto Derek, sólo soy su amiga – dije tomando la mano que me había tendido el chico
— El gusto es mío – contestó

Lo sé, esa acotación de "sólo amigos" estaba demás pero Niall aún no se dignaba a pedirme que sea su novia y la espera agotaba un poco, bastante para ser sincera, tenía que hacerle darse cuenta. Niall al respecto, sólo se puso incómodo.
Luego de todo eso ordenamos, Derek y Niall bromeaban respecto a sus carreras universitarias, por ejemplo, Niall en un momento le dijo que si no se volvía arquitecto como camarero le iba a ir muy bien.
Ya de vuelta al apartamento Niall sacó el tema a flote

— ¿Porque le dijiste a Derek que sólo eras mi amiga?
— ¿Acaso no lo soy? ¿O soy tú mejor amiga? – dije colocando mis dedos en mi barbilla de manera pensativa
— Los amigos no se besan, tampoco se ven como lo hacemos nosotros Rafaela
— Nunca me pediste ser tu novia
— Yo, eh, tienes razón. Escucha, amo esta canción – dijo aumentando el volumen a la radio.

Si antes estaba confundida porque no me pedía ser su novia ahora estaba en blanco, volvía desde cero. ¿Acaso no quería? Preferí no seguir con la conversación ya que el no se veía interesado en continuar y yo no quería ser insistente. Una vez aparcados le dije que no hacía falta que me acompañe a la puerta, le agradecí por la comida y por las espléndidas fotografías que había conseguido, me despedí con un beso en la mejilla, el rubio quedó ahí sin entender nada pero yo no estaba dispuesta a explicárselo. Me adentré en el edificio decidida a ir a cambiarme para bajar al gimnasio para despejar un poco mi mente y sacar el poco enojo que tenía dentro de mi.

Auriculares, teléfono, caminadora, era todo lo que necesitaba en ese momento. Para mi mala suerte estaba el vecino que no me agradaba dando clases de boxeo a una señora bastante mayor (unos cuarenta y tantos) un tanto calenturienta, por dios, debería ser delito pedir ayuda al entrenador para hacer sentadillas, literalmente asqueroso. Caminé unos veinte minutos y me fui directamente a los demás artefactos. Todo iba perfecto hasta que alguien me tocó el hombro, quité un casquete se mi oreja y miré sobre mi hombro.

— Llevo como cinco minutos diciendo que te lastimaras si sigues empujando de ese modo y tu no me escuchabas – se rió
— Ah, igual ya terminé. Gracias por preocuparte
— ¿Siempre eres así o sólo conmigo?
— Sólo contigo, tu hermano si me cae bien – dije dirigiendome a otra máquina y con el siguiendome
— ¿Y yo no? ¿Porque? – preguntó
— No lo sé ¿Me dejas hacer ejercicio en paz por favor?
— No. Tengo una idea – dijo con cara picaresca — Si logras hacer 20 lagartijas dejo de molestar pero si no lo logras tomas una clase de boxeo conmigo
— Comienza a contar – dije en tono desafiante
— 1..2..3..4..5..

Y así no llegué a las veinte, en la lagartija número trece ya no podía subir mas y no me quedó otra que tomar esa bendita clase con el chocante de mi vecino. ¿La mejor parte? Fue realmente bendita, amé hacerlo y creo que comenzaré boxeo aunque sea con este ser infernal.
Realmente me descargaba y sacaba ese peso emocional acumulado durante años.

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