—Antes de que os marchéis, tengo las notas de los exámenes.
—Mierda—suelta Yasmin.
La señorita Moreau nos imparte la clase de Psicología. Comienza a repartir los exámenes, empezando por el fondo de la clase.
—¿Qué crees que has sacado? —le pregunto a Yaz.
—No lo sé, creo que me olvidé de poner mi nombre.
Moreau pasa por al lado de mi amiga, dejando su examen sobre su mesa. Yaz lo coge con ambas manos y suspira, aliviada.
—Un seis.
—No olvides poner tu nombre la próxima vez—apunta la profe.
Yaz asiente, mortificada. Cuando me entrega el mío, veo que he sacado un ocho y medio. Moreau me sonríe.
—Buen trabajo, Haley.
Asiento un poco y sonrío también, orgullosa. Yasmin alza un pulgar, mirándome impresionada.
Cuando le entrega su examen a Reagan, puedo ver la nota durante el medio segundo antes de que le dé la vuelta a la hoja, dejándola sobre la mesa. Se recuesta en el respaldo de su silla.
—Te puedes quedar un momento, ¿por favor? —le pide Moreau, con seriedad.
Mi co-capitana resopla. Yo pongo una mueca justo cuando suena el timbre.
Todos salen en masa hacia la puerta. Yaz y yo vamos detrás de ellos, aunque una vez fuera, no puedo evitar escuchar la conversación que mantienen Reagan y la profesora.
—Reagan, es la nota más baja que has sacado desde que te tengo como alumna. He hablado con otros profesores, y todos estamos preocupados por tu rendimiento.
—Tiene gracia—dice ella—, cuando sacaba buenas notas, a nadie le preocupaba mi salud mental. Y mi padre estaba igual de muerto.
Moreau ladea la cabeza.
—¿Alguna vez has considerado...?
—¿Hablar con un profesional? —termina por ella—Ya. La antigua orientadora me dijo que intentara ser más positiva, así que sin ánimos de faltarle al respeto, creo que paso.
Pongo cara de circunstancias. Con razón le había molestado tanto cuando hice ese comentario el día del lavado de coches.
—Siento mucho que tuvieras esa experiencia—dice con sinceridad—. Soy la nueva orientadora, por si no lo sabías. Y mi despacho está abierto siempre que lo necesites.
—Estoy bien.
Suena muy poco creíble, pero la señorita Moreau levanta las manos.
—De acuerdo. Mira, no te voy a obligar a hablar conmigo. Debes hacer lo que tú creas conveniente. Pero también soy tu profesora, y este es tu último año. No quiero que eches a perder todos tus esfuerzos. Si esto sigue así, tengo la obligación de ponerme en contacto con el entrenador Williams y decirle que tienes que dejar el equipo.
—¿Qué? ¡No puede hacerme eso! —exclama, hecha una furia.
—Lo siento, Reagan, pero lo primero es lo primero.
Esta coge sus cosas y sale de la clase a zancadas, enfadada. Pero no es la clase de enfado que te pone agresiva, sino ese en el que parece que en cualquier momento romperás a llorar. El tipo de enfado que te hace sentir débil, e impotente.
Aprieto los labios, mirándola mientras se va. Mi mejor amiga me coge del brazo para que ponga mis ojos sobre ella. Los suyos, color avellana, me miran con reprobación.
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Being number one {EDITANDO}
Teen FictionHaley Anderson sabe muchas cosas, es lo que le permite vivir en paz. Sabe que adora jugar al fútbol, sabe que siempre tarda dos minutos y medio andando desde el instituto hasta su casa, sabe que el sol se pone todas las tardes y sabe que Reagan Coop...