30.

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Mientras espero a Yaz dentro del restaurante, recuerdo la última vez que vinimos. Fue a principios de curso: tuvimos una doble cita con dos tíos que no podrían ser más irrelevantes en nuestras vidas a día de hoy, y yo fingía que era hetero. Sé que fue hace sólo unos meses, pero parece que hayan pasado vidas. Y que la persona que soy ahora y la persona que era entonces sean la misma, me resulta... surrealista.

Están trayendo nuestras Coca-Colas cuando mi mejor amiga por fin aparece por la puerta, apresurada, y se sienta frente a mí dejando sus cosas a un lado. Apoya sus manos sobre la mesa, mirándome sin decir nada. Yo abro mucho los ojos.

—No lo has hecho—suelto.

Yaz Ali, donde la veis, ha llevado el pelo por la cintura desde que íbamos a segundo de primaria. Y acaba de aparecerse frente a mí, con el pelo cortado por encima de los hombros.

Entonces chilla y yo grito todavía más alto, y sólo nos callamos cuando el encargado nos manda a hacerlo.

—¡¿Te gusta?!

—¿Es coña? Te queda increíble, ahora soy incluso más lesbiana—digo yo, y ella rompe en carcajadas—. Pero ¿de dónde sale esto?

—La verdad es que llevaba un tiempo pensando en hacerlo—admite con emoción en la voz, encogiéndose de hombros—, pero no me había atrevido hasta ahora. Mi peluquero casi se tira de los pelos cuando se lo he pedido, y ni te digo cuando me ha visto mi madre. Pero se siente bien hacer algo que realmente quería hacer, por mí. A veces los cambios son buenos. Cuando todo es siempre lo mismo, o vives siempre de la misma manera, no puede ocurrir nada nuevo.

Asiento de acuerdo con ella y me pongo a reflexionar sobre ello.

—Esto hay que inmortalizarlo—dice mientras saca su móvil, y nos hacemos una foto. La miramos y empezamos a buscar una canción para colgarla.

—Oye, siento que no te lo he preguntado mucho. ¿Qué tal en casa? Ahora que está tu padre y todo eso.

Sube la foto y deja el móvil, empezando a mordisquear las patatas fritas que he pedido antes de que llegara.

—Am, es... ¿raro? Pero en el buen sentido. No sé, es como que llevo tanto tiempo esperando este momento, que mis padres estuvieran bien y los tres viviendo juntos, que ahora que lo tengo parece demasiado bueno para ser verdad. Dentro de poco le tocará irse de viaje por trabajo otra vez, pero... Ahora siempre sé que va a volver pronto.

Sonrío de lado.

—No sabes cuánto me alegro. Te mereces que te pasen cosas así.

Ella entrecierra los ojos y poco después arruga la nariz, pero se queda en silencio.

—¿Por qué pones esa cara?

—¿Hm? ¿Qué cara?

Yo pongo los ojos en blanco.

—La cara de "estoy a punto de decirte algo pero no sé si hacerlo o no".

Ella levanta las manos, rendida. Luego las apoya en la mesa y se acerca un poco, como si quisiera que le prestase toda mi atención.

—Es sólo que... eres muy buena persona, Hales. Y siempre veo cómo le dices eso a la gente, y a mí. Todo eso de que merecemos cosas buenas. Pero quería asegurarme de que sepas, por si nadie te lo ha dicho, que tú también te mereces todo lo bueno que pueda pasarte. Y lo digo en serio.

Parpadeo un par de veces y luego una sonrisa se abre paso entre mis labios.

—Gracias. Y lo digo en serio. Oye... No viene a cuento, pero ¿sabes a qué hora cierra ese sitio donde te hiciste el septum?

Being number one {EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora