32.

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«¿Alguna vez te gustado alguien hasta el punto en que te hace sentir estúpida? Puede que incluso patética. Como si esa persona tuviera una especie de efecto sobre ti y, hagas lo que hagas, nada de lo que dices tiene sentido cuando la ves. Como si estuvieras condenada a que las cosas no te salgan bien, a hacer el ridículo. A no poder verbalizar la mitad de las cosas que quieres decir.»

—¿Qué haces?

Dejo de escribir y cierro la libreta de golpe, no sin antes pegar un brinco. Levanto la mirada encontrándome con una clásica Reagan frunciendo el ceño con los brazos cruzados. Aunque a diferencia de la mayoría de veces, esta vez intenta aguantar una sonrisa.

Ayer (o bueno, hoy) llegamos al hotel de madrugada y estábamos todas tan agotadas por el viaje que sólo deshicimos las maletas y nos fuimos a dormir. Todavía no me puedo creer que estemos en Nueva York. Estar en el equipo puede ser duro a veces por la presión y la dedicación que requiere, pero momentos como este hacen que no quiera volver a quejarme nunca.

Ahora, tras haber ganado nuestro primer partido, estamos todas esparcidas por la piscina del hotel, una de esas que son cubiertas. Incluso Williams está en una tumbona, con las gafas de sol y su gorra, tomándose un cóctel. Liam está a su lado haciendo exactamente lo mismo.

—Nada—suelto rápidamente, evitando el contacto visual—. La palabra "nada" fue inventada para describir lo que estoy haciendo ahora mismo.

Reagan alza las cejas, y pienso que se va a burlar de lo absurda que sueno a veces, cuando en su lugar dice:

—No parecía "nada".

Levanto la mirada y aparto el sol con la mano. Suspiro y hago una mueca, entre contenta y avergonzada.

—Vale, la verdad es que estaba escribiendo.

Vuelve a juntar las cejas, ahora con curiosidad.

—No sabía que escribías. ¿Puedo leerlo?

—¡No! —exclamo, asustando (en la medida de lo posible) a Reagan. Dom, que está en la tumbona de al lado, se levanta las gafas de sol para mirarme con cara de circunstancias. Río con nerviosismo—O sea... no está acabado.

—¿Y cuándo lo terminarás? —pregunta ahora Dom, interesada. No me cuesta nada darme cuenta de que está hablando en código, pues lo que realmente me está preguntando es "¿y cuándo se lo dirás?". Y yo creía que Yasmin tenía mala leche.

—Cuando lo termine—repongo, con las cejas alzadas.

Nos quedamos mirando en silencio durante unos segundos que parecen una eternidad, ella intentando no reírse, y yo intentando desintegrarme con todas mis fuerzas.

—Os diría que os fueseis a un hotel—habla Reagan, entrelazando sus manos—, pero ya estamos en uno y esto es oficialmente demasiado raro para mí, así que...

Se despide con un gesto y se saca la camiseta para luego meterse en la piscina. Yo me dejo caer en la tumbona, soltando todo el aire contenido. Le doy en el brazo a Dom, que por fin empieza a reírse a carcajadas. Incluso se le une Diana, que está a su izquierda.

—Tía, ¡te juro que te mato!

—Ha sido buenísimo—dice entre risas, limpiándose una lágrima—. Tendrías que haber visto su cara, estaba flipando.

Me llevo la libreta a la frente, dándome varios golpes.

—Venga ya. ¿Es que todo el mundo sabe que me gusta? —cuestiono sin dar crédito, a la vez que me fijo en Reagan en el agua, haciendo carreras con Liam. Noto que se me pasa el enfado.

Being number one {EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora