17.

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No era el repartidor.

Ni mucho menos una reunión de amigos.

Me pego a la pared en cuanto abro la puerta para no ser arrollada por la muchedumbre. La gente literalmente no deja de entrar. Y lo peor de todo es que ni siquiera conozco a la mitad. Me giro para fulminar a Yaz con la mirada, pero ella está demasiado ocupada bajando por las escaleras y saludando a los invitados, como si esta fuera su casa. Sinceramente, puede que lo sea.

Me estoy poniendo nerviosa, esto no es un grupo reducido para nada.

Por suerte, algo parecido a la tranquilidad invade mi cuerpo cuando veo a algunas chicas del equipo: Brenda, Diana, Sarah y Dom. Las saludo alegremente, con mi mano todavía en el pomo de la puerta.

—Gracias a Dios que estáis aquí. ¿Habéis venido a ayudar?

Se miran entre ellas, y luego sueltan una carcajada.

—Yo sólo he venido por la comida—suelta Diana, y todas asienten, de acuerdo con ella.

Alzo los brazos y los dejo caer. ¿Es que todo el mundo sabía de esta fiesta excepto yo?

—¡Me encanta tu casa, Hales! —exclama Dom mientras se aleja con las otras. Alza un pulgar—En serio, diez de diez.

La miro con cara de pocos amigos. Justo entonces Brooke sale de su cuarto.

—Uh, ¿hora de la fiesta? —pregunta con picardía.

—Vuelve a tu cuarto—le digo, señalándola—. Tú aquí ni pinchas ni cortas.

Puedo percibir cómo está maquinando alguna manera de hacerme chantaje en su macabra cabeza. Entonces me habla en lo que creo es una imitación de la voz de El Padrino, no estoy segura porque nunca la he visto.

—Realmente no quiero tener que hacer esto, Haley. Pero si prefieres que les cuente a mamá y papá que me compraste Powermaster...

—¿He dicho que eres demasiado pequeña? —la interrumpo, dándome un pequeño golpe en la cabeza—Quería decir que la diversión no tiene edad.

Ella me sonríe, victoriosa. Yaz y las chicas del equipo me observan. Están negando con la cabeza, boles de comida en mano.

—Cobarde—dicen a la vez.

Veo muchas caras, y eso me hace tener algo de esperanza en que tal vez podría haber venido, pero la persona a la que esperaba ver no está por ninguna parte. Me acerco a mi mejor amiga.

—Oye, ¿por casualidad invitaste a Reagan? —pregunto, intentando sonar casual. Ella tuerce el gesto, con una risa.

—¿Por qué iba a invitar a Reagan?

Fuerzo una sonrisa.

—Por nada.

Diana y Dom han puesto su playlist de Spotify y está sonando a todo volumen, lo cual debe ser lo único que me parece bien de toda esta situación. O sea, tienen muy buen gusto. Un grito muy característico se oye por encima de la música causando que Yaz y yo saltemos.

—Brooke—digo yo.

Vamos corriendo hacia el comedor, de donde ha salido el grito. Creía que se habría hecho daño o algo así, pero ha ocurrido algo todavía peor: está bailando y rapeando encima de la mesa del comedor, con varias personas alrededor animándola. Abro los ojos como platos al ver varias latas de Powermaster en el suelo.

—No puede ser...

Mi móvil empieza a sonar, y yo gruño y me alejo un poco para contestar a la llamada.

Being number one {EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora