"Cada secreto del alma de un escritor, cada experiencia de su vida, cada atributo de su mente, se hallan ampliamente escritos en su obra." —Virginia Woolf
Ni veinticuatro horas más tarde, tras jugar nuestro último partido, estamos todas sentadas en el autocar. De camino a casa, a Ohio, con un trofeo de consolación entre mis manos. Sé que esta escena supone un contraste bastante amargo con lo que ocurrió anoche: he pensado lo mismo. Pero el CNFF no es un escritor, no le preocupa la justicia poética. Tenía que haber un ganador, fuéramos nosotras o no.
Ahora mismo, no hace falta ser un genio para saber que el ánimo colectivo está por los suelos. Pienso en ello mientras el vehículo se desliza lentamente por la carretera, como si no tuviese ninguna motivación para hacerlo. Como si estuviéramos en las mismas.
—Esto es una mierda—suelta Reagan a mi lado, rompiendo el silencio y haciendo que incluso el conductor se dé la vuelta por un segundo.
—Puedo cambiar de emisora—sugiere este. Reagan frunce el ceño.
—No hablo de la jodida música.
—Pues yo sí—interviene Dom, alzando las cejas—, ¿qué clase de mierda blanca es esta? —cuestiona por encima de A Thousand Miles de Vanessa Carlton.
Ni siquiera tengo el ánimo suficiente como para reírme. En cuanto a lo que ha dicho Reagan, simplemente no puedo llevarle la contraria. Esto es una mierda. Apoyo la cabeza en su hombro. Tengo ganas de llorar, y me siento como una cría, pero no puedo evitar pensar que todo lo que hemos trabajado para llegar hasta aquí, no ha servido para nada. Que ni siquiera hemos llegado a la final. Y aunque ninguna lo haya dicho, todas estamos pensando lo mismo. Incluso Williams se ha sacado su gorra, y Brenda tiene la expresión más desanimada que le he visto nunca.
Siento ganas de sacarme un zapato y tirarlo contra la radio del autocar. Justo cuando me lo estoy planteando, el entrenador quita la música, captando nuestra atención. Estamos esperando a que nos grite que dejemos de lloriquear, o a que nos eche la bronca por lo mal que jugamos en la semifinal. En su lugar, pone un CD que parece ser suyo. Todas nos miramos con confusión. Sin embargo, estamos todavía más confundidas cuando, de todas las canciones que existen, suena Girls Just Wanna Have Fun. Reagan pone una mueca.
—I come home in the morning light, my mother says: "when you gonna live your life right?"—canta Williams con su micrófono para los viajes, con los ojos cerrados—. Oh, mother dear, we're not the fortunate ones. And girls, they wanna have fun. Oh, girls just wanna have fun. The phone rings in the middle of the night, my father yells: "what you gonna do with your life?".
—Va a seguir cantando, ¿verdad? —pregunta Reagan.
—Sip—confirma Dom.
Nos miramos y, con una expresión de rendición que todas entendemos, le seguimos cuando dice:
—That's all they really want, some fun. When the working day is done, oh girls, they wanna have fun...
Williams se echa a bailar como si fueran los ochenta. No entiendo muy bien por qué hace esto, pero es verdad que la música siempre ayuda, pase lo que pase. Sigo desanimada y, después de un año intentando con todas mis fuerzas alcanzar la perfección, esto resulta lo más cercano al fracaso que conozco. A pesar de ello, me desabrocho el cinturón—lo cual no es para nada una buena idea, pero la verdad es que poco me importa—y ando por el pasillo hasta quedar al lado del entrenador, para cantar juntos por el micrófono. Señalo a Reagan y ella suelta una carcajada.
—Some boys take a beautiful girl, and hide her away from the rest of the world. I wanna be the one to walk in the sun, oh girls, they wanna have fun. Oh girls, just wanna have...
Nos sepamos la letra o no, todas chillamos con fuerza el estribillo. Cantándonos las unas a las otras, moviéndonos al ritmo de la música y al borde del llanto. Me pongo a bailar por el pasillo. Incluso Liam y el conductor se unen, este último dándole golpes al volante. Y aceptamos la derrota.
Cuando llego a casa de noche, cargada con mis bolsas tras ocho horas metida en un autobús, sólo tengo dos cosas en mi mente: Cyndi Lauper y darme una ducha. Sin embargo, frunzo el ceño y sonrío al ver a Yasmin en el porche de mi casa sonriéndome de la misma forma, con las manos en los bolsillos.
—No me puedo creer que perdierais—admite, y yo giro la cabeza para mirarla. Estamos tumbadas bocarriba en mi cama, tras un rato mirando fotos de cuando éramos pequeñas. Eso sí, no me ha dejado en paz hasta que no le he contado todos los detalles sobre Reagan y yo, que es lo máximo que le podría interesar sobre el fútbol. Es una sensacionalista.
A estas alturas, Yaz parece estar más indignada que yo. Sonrío y suelto aire por la nariz.
—Yo tampoco—contesto, para luego encogerme de hombros. Ella parece confundida.
—¿Cómo puedes llevarlo tan bien? Conociéndote, al ver tu mensaje pensé que lo recordarías por los siglos de los siglos, o que Reagan exigiría una revancha preguntando si "acaso saben quién es".
Suelto una pequeña carcajada al imaginarlo. Me incorporo un poco, mirándola.
—La verdad es que... paso—digo simplemente, y ambas sonreímos con ganas. Los Nacionales lo eran todo, pero ya han terminado. No podemos quedarnos atascadas en eso. Tenemos que buscar cosas nuevas ahora.
Yasmin se levanta un poco para apoyarse en sus codos, y se me queda mirando. Yo frunzo el entrecejo.
—¿Qué pasa?
—Es que estoy muy orgullosa de ti.
—¡No, Yasmin! —protesto alargando las palabras, sabiendo que se avecina uno de esos momentos emocionales y empalagosos.
—Cállate, va en serio. No me voy a poner sentimental, sólo quería decirlo—alza las manos.
Echo la cabeza hacia atrás.
—Yo también estoy orgullosa de ti—respondo al cabo de unos segundos. Creo que oír esas palabras viniendo de Yasmin significa más para mí que oírlas de cualquier otra persona, y creo también que es de la misma forma para ella.
Nos tumbamos de nuevo y nos quedamos mirando al techo, con las manos sobre estómago, hasta que suelta:
—¿Qué coño vamos a hacer?
No hace falta que se explique, ya sé a lo que se refiere.
—Personalmente, lo que sea menos Derecho—le aseguro divertida. Cambio de expresión cuando veo que se muerde las uñas, algo insegura—. Eh, Yaz. Lo encontrarás.
Asiente varias veces.
—Lo sé. Pero no vamos a ir a la misma universidad—comenta, y sé entonces que eso es lo que realmente le preocupa.
Abro más los ojos, como dándome cuenta. Después de una década codo con codo. ¿Cómo será todo ahora?
—Mierda, es verdad—me giro hacia ella rápidamente y río un poco, aún en shock. Ahora soy yo quien lo pregunta—. ¿Qué coño vamos a hacer?
—No sé. ¿Dónde te ves dentro de veinte años?
Me dedica una sonrisa. Y yo se la devuelvo.
N/A: Pronto colgaré el último capítulo, intentaré colgarlo junto con el epílogo para que podáis leerlos seguidos! Tengo muchas ganas de que leáis el final de la historia, y espero que os guste tanto como a mí. También subiré pronto la playlist oficial de la novela que me hace mucha ilusión. Un abrazo a todxs y gracias de nuevo. Nos leemos pronto <3
- drea
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Being number one {EDITANDO}
Teen FictionHaley Anderson sabe muchas cosas, es lo que le permite vivir en paz. Sabe que adora jugar al fútbol, sabe que siempre tarda dos minutos y medio andando desde el instituto hasta su casa, sabe que el sol se pone todas las tardes y sabe que Reagan Coop...