El desierto

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Caminamos hacia mi habitación ya que Atem dice que es imprescindible que me cubra por completo, por lo que me obliga ha usar una capa que me cubre la cabeza y el cuerpo. Una vez que ambos estamos bien cubiertos nos dirigimos al corral donde se encuentra un hermoso caballo pura sangre color blanco.
Me toma de la cintura con mucha delicadeza para ayudarme a subir, mientras que discretamente miro sus hermosos ojos color violeta. Estoy sonrojada pero no puedo evitarlo ya que me atrae mucho el faraón, en especial su mirada que describe el universo; mi corazón late desenfrenadamente mientras que mí respiración intentaba delatarme.

-¿Estas cómoda? -pregunta mientras me intenta mirar el rostro sin mucho éxito ya que el gorro de la capa se lo impide.

-Si faraón, no se preocupe -digo un poco tímida y con algo de nerviosismo en la voz ya que me siento tan protegida en sus brazos.

-Bien pues es hora de irnos -dijo mientras subía con cuidado su caballo para abandonar el palacio.

Comenzamos a avanzar hasta llegar a una gran puerta que nos conduce hacia la afueras del palacio sin notar que esta siendo vigilada por varios guardias, lo que obliga a su alteza a ser uso de su magia. Levanta su mano con fuerza y velocidad para lanzar un poderoso conjuro que los deja inmóviles y fuera de tiempo, como si su mente y cuerpo quedarán atrapados en el pasado.
Se abren las puertas del palacio y abandonamos dicho lugar para dirigirnos hacia el frío desierto; tengo miedo ya que no tengo idea hacia donde nos dirigimos, sin embargo algo muy en el fondo me dice que confíe en el.
Después de un largo tiempo llegamos a un lugar rocoso a orillas del Nilo, no hay nada interesante más que un muro de rocas que no conducen a ningún lado, sin en cambio hay algo familiar que me obliga a quitarme la capucha y mirar fijamente a Atem para tratar de decirle un pensamiento un poco absurdo.

-Faraón, ¿detrás de las rocas hay alguna especie de cueva secreta? -pregunte un poco tímida ya que para mi era absurdo que detrás de un muro lleno de rocosidades hubiera una cueva.

-Mana yo se que no recuerdas absolutamente nada de tu pasado, pero tu eres una persona muy poderosa y este lugar es nuestro secreto. Tienes razón cuando dices que detrás de este muro hay una cueva, pero es necesario que juntos rompamos el sello mágico que lo oculta -explicó gentilmente mientras me tomaba las manos.

Al escuchar las palabras de Atem vino a mi un hermoso recuerdo de mi infancia, por lo cual quedo pasmada y fuera de si por algunos minutos mientras mi mirada se perdía en el muro de tierra y piedras.

...RECUERDO...

Era una mañana hermosa en Egipto, el cielo azul resplandecía, el sol irradiaba vida mientras que el agua fresca del Nilo era tan cristalina como el vidrio. Tenía diez años al igual que el príncipe Atem; el era un niño alegre, tierno, sonriente, un poco débil de carácter pero fuerte de espíritu.
Ese día el príncipe y yo nos escapamos del palacio hacia orillas del Nilo sin que los guardias y Mahad nos vieran, ya que el estaba un poco fastidiado de tener que actuar como el heredero del trono.

-Mana, perdona por haberte pedido que huyeras conmigo, pero solo tu puedes ayudarme a distraer mi mente -dijo un tanto distraído ya que su mirada se encontraba en la fluyente agua del río mientras caminaban sin preocupación alguna.

-¿Sucede algo príncipe?

-Mana, escuche a mi padre hablar sobre mí .... Bueno no importa solo quiero estar contigo este día, ¿podrías ayudarme? -dijo un poco triste mientras me tomaba de la mano con ternura y fuerza como si no quisiera que me separará de él.

-¡¡¡Claro príncipe!!! Ya sabe que a mi me gusta estar con usted, pero no me gusta verlo triste así que juguemos -respondí con alegría y dulzura mientras el caminaba y yo saltaba tomados de la mano.

-¿Y a que te gustaría jugar?

-Atrapadas, y usted me tiene que atrapar -respondí con ánimo para después de ello soltarme de su mano para proceder a correr por el lugar.

Atem comenzó a perseguirme velozmente pero no lograba atraparme. Paro un momento a tomar aire a causa de la agitación mientras que yo continuaba corriendo alejándome cada vez más y más de él. Corría con alegría esperando que el príncipe me siguiera hasta que un mal paso me hizo caer al Nilo.
Me dolía el tobillo ya que al parecer estaba torcido, movía mis pies pero no podía subir a la superficie además de que el dolor era sumamente insoportable. Me empiezo a poner nerviosa lo que provoca que comience a hundirme, mientras el pánico me impulsa a gritar por ayuda.
El príncipe quien estaba bastante apartado de mi escucho mí grito, el cual altero por completo todos sus sentidos; corrió lo más rápido que daban sus piernas pero al no verme en tierra ni en la superficie del agua entro sin pensarlo al río para rescatarme.
Estoy apunto de quedar en la inconsciencia hasta que veo que un joven moreno de cabello tricolor viene a mi rescate; me toma de la cintura y de la mano izquierda para impulsarme a la superficie ya que mi tobillo derecho impide que le ayude a mi propio cuerpo.
Salimos a la superficie y comienzo a toser, mientras que Atem ocupa toda la fuerza de su cuerpo para llevarnos a la orilla que se ve tan lejana a causa de la corriente.

-Mana, necesito que te agarres de mi cuello con fuerza y te pases a mi espalda como si te fuera a cargar, pero por nada del mundo te sueltes de acuerdo y respira profundo -dijo para después de ello ayudarme a pasar con dificultad a su espalda e inmediatamente sumergirnos nuevamente ya que nadaría conmigo.

Después de algunos minutos llegamos a la orilla del Nilo, estábamos alejados del camino hacia el palacio de eso no había duda, pero estábamos a salvo.

-¿Puedes caminar? -pregunta mientras toca tierra conmigo en su espalda, sin embargo no me baja a la arena ya que esta seguro que mi pie esta en muy malas condiciones.

-No, me duele demasiado y eso que no estoy tocando el piso.

-Tranquila Mana estarás bien, no dejare que te lastimes más de lo que ya estas, así que sujetate bien -dijo con tranquilad en su voz para darme confianza y seguridad.

Me abrazo fuertemente de él mientras camina rumbo a una cueva que esta a unos diez metros de nosotros, para después de ello proceder a bajarme con delicadeza para revisar mi pie. Me quita el zapato y ve que mi tobillo esta muy mal a causa de todo el esfuerzo que hice al tratar de nada sin éxito alguno; me toca suavemente el hueso y me quejó lo menos que puedo para no preocuparlo, aunque al juzgar por mis gestos es obvio que ya notó que estoy bastante herida.

-Perdóname Mana, nunca debí haberte sacado del palacio -dijo con un poco de tristeza en su semblante.

-No fue tu culpa, debí ser más cuidadosa cuando corría. Pero ¿ahora que vamos a hacer?

-Nos quedaremos aquí, ya es tarde para caminar por el desierto debido a que el sol esta en su punto máximo, podríamos perdernos en las tormentas de arena del atardecer o morir por insolación.

-¿Y si nos vamos cuando oscurezca? -pregunto un poco preocupada ya que jamás hemos estado fuera del palacio todo el día.

-También es peligroso.

-¡Pero el faraón estará preocupado! -exclamé un tanto preocupada.

-Prefiero que mi padre se preocupe a que nos perdamos en el desierto.

-Esta bien Atem, ¿pero estaremos seguros aquí?

-Sí, lanzaremos un conjuro para que la entrada de este lugar quede sellada, nadie podrá entrar ni ver la entrada de esta cueva, será nuestro secreto te parece -respondió mientras me tomaba ambas manos con gentileza.

-¡¡Si...!! Me encantaría que esta cueva fuera nuestro secreto -dije entusiasmada.

-¡perfecto!

Después de aquella conversación el príncipe y yo levantamos nuestras manos y se formaron dos círculos mágicos de dos colores (lila y azul) que sellaron aquel lugar para convertirlos en nuestro lugar secreto.

...FIN DEL RECUERDO...

Estaba impactada ya que recordaba a la perfección que había detrás de ese muro, así que levante mi mano lentamente y formé el círculo mágico color azul. Atem quien me miraba fijamente con ternura al ver mi acción también levanto su mano y formó el círculo mágico color violeta; al hacer dichas acciones el sello que mantenía oculta la cueva nos permitió entrar para continuar con una amena y cálida conversación.

Memorias de mí Faraón [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora