Maquillaje.

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Quería ver lo que sucedería si lo dejaba de usar.

Creo que hay un montón de suposiciones acerca de las personas que usan maquillaje, que son inseguros y vanidosos. Pero esa no ha sido mi experiencia con el maquillaje. En todo caso, el maquillaje me da confianza.

He utilizado maquillaje casi todos los días de mi vida desde que tenía 15 años. Y vengo de un hogar en el que ponerse maquillaje es sólo una parte de la rutina diaria. De hecho, no estoy segura de haber visto a mi madre salir de la casa sin el suyo.

Es por eso que quería ver lo que sería andar una semana sin usarlo. Después de años de ponerme productos todos los días, quería saber si mi confianza perduraría sin él.

Lo que me di cuenta fue que mientras estaba supremamente incómoda durante la primera mitad de la semana, aprendí mucho más sobre mí misma de lo que esperaba. Estas son las lecciones que salieron de este reto:

Día 1: Me enteré de lo incómoda que me siento con mi propio rostro al descubierto.

No puedo decirles cuántas selfies me tomé hasta que llegué a esta para publicarla en Instagram. Y lo mucho que intenté con mi pelo, tratar de ocultar un horrible grano que me estaba saliendo. Me sentí muy aliviada cuando la gente escribía y me decía lo bien que me veía sin maquillaje, pero en realidad no les creí en ese momento.

No me considero una persona insegura, o por lo menos no lo soy cuando estoy usando maquillaje. Fue una sorpresa sentirme cohibida durante todo el día en el trabajo, porque no es un sentimiento al que estoy acostumbrada. Mis compañeros de trabajo me dijeron lo bien que me veía, y que mi piel era hermosa. En ese momento, yo estaba convencida de que me estaban mintiendo para hacerme sentir mejor y también estaba convencida que todo el mundo me miraba, y analizaban cada centímetro de mi piel.

Además, el no llevar maquillaje puede que me haya hecho ser MÁS accesible a los demás.

No sé de qué otra manera decirlo, pero me coquetearon aún más cuando no llevaba maquillaje, lo que era muy confuso para mí. En el primer día del desafío, fui a un partido y estaba muy sorprendida cuando hombres que no conocía intentaban entablar conversaciones. Esto no me suele ocurrir a mí. Tal vez fue que estaba desprevenida, o el no usar maquillaje quizás me hacía ver... ¿más accesible? No tengo ni idea, pero no me hizo sentir más segura tampoco.

Día 2: Me di cuenta que no llevar maquillaje me daba un montón de tiempo para dormir.

Tenía tanto tiempo libre que me acosté una hora extra. UNA HORA. No me toma una hora para maquillarme en la mañana, pero tiendo a darme vueltas alrededor del cuarto de baño mientras lo hago. Me hago un café, y me aplico un poco de máscara de pestañas. Me tomo mi desayuno y aplico el polvo y el rubor. Sin hacer todo eso pude DORMIR. ¡Dormí un montón, fue una delicia!

Día 3: Me salió un grano, y descubrí que andar sin maquillaje requiere de mucha valentía.

Cuando me salen espinillas, siempre me las cubro. Me aplico una primera base de fundación, a continuación, el corrector, a veces una SEGUNDA capa de corrector, y si fuera por mi, un poco de polvo de fijación de modo que ninguna de ellas se mueve. (Para que el mundo sepa de mi aflicción).

Cuando no usas maquillaje, miras fijamente dicho grano, te lamentas, y luego tratas de ocultarlo con tu cabello. Nadie se deja engañar; hay un grano parpadeando detrás de todo ese pelo.

No tener maquillaje para ocultar este tipo de sucesos es en realidad bastante miedoso, y para sentirte BIEN acerca de eso, es realmente un acto de valentía. No me sentía valiente aquel día, pero creo que cualquier persona que elige mostrar su cara al descubierto a todo el mundo, con defectos y todo, merece una maldita medalla. Eso es todo lo que tengo que decir.

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