Capitulo 2-Carlos

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Me perseguían, me perseguían de todas y por todas partes. Me tenían rodeado, daba igual donde estuviera, siempre me encontraban.

Hace tiempo que mis sueños dejaron de existir para dar lugar a horribles visiones de seres extraños intentando comunicarse conmigo. No se el cómo ni el por qué pero me quieren muerto eso está claro.

Sólo podía pensar en los últimos acontecimientos: Era una mañana complicada para ella, hacía unas horas le habían confirmado el fallecimiento de su padre. Era doloroso y yo lo sabía. Katherine no fue capaz de aceptarlo. Hacían seis meses de su desaparición en la Rivera Maya, lo que las autoridades llamaban una desaparición habitual, archivada junto a otro montón de personas desaparecidas.

Recuerdo esa mañana como si acabara de vivirla.

Me desperté y como siempre encendí la radio mientras me duchaba.

- Na, Na, Na, Na, vive la vida loca...

Disfrutaba de este gran temazo cuando la retransmisión fue cortada por un mensaje urgente:

Se les informa que ayer por la noche se encontró un mensaje que confirmaba el fallecimiento de Alfredo Bernardo Toledo en el cual también había fotos del cuerpo del periodista desaparecido justamente hace 6 meses. Aunque no se ha entregado ningún cadáver a la policía.

El corazón se me quedó de piedra. Corté el agua, y me senté en el suelo, estaba mojado pero eso en ese momento no me importaba. El padre de Katherine había muerto.

Corriendo, me vestí y preparé todo para irme al instituto. Como siempre fue un camino largo, si.

No se como dimos lugar a ello, pero vivía a 40 minutos del instituto. La gente me miraba con menosprecio (como era habitual). Aunque ese día algo era diferente, la gente no solo se limitaba a mirarme con asco, hoy también veía como rumoreaban de mi.

Evité los caminos transitados y corrí como si no hubiera mañana para llegar al instituto.Llegué por la puerta trasera contento de que había evitado mas miradas molestas. Pero...aquel no fue mi día de suerte, la puerta estaba cerrada.

No había tiempo de llegar por la puerta principal, ni tampoco tenía ganas de ser empujado por los demás. Estaba cansado de mi vida tan rutinaria, siempre, absolutamente siempre, estaba igual. Cansado de tener que estar mintiendo acerca del origen de mis heridas y hematomas.

Tomé una decisión rápida y salté la valla. Nada me iba a impedir llegar tarde a mi cita con el destino. Pasé al instituto y camuflado por los demás (mi altura de 1,63 es buena para pasar desapercibido entre compañeros tan altos) conseguí llegar al pasillo L-12.

Como me esperaba allí estaba el corro, ese que siempre se forma cuando ocurre algo. Al fin y al cabo parecía que no era el único que escuchaba la radio.

Intenté acercarme al corro sin ser visto. Katherine era mi mejor amiga y yo la consolaría. Pero no me di cuenta de una cosa. Juan estaba allí, detrás mio para ser exactos. Nada iba a evitar que me llevara una buena paliza, la de todos los días. Me empujó hacia el corro y los demás me llevaron hasta el centro. Allí decidieron meterme una paliza entre todos.

El primer puñetazo dio en el blanco, haciéndome rabiar de dolor. Pero no iba a permitir que me humillasen otra vez. Aguanté el dolor y levanté mi mirada para encontrar a Katherine. Algo me desconcertó. Ella no estaba allí.

El segundo puñetazo no fue tan fuerte, aunque hizo que se me escapara un alarido de dolor, pero ¿Dónde estaba Katherine?

Volví a alzar la mirada, esta vez mirando alrededor del corro.

Si, allí estaba, apoyada en la pared. Parecía agotada. Mientras, vi algo que me congeló el corazón. Juan estaba abrazándola. La ira se apoderó de mi. Me levanté, pero los demás me retuvieron. Me tiraron de nuevo al suelo y me metieron una patada en la cabeza contra el radiador. Antes de que todo se volviera negro y escuchara sonidos de ambulancia, sonó un ¡Plash! Sonaba a que había dolido, pero no llegué a saber que pasó exactamente.

Crónicas de la LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora