Capítulo 5- Oliver

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Abrí los ojos, pensaba que estaba muerto, pero no. Un sobresalto me inundó ¿Qué hacía un hombre encima de mi? El árbol se había partido. Y de dentro había salido, ¿un hombre?

El hombre estaba envuelto en sangre, y pude ver que llevaba un colgante. Un colgante que antes de estar empapado de sangre, habría sido de un oro brillante. Pude distinguir las letras A.B.T

Rápidamente empujé al hombre, lo sentía por él. Pero no era plato de mi gusto tener un cadáver lleno de sangre encima de mi. Lo que antes había notado no eran insectos. Era la sangre del hombre corriendo por encima de mi.

Me levanté. ¡Estaba ileso! Quién lo diría...aunque estaba lleno de sangre de otra persona. Eso me repugnaba ¿Cómo podía tener el árbol un cadáver fresco dentro?

Lo empecé a observar, ese colgante... ese colgante me era familiar. El rostro lo tenía desfigurado. Miré a mi alrededor. Que extraño, nadie había oído nada.

Seguí observándole. Tenía que hacer algo, no podía volver a casa lleno de sangre contando una historia de que un cadáver había salido de un árbol, que estaba a mi lado, en el suel...¡El árbol estaba otra vez como si nunca se hubiera caído!

Está bien, si me encontraban acabaría en un centro de menores como mínimo. Pero ¿Que podía hacer con el cadáver?

Los ojos de aquel hombre susurraban el terror de lo que había vivido. Lo habían semi-incinerado eso estaba claro. Su mirada... me resultaba tan... no sé ¿Conocida?

Entonces fue cuando tuve la idea, si echaba el cadáver al río, que en estos momentos llevaba una gran cantidad de agua, no habría cadáver que marcase mi culpabilidad. 
Inicié mi idea loca de tirar el cadáver al río. 
Eché un vistazo al árbol, y antes de mover ni un solo músculo para lanzar el cadáver pude ver algo.
Una rama del árbol señalaba de manera insistente al cadáver. Algo especial tenía o yo me estaba volviendo loco. Pero esa rama nunca había estado así.

Supuse que sería a causa del impacto con el suelo. Era una rama mas y fin.
Cogí el cadáver, y empecé a arrastrarlo muy lentamente, era pesado, y daba asco.
Un paso, dos pasos, tres pasos...

Volví a mirar la rama. No era una rama más del árbol que su única función era crecer y crear muchas hojas. No. Esa rama se movía y no era precisamente por el viento. 

Se dirigía hacia a mí. ¿Cómo era posible? 
Cada vez estaba más cerca. No podía ser. Estaba ahí quieto, mirando perplejo como un árbol, probablemente asesino se acercaba hacia a mí. Me agarró de una pierna y me tiró al suelo.
Ahora ella me arrastraba a mí. No era capaz  ni de gritar, ni de nada. La rama me llevó hasta el tronco donde muchas ramitas me pusieron de pie y me pegaron contra el tronco. El cual me empezó a tragar rodeándome de ramitas y mas ramas y hojas. 

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*En otra parte del universo*

La gente corría despavorida de un lado para otro. El fuego era la destrucción total de aquella aldea.

Las madres buscaban a sus hijos, los hijos a sus padres, y los padres a sus mujeres. El caos había llegado, la angustia les consumía. El cielo se llenaba de humo, pero lo que nadie veía es que también se teñía de un tono carmesí, el color que presentaría la victoria. El humo, un humo que no cualquier fuego provocaría. Era puramente tóxico, el inhalarlo te hacía arder los pulmones, hasta el punto de reventar y morir en el acto. El dolor estaba asegurado en aquel valle de muerte.

Los bomberos trabajaban a contra corriente. Aquello era imposible, el agua, la espuma ¡Nada hacía efecto!

Los coches patrullas iban a toda velocidad por las calles. Los sonidos de sirenas. La sangre.

Los pocos afortunados que encontraban a sus familias corrían hacia el refugio a las afueras de la ciudad. Los helicópteros trataban de evacuar a las familias, y ahí estaba él. Observándolo todo.

El principio del fin de la era de los Nustreblitas había llegado. Un próximo adiós para lo que era la galaxia de los Nustreblitas.

Una sonrisa de satisfacción se dibujo en su cara al ver la escena. El plan iba sobre ruedas.

Crónicas de la LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora