Capítulo 1- Oliver

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Era una larga jornada de exámenes esta que después de mucho tiempo, parecía llegar a su fin. Impresionante, no cualquiera habría podido hacer todo lo que estaba haciendo.

Hacía frío, y me dolían los huesos de permanecer todo el tiempo sentado en una silla. Simplemente, agotador. Estaba anhelando aquellos días de verano, gloriosos junto al río. Escuchando la dulce melodía de la naturaleza y las aguas del río pasando. Cuando la serenidad se podía respirar y al cerrar los ojos te sentías en el más glorioso lugar del mundo.

Era tarde, y me escocían los ojos de leer tantas palabras que terminaban por almacenarse en alguna parte de mi cerebro, aunque ya no sabía dónde, la cabeza me iba a explotar.

El reloj dejó sonar su clásico ding dong dang ding...

Eran las 5 de la mañana, ni más ni menos.

Hora de dormir.

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El despertador sonó marcando la finalidad de mi única hora de sueño.

Estaba cansado, pero no había conseguido dormir. Las 6 de la mañana, hora de levantarse.

Tenía tiempo hasta las 8:30, y no me apetecía repasar ningún examen. Necesitaba despejar mi mente, era hora de mi paseo matinal.

Me vestí rápidamente, tenía claro que quería llevar hoy, adoraba mi jersey verde con rombos rojos, y aquellos pantalones tan cómodos que me regaló Freddy antes de irse a Australia. No necesitaba nada para salir, asique cogí mis llaves, y emprendí un paseo hacia alguna parte.

El río se encontraba cerca y no dudé en ir hacia allí. Pronto llegué. El dulce sonido de la naturaleza en la mañana, con un nuevo día recién amanecido. Qué bien estaba allí.

Aun así, por alguna razón, no conseguía encajar algo de ese lugar.

Lo había transitado miles de veces, lo conocía como la palma de mi mano. Algo pasaba.

Pensé que todo era a causa de que tenía la cabeza llena de datos, que al fin y al cabo, la mayoría no me servían para seguir viviendo mi día a día.

Me prometí que cuando acabara esta tanda de exámenes no abriría un libro en 1 semana por lo menos.

Me senté en mi roca favorita, al lado de ese árbol que tantos recuerdos tenía para mí.

Lo miré con ternura, recordando tantas escenas que de pequeño había vivido aquí. Pasé mi mano por la corteza a la vez que disfrutaba de la deliciosa sensación del frío sobre mi piel.

Olí la humedad que desprendía el árbol, había sido una larga noche de lluvia y este árbol no estaba para tantos ajetreos. Mi mirada se llenó de tristeza al ver como habían pasado los años en el entorno.

Me levanté, pero al levantarme pise una de las raíces del árbol que muy a mi disgusto se rompió.

Estaba hueca, de ella salieron numerosos insectos y pronto noté que el árbol estaba podrido.

Iba a seguir con el paseo, pero ya era tarde, el árbol se me venía encima.

Crónicas de la LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora