1. Despertar

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Olive abrió los ojos. La luz blanca la cegó. Sentía que su cuerpo pesaba demasiado. Se trato de incorporar pero alguien se lo impidió. Una voz masculina decía algo que no alcanzaba a oír. Pasaron los minutos.  Poco a poco fue recuperando la vista. Estaba en una habitación con paredes blancas. Un sillón azul marino estaba enfrente de la cama donde yacía. En el sillón estaba sentado un joven, tal vez de menos de veinte años. Llevaba un suéter color gris anticuado para su edad, y unos pantalones de vestir. Tenia una cara larga y angulosa. Algo en su rostro la inquietaba. Había algo detrás de su rostro. Algo oscuro.
Su cabello era café. En su regazo tenia un libro grueso color café, al parecer era una enciclopedia. Y a su lado tenia una libreta en la que apuntaba algo. Sus ojos estaban centrados en la lectura. El esbozo una mueca. Levanto la vista del libro.
-Creí que nunca ibas a despertar...
-¿Que paso?-Interrumpió Olive. El inhalo profundamente.
-Te salve.-Dijo.-Te tiraste de un barranco al mar. Fue en Cairnholm. Te estabas ahogando y te saque del mar. Estuviste inconsciente por tres días.
Olive hizo el esfuerzo por recordar. No recordaba nada. Había un gran vacío en su mente. Lo único que le vino fue un dolor de cabeza al tratar de recordar.
-Auch.-Se quejo, agarrándose la cabeza.-No recuerdo nada.
-¿Ni siquiera tu nombre?-Pregunto con los ojos bien abiertos. Dejo aun lado su libro. Pudo ver que tenia dibujos de órganos.
-No.-Respondió. Vio que sus cosas estaban en la mesita de aun lado. En una bolsa de plástico. El joven se levanto, y tomo la bolsa entre sus manos. Se la tendió a Olive. Olive la tomo y la abrió.
Era un vestido blanco, con mangas y bolsillos en los costados. Olía a agua salada. En el bolsillo de vestido estaba un celular descompuesto a causa del agua. Y en el bolsillo izquierdo una cartera con un par de billetes arrugados y una credencial.
En la credencial decía su nombre. Olive Elephanta Abroholos.
-Olive.-Dijo el joven. Le gustaba como sonaba su nombre en su boca. Tenia un leve acento que no lograba identificar. Tal vez londinense o escoses.-Así es como te llamas.
-Y... tu ¿Como te llamas?-Olive guardo la ropa en la bolsa y la volvió a poner en la mesita.
-Me llamo Enoch O’connor.-Dijo volviendo a poner el rostro serio. Iré a llamar al doctor. En un momento vuelvo.-Dicho eso salió del cuarto. Se quedo sola. Se miro las manos. En la derecha tenia la marca de una quemadura. Era de un significativo tamaño. Se pregunto con que se la abría hecho. Vio sus brazos y tenían moretones. Paso un minuto y volvió Enoch con el doctor. Enseguida el doctor la examino.
-Al parecer señorita Olive tiene una perdida parcial de memoria.-Dijo el doctor apuntando algo en su libreta.-Puede durarle días, meses o incluso años.
-¿Pero estará bien?-Pregunto Enoch con incertidumbre.
-Le tomaremos unas radiografías para asegurarnos de que no haya un daño permanente.-Dijo.-¿No recuerda absolutamente nada?
-No... no recuerdo nada.-Repitió Olive.
Una enfermera entro a la habitación.
-Doctor... ¿Puedo hablar un momento a solas con usted?
El doctor salió de la habitación. Enoch y Olive se quedaron solos. Enoch recogió su libro y lo metió a un mensajero de cuero que estaba colgado del sillón. Saco su celular. Checo su hora.
-Demonios son las 11: 30. Voy tarde a la clase.-Guardo el celular en el bolsillo de su pantalón. El doctor entro.
-Señorita Olive... alguien quiere verla.-Dijo el doctor.-Miss Alma Le Fay Peregrine quiere verla.
En cuanto dijeron ese nombre, Enoch se quedo inmóvil.
-¿Miss Peregrine?-Pregunto Olive.
-Es la directora del orfanato en donde vivo.-Dijo Enoch.-¿Que hace aquí?
-¿Orfanato?¿Acaso eres huérfano?
-Si.-Hizo un ademan con la mano restándole importancia.-Doctor me iré a...
Una señora joven entro. Llevaba un saco y una falda azul marino. Sus ojos eran verdes. El cabello lo llevaba corto y pulcramente peinado. Su andar era rápido. El doctor y la enfermera salieron.
-Buenos días... ¡Mr. O’connor! Creí que se había ido a las nueve y media para llegar temprano a sus clases, pero sigue aquí. ¿Puede explicar el motivo?
-Amm... Es que tenia que venir a ver a Olive y se me fue el tiempo.-Se ruborizo. Se cruzo la correa del mensajero. Retrocedió unos pasos.-Pero ya me voy.
-No sea que hayas ido a entretenerte en los campos de la isla-Dijo Miss Peregrine.
-No Miss Peregrine… esta vez no me entretuve. Estuve aquí toda la mañana. Ya sabe que de Cairnholm a la isla son una hora y…
-Desperdicias mucho de tu tiempo Enoch. Ahora ve a tu clase. Tengo que hablar con miss Abroholos a solas.-Lo interrumpió. Hablaba muy rápido y a veces era muy difícil seguirle. Enoch frunció el ceño y asintió, no sin antes darle una ultima mirada a Olive, salió de la habitación. Cerro la puerta de un portazo.
-No se si nunca cambie. Sigue igual que cuando llego.-Murmuro Miss Peregrine.-En fin. Miss Abroholos, soy Miss Alma Le Fay Peregrine. Un gusto en conocerla. Soy directora de un orfanato en una isla cercana a esta. En Cairnholm.
-Me es difícil entender el motivo por el que esta aquí.-Dijo Olive poniendo las manos sobre su regazo. Miss Peregrine abrió los ojos como platos.
-¡Oh hija! ¿Dónde te hiciste esta quemadura?-Pregunto Miss Peregrine mientras le tomaba la mano con la cicatriz.-Tienes marcas de...
Se detuvo de golpe.
-¿De que?-Pregunto Olive. Miss peregrine se tapo la boca. Paso un momento en silencio, hasta que hablo. Ignoro la pregunta de Olive.
-Estoy aquí porque Enoch me dijo lo que paso con usted el pasado lunes. Hace tres días. Estoy consiente de que no recuerda nada. La policía investigo su expediente y no encontró nada. Nada acerca de su familia en gales. Intentaran en otra base de datos. Si no mal recuerdo intentaran con la base de Londres.
Olive asintió. Miss Peregrine continuo.
-Y la policía me dijo que usted se podría alojar en el hogar para niños que dirijo. Solo mientras encontramos a sus familiares.-Sugirió.-Si es que quiere.
Olive lo pensó. No tenia a donde ir y no recordaba nada. Decidió aceptar, por su propio bien. Además le intrigaba Enoch.
-Bien, le diré al doctor.-Se dio la vuelta y se fue, sonriendo.

Memories lost | Roman HolidayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora