— ¿En serio crees que alguna vez podría tocar a otra que no fueras tú? —preguntó Leonardo, besando su oreja, haciendo que la electricidad recorriera la espina dorsal de Valeria— ¿Eh? ¿Crees que podría hacerle esto a otra?
Cerró la puerta usando su pie izquierdo, al tiempo que la instaba a envolver sus piernas a su alrededor para luego acorralarla contra la pared. Besó sus labios con fervor, recorrió su cuerpo con una de sus manos, tocando su silueta y sus senos, mientras con la otra la sostenía, apretando su trasero.
Aun llenándola de besos, se encargó de deshacerse de la camisa que ella llevaba, dejando sus hermosos pechos al aire, para su disfrute, antes de dejarla en el suelo para quitar de en medio también sus pantalones, dejándola únicamente con sus bragas.
— ¿Sabes lo hermosa que eres? —besó su hombro desnudo— ¿Lo mucho que te he extrañado? —se presionó contra ella y la tomó del pelo— Jamás vuelvas a alejarte de mí, ¿sí? —le vio con sus ojos vidriosos.
¡Maldita sea! Ese hombre no me puede hacer esto. Pensó mientras la temperatura de su cuerpo empezaba a ascender. Toda ella ardía y aquella vez no de rabia, después de lo pasado, lo deseaba, mucho.
Tomándolo por sorpresa invirtió sus posiciones, saliendo de su encierro y colocándolo a él contra la pared.
— ¿Estás desesperada? —rio.
—Sí lo estoy —admitió, sin pudor alguno, y empezó a despojarlo de su ropa.
Primero se encargó de su camisa, luego de su pantalón, hasta llegar a sus bóxers... liberando su erección que había estado cautiva por estos.
Su miembro quedó justo frente a su rostro, firme y erguido, y ella no puedo evitar lamer sus labios al verle, deseando probarle.
—Sí —gimió Leonardo, amando aquella expresión lasciva que adornaba el rostro de su prometida—. Siéntete libre de hacer lo que sea que estás pensando en este instante, me encanta todo lo que haces cuando adoptas esa cara.
Y ella lo hizo, tomándolo desde su base con su mano derecha, moviendo sus manos arriba y abajo antes de lamerlo, provocándole, desquiciándole, y él gimió.
Ella sonrió, en medio de sus acciones.
Lo torturó por unos segundos más, antes de sumergir toda su superficie en su boca y entonces mandarlo derecho a la luna, haciendo justamente lo que a él le gusta, mientras él se aferraba a su pelo sin parar de moverse y gemir, excitado.
Sinceramente, a Valeria le encantaba aquello, escucharlo, y era tan así que simplemente podría acabar solo con eso, del placer que le provocaba complacerle.
— Espera... espera... —Leonardo trató de levantar su cabeza, de alejarla para no terminar en su boca, quería alargar aquel encuentro, darle su placer antes, pero ella no lo dejó.
Ella amaba hacerle perder el control y por eso continuó hasta que él se deshizo en ella, dejando aquel líquido caliente en su garganta. Y lo tomó todo, antes de separarse y mirarle divertida.
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¡Vete A La Mierda! ©
Short StoryValeria Pimentel está recién comprometida con su novio de hace cinco años, Leonardo. Todo marcha bien hasta que unos mensajes cambian el curso de todo. [...] PROHIBIDA COPIA Y/O ADAPTACION DE ESTA OBRA #NoAlPlagio