Capítulo 14

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—Bueno hermanita... como iban las cosas con Leonardito no pensaba que llegaríamos a este día —rió Verónica mientras entraban por la puerta principal de una de las tiendas de novia más famosas de su ciudad.

Viola, su madre, caminaba junto a Valeria y no pudo parar de reír por el comentario, solo cuando quiso aportar al bochorno que su hermana le estaba haciendo pasar.

—Es que solo a ti se te ocurre no enfrentarlo de una vez sobre esos mensajes —rio—. Todo se habría aclarado en ese mismo instante —aseguró, divertida.

—Quizás, pero en ese instante solo se me ocurrió revolcarme en la miseria de haber sido engañada —afirmó ella, cruzándose de brazos—. ¡Les juro que hasta sentí el peso de aquellos enormes cuernos en mi cabeza!

No pudieron evitar reir juntas por aquel ocurrente comentario de la novia mientras se adentraron en la tienda. De inmediato una de las empleadas se les acercó.

—Buen día —les saludo, amablemente—, ¿Cuál de ustedes es la afortunada? —preguntó, con una cálida sonrisa en el rostro.

— ¡Ella! —respondieron Verónica y su madre, señalando a Valeria.

—Bueno, ella es la afortunada entonces —asintió—. Usted debe ser su madre —señaló a mi Viola— Y usted su hermana —recayó en Verónica.

— En realidad... yo soy la hermana y ella es la madre —dijo Viola, dejando perturbada a la pobre chica, quien no pudo evitar abrir sus ojos por la sorpresa.

Valeria no aguantó la risa, al ver como el rubor empezaba a apoderarse del rostro de la muchacha.

—Está jugando —aclaró, para después tomarla del hombro—. Vayamos a cazar esos vestidos —declaró, sumamente emocionada.


[...]


—Dios mío... —susurraron su madre y hermana al mismo tiempo.

—Eso es un avance —dijo, Valeria, divertida—. Luego de seis vestidos era justo una expresión como esta —rio.

La risa muere en su garganta cuando se vio reflejada en el espejo.

No. Lo. Puedo. Creer. Pensó, anonadada, mientras contenía las lágrimas al verse tan increíble en el vestido número siete.

Era... simplemente impresionante.

— ¡No puedo creerlo!—exclamó su hermana— Creo que este es el vestido indicado, solo tienes que verla —codeó a su madre—, está llorando.

Sí que lo estaba. Le fascinaba aquel corte, le quedaba maravilloso, cual si fuese de un cuento de hadas pero también con un encaje y escote que le daba aquel toque de sensualidad que había deseado.

— Y ¿qué tal Valeria? —preguntó Martha, la empleada de la tienda— ¿Este es tu vestido?

Ella volvió a mirarse al espero y, de inmediato, la respuesta estuvo clara en su mente.

— Sí, este es el vestido —dijo y seguido a esto, tanto su madre como su hermana, hicieron un alboroto emocionado para luego abrazarle. 

¡Vete A La Mierda! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora